Luis Velázquez
14 de noviembre de 2017
Veracruz es la gran patria chica de 8 millones de habitantes. Pero Veracruz en ningún momento es el zócalo jarocho ni Los Portales. Tampoco el Paseo de Los Lagos de Xalapa ni las enchiladas de pipián de Tuxpan. Ni “El Tabachín” de Córdoba ni la Suiza de Los Tuxtlas.
Veracruz es más, mucho más.
Es, por ejemplo, el millón de indígenas habitantes de las 8 regiones étnicas, donde los niños quedan dormidos en el pupitre escolar por el hambre despiadada que les flagela, y en donde los jornaleros ganan 70 pesos diarios desde antes de que el sol sale hasta cuando la luna alumbra el surco.
Y los dos millones de campesinos, la mayoría de los cuales tiene una dieta alimenticia a base de frijolitos y arroz y tortillitas con cafecito de olla y la mayoría sin seguridad social, igual que los indígenas.
Y los tres millones de obreros que todos los días salen aprisa de casa para llegar a tiempo al trabajo donde les pagan salarios de hambre.
Y es que en la historia local de pronto han existido políticos encumbrados diciendo que Veracruz está a todo dar porque los restaurantes y los cafés están llenos, pero al mismo tiempo, con una espantosa miopía social miran el árbol sin mirar el bosque.
ANALFABETAS Y ANCIANOS
Veracruz también son los 600 mil paisanos analfabetos que no saben leer ni escribir y que ni siquiera, vayan, copian como figuritas su nombre escrito por un familiar como por ejemplo lo hacía Pancho Villa a los 14 años de edad.
Y Veracruz también son los 800 mil ancianos, la absoluta mayoría sin seguridad social, condenados, por tanto, a vivir el peor de los mundos y el peor de los tiempos, porque si la juventud es un paraíso, la vejez es el infierno, tiempo cuando (si bien le va) el ser humano solo anda en consultorios médicos, farmacias y hospitales, y en la iglesia pidiendo perdón por los pecados mortales y veniales cometidos.
La amada patria chica también son el millón de paisanos que se afirma han migrado a Estados Unidos, simple y llanamente, porque aquí ha fracasado la política económica y social para ofrecer y garantizar un trabajo digno, pagado con elemental justicia laboral, estable, sin sobresaltos.
Y Veracruz también está encarnado en las cientos, miles de trabajadoras sexuales que al decir de la activista Patricia Ponce han convertido al territorio jarocho en el primer lugar nacional en producción y exportación a otras entidades federativas de cortesanas.
ATRAPADOS EN LA MISERIA
El CONEVAL reduce a la estadística fría y canija la realidad local:
Seis de cada 10 habitantes viven atrapados y sin salida en la pobreza y la miseria.
Y la miseria, oh paradoja, en un Veracruz donde como decía Rafael Hernández Ochoa, 1974/1980, “aquí nadie muere de hambre. En la mañana sacudes la planta de plátanos y desayunas, y en la tarde pescas en el río o en el Golfo de México, y en la noche cenas las verduras que cultivas en el patio”.
Sí, okey, pero CONEVAL dice que en este momento hay medio millón de personas que solo hacen dos comidas al días dada la precariedad que les flagela.
Y CONEVAL, tan dado al fin del mundo, también dice que las ciudades más pobres de Veracruz son Veracruz (la sala grande del estado), Xalapa (la capital política y social) y Banderilla (la capital gastronómica).
Y lo son, porque en sus cinturones de miseria se han aposentado los pobres “y los pobres entre los pobres” que abandonan el campo creyendo que aquí está el paraíso que en su hábitat les ha sido negado.
Veracruz es algo más que Los Portales.
ESTADO RICO Y POBRE
Más grande que varias naciones de América Central (Guatemala, Honduras y Salvador, por ejemplo), los paisanos del norte de Veracruz viven dolidos de que los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial los han tenido en el más feroz abandono social de todos los tiempos.
Y por eso mismo, se sienten más tamaulipecos que jarochos y más poblanos que orizabeños y más tabasqueños que sureños.
Estado rico, el inolvidable Javier Duarte alardeaba que éramos con él de gobernador la Houston de México y una potencia turística mundial y la capital latinoamericana del deporte de aventura.
El góber azul, por ejemplo, ya entró también al ranking y dice que Veracruz es una potencia energética mundial con el yacimiento petrolero descubierto, ajá, en Cosamaloapan, el municipio donde comienza América Central.
Y no obstante con tanta potencialidad económica y social, hay en Veracruz pobreza, miseria, hambre y jodidez y todos y cada uno de los males emanados de la caja de Pandora.
EL FARDO DE LA DESIGUALDAD SOCIAL
En ningún momento Veracruz son los 500 años del desembarco del sifilítico Hernán Cortés en las playas de Chalchihuecan.
Ni tampoco la patria chica encarna en los espejitos que el conquistador enviara a Moctezuma II como, por ejemplo, la orden presidencial de que aquí sigan las policías navales y militares para abatir, ajá, a los malandros que se pasean de norte a sur y de este a oeste de Veracruz como si fueran hijos predilectos.
Y es que mañana será el primer informe de la yunicidad, el balance del llamado “gobierno del cambio”.
Y con todo, seguimos con la lámpara de Diógenes en la mano buscando la esencia de la patria chica, cargando como un fardo la terrible y espantosa desigualdad social, donde unas doscientas familias son dueñas de más del 60 por ciento de la riqueza natural.
“La noche tibia y callada” de Veracruz solo fue un destellazo en la larga y extensa noche sórdida y sombría.