Luis Velázquez
27 de octubre de 2017
Mientras la justicia dicta sentencia a Javier Duarte y a los duartistas, hay muchos, demasiados indicios de que algo quedó podrido en Veracruz.
Por ejemplo:
El hecho de que Karime Macías haya solicitado asilo político (ajá) en el Reino Unido expresa su angustia y desesperación, pues su conciencia la está alertando del fin del mundo como sería, digamos, que siguiera los pasos de su esposo mientras sus hijos quedaran, solitos, en libertad.
El hecho de que los diputados federales, Tarek Abdalá y Alberto Silva Ramos, estén metidos en la peor pelea estelar de su vida para evitar el desafuero expresa, con toda claridad, el miedo y el pánico en que están.
El hecho de que cinco duartistas (Ramón Ferrari, Antonio Gómez Pelegrín, Juan Antonio Nemi Dib, Leonel Bustos y Carlos Aguirre Morales) sean prófugos de la justicia manifiesta el terrorismo que estremece su corazón, sus neuronas y su alma, cuando de plano la paz interior y la tranquilidad familiar y social se ha perdido.
El hecho de que en el tribunal de las redes sociales, las vacas sagradas del duartismo como Érick Lagos Hernández, Jorge Carvallo Delfín, Adolfo Mota Hernández y Édgar Spinoso Foglia, hayan sido juzgados como quienes más “ordeñaron la vaca” y se hable de un pacto con “el gobierno del cambio” revela el nivel sicótico en que están metidos.
LA CONCIENCIA, EL PEOR GENDARME
Más todavía: el hecho de que algunos duartistas presos en el penal de Pacho Viejo se estén inventando enfermedades (Arturo Bermúdez Zurita, Mauricio Audirac Murillo, Flavino Ríos Alvarado (quien ya logró su objetivo) y César del Ángel) para enfrentar el proceso penal en libertad y durmiendo en casa denota el infierno en que están atrapados y sin salida.
Y el hecho de que un montón de duartistas estén aterrorizados y acalambrados, viviendo los días y sus noches con un bajo perfil, sin asomarse a los espacios públicos que antes solían acostumbrar, jala al espacio público la frase célebre de Fernando López Arias, gobernador de Veracruz de 1962 a 1968 de que “el peor gendarme en la vida de un hombre es su conciencia”.
Es más:
El hecho de que el titular del ORFIS, Lorenzo Antonio Portilla Vázquez, de pronto, en el camino al Damasco azul, esté jalando la cobija en contra de Duarte y los duartistas descubriendo, ajá, las
pillerías que antes ocultó y toleró y aceptó, expresa su angustia de quedar bien para redimirse a sí mismo.
“EL MIEDO NO ANDA EN BURRO”
Todavía más:
El hecho de que Moisés Mansur Cisneyros, el amigo de la infancia y el prestanombre de Javier Duarte, también espere el asilo político en alguna nación del mundo, certifica que las arcas oficiales de Veracruz fueron saqueadas.
Y el hecho de que los otros “cuadernos de raya” de Duarte como Franky García y Jaime Porres estén en el limbo, sin asomarse al carril social ni mediático, expresa que “el miedo no anda en burro”.
Peor tantito:
El hecho de que en el tribunal del Internet se diga que Érick Lagos Hernández, el guardia pretoriano número de Duarte, aquel que pronunciara la frase bíblica de que “hay cosas que ni la esposa ha de saber”, se arregló en lo oscurito con la yunicidad delata a plenitud que primero se vive en el paraíso y luego en el infierno y que “los carniceros de hoy serán siempre las reses del mañana”.
Es más: el hecho de que hoy los duartistas quieran salvarse del día del Juicio Final que se les adelantó y enfrentan, ninguna duda existe de que la caja de Pandora fue destapada con los peores males del mundo.
EMBARRADOS CON GOLPES DE PECHO
Para acabar pronto, tan podrido quedó el árbol de la vida sexenal en el duartazgo que tan solo en 4 meses del año anterior, el político preso más famoso en el Reclusorio Oriente de la Ciudad de México otorgó ocho mil concesiones de taxis, pues al mismo tiempo constituían una mina de oro con la entrada de dinerito fresco, con todo y que hayan sido entregadas a operadores del PRI, reporteros, y el colmo, a sacerdotes de la iglesia católica.
Y dinerito fresco, cuyo destino, la mitad de la población y la otra mitad, imagina.
Más aún:
El hecho de que en un par de líneas camioneras del transporte urbano de pasajeros la yunicidad descubriera que fueron concesionadas a malandros connota la alianza entre políticos y carteles y cartelitos.
El proceso penal a Javier Duarte y duartistas va caminando.
Hay aún cien denuncias penales en contra de igual número de políticos en la Fiscalía.
Pero mientras “son peras o manzanas”, las redes sociales ya juzgaron a todos ellos, pues en la percepción ciudadana quedó claro que el sexenio anterior desbarrancó a Alí Babá y sus 40 ladrones.
La frase de Fidel Herrera Beltrán de que los vecinos de Tlacotalpan “no tenían llenadera” cayó como anillo al dedo al duartazgo.
Los vientos que dejaron solo huelen a podredumbre.
Y muchos, muchísimos que ahora “se dan golpes de pecho” quedaron embarrados.