Luis Velázquez
26 de agosto de 2017
Por decreto, el secretario de Educación Pública, SEP, dijo que con el regreso a clases de 25.6 millones de niños se consolidarán “la reforma y el nuevo modelo educativo”. En realidad, “una tomadura de pelo”. “Más simulación” le llamaron los profesores. En el fondo, un solo objetivo: Aurelio Nuño Mayer desplegó tanto escándalo mediático sobre la reforma con miras a ganarse a Enrique Peña Nieto, el tlatoani de “las últimas palabras” y quedarse con la candidatura presidencial.
Por eso, durante varias semanas, todos los días publicó una página completita en la prensa escrita de la Ciudad de México, englobando en siete puntitos el modelo educativo, dijo él, para “la educación integral del siglo XXI”.
Ajá.
Pero si se revisa punto por punto, la patraña y la falacia en su máxima expresión. Más de lo mismo. Lo mismo de siempre. Ningún aporte, quizá sólo el descubrimiento, vaya, de que formarán “maestros que dominen el idioma inglés… (para) que en veinte años todos los egresados del bachillerato” hablen el idioma de Donald Trump.
Claro, lo dice el proverbio popular, “veinte años no es nada”. Y si el titular de la SEP apuesta al futuro, el futuro dentro de veinte años, cuando hayan pasado por Los Pinos tres presidentes de la república y el país vaya en el cuarto, ya se sabrá la profecía nuñista.
Y es que nada más fácil para un político que soñar con el futuro.
Soñar, por ejemplo, que ahora con el nuevo modelo educativo (NME) habrá “salud en tu escuela” y los niños tendrán “un cuerpo sano, evitando conductas de riesgo y adquiriendo hábitos saludables”.
¡Vaya paradoja!
Desde antes, quizá Felipe Calderón, mejor dicho Vicente Fox, acaso Ernesto Zedillo, la gran cruzada educativa ha sido, entre otras, que en las escuelas primarias del país dejen de vender comida chatarra.
Incluso, hasta crearon las cositas esas llamadas “Escuelas de Tiempo Completo” para que los niños desayunaran y comieran en el salón de clases.
El resultado es contundente: gracias a Rius, “la panza es primero”, y las fritangas siguen vendiéndose como en el primer día de la creación.
Y más, cuando están manejadas por las cooperativas escolares.
Bastaría referir que México ocupa el primer lugar en el continente con niños con sobrepeso.
Pura simulación, entonces.
AURELIO NUÑO SE ENGAÑA A SÍ MISMO
El titular de la SEP también alardeó el chorizo de que “los niños aprendan a aprender”, vaya genialidad.
Y “aprenderán a aprender” haciendo a un lado, por decreto, el viejo y antiguo sistema educativo de memorizar la clase y las lecciones de los libros, y en donde, claro, el niño con mejor memoria sale premiado con diez.
Así fue en el siglo pasado y en el antepasado y así es hoy. Y nada, absolutamente nada garantiza, y menos por decreto, que la práctica “pedagógica” vaya a cambiar en este ciclo.
Además, desde hace sexenios en la SEP cacarean “nuevos planes y programas y conocimientos y habilidades” cuando todo sigue igual.
Bastaría referir, por ejemplo, que Veracruz, la tierra donde florecieron Enrique Rébsamen, Enrique Laubscher, Rafael Delgado y Carlos A. Carrillo, consultores pedagógicos ellos en varios países de América Latina, ocupa el sótano de la calidad educativa en el país y apenas, apenitas, y para honra de la SEV, el territorio jarocho tiene un primer lugar nacional en bailable regional con “El tilingo lingo” y “La bamba”.
Y lo más grave, en el terreno de los hechos a nadie importa, pues se vive la peor usurpación de todos los tiempos.
El NME también anuncia que “todos los niños tengan una educación de calidad, (más allá) de su condición u origen”.
Veamos: en las regiones indígenas de Veracruz, en más de la mitad de los salones de clases los niños quedan dormidos en el pupitre por el hambre voraz que los consume. Las tripas en un concierto arrítmico.
Y así, con hambre, ninguna calidad educativa.
Menos si se considera que los padres de los niños indígenas son jornaleros que reciben de pago setenta pesos diarios desde antes de que salga el sol hasta cuando la luna alumbra el surco.
Y con setenta pesos, ni modo de aspirar, ni menos, mucho menos, soñar, con una alimentación sana y nutritiva para que el niño mejore en el aula.
El titular de la SEP sólo se engaña a sí mismo.
LA FRIVOLIDAD ES PRIMERO
Habla la SEP en su desplegado estrella de que actualizan “los libros de textos para centrarlos en los aprendizajes claves”.
Ya se verá, pues una cosita es el anuncio frívolo y otra la realidad avasallante, entre ellas, el cambio de actitud mental en el profesorado.
“Se olvidó lo más importante: escucharnos” dijo el maestro Francisco Bravo, dirigente de la CNTE (La jornada, 21 de agosto, 2017).
Y precisó:
“Todo se reduce a aprobar exámenes estandarizados que no se traducen en una mejora en la práctica docente”.
El resto de los siete postulados del llamado NME es puro relleno.
Por ejemplo, que actualizarán “los libros de textos gratuito y que los niños y jóvenes tendrán con el arte y la cultura “un desarrollo integral”.
El mismo cuento de siempre.
Alguien, entonces, convenció a Aurelio Nuño Mayer de que puede ser candidato presidencial del PRI y ganar la elección.
Y por eso, el cacareo de la llamada “Educación Integral para el Siglo XXI”, del que apenas van diecisiete años.
Es decir, vender espejitos porque se está sembrando para el futuro.
Bastaría referir que en el quito año del Peñismo la deserción escolar sigue porque los niños son una mano de obra para los padres y que el aprovechamiento en las escuelas es de los más bajos del mundo y que somos campeones en analfabetismo y que las universidades se han vuelto fábricas de desempleados y que los mexicanos que migran a Estados Unidos desempeñan el trabajo que los negros rechazan.