La UV, de mal en peor
Luis Velázquez
La Universidad Veracruzana, UV, se está achicando. Mal. Mal porque es la casa de estudios más grande, con sentido social. Y mal, porque es la más prestigiada. Y mal, porque los colegios privados están engordando. Y mal, porque si 6 de cada 10 habitantes de Veracruz están en la miseria, la pobreza y la jodidez, peor el destino de la economía familiar y los hijos.
Peor aún: mientras en años anteriores la UV dejaba fuera a unos veinte mil jóvenes promedio en cada ciclo escolar, ahora serán 24 mil 653.
Un promedio de 40 mil 979 solicitaron el ingreso. Sólo serán admitidos 16 mil 326.
Vamos, pues, de mal en peor.
Claro, consuelo de tontos: cada año, la UNAM, centro de la disputa estudiantil, deja fuera un aproximado de cien mil jóvenes.
Y en uno y otro caso, y en los casos en que los padres pueden, con todo y sacrificios canijos de por medio, se van a las escuelas privadas.
Un cálculo aproximado dice que el 60, el 70 por ciento de los estudiantes en el país cursan en colegios particulares.
Por eso, muchos observadores advierten que la tendencia oficial es privatizar la educación. Y lo peor, desde el kínder hasta las universidades, incluidos, los posgrados. Muchos, la mayoría, posgrados “patitos”. La educación, convertida en un negocio de fariseos y mercenarios. Incluso, desde semestres anteriores llaman a los alumnos “los clientes”. Clientes, como si lo fueran de un antro.
Grave. En vez de fortalecer la educación oficial se le deja a la deriva. Casi casi, diría un católico, “a la buena de Dios”.
Y, bueno, con todo y que la UV está en los últimos espacios de la calidad educativa en el país, con todo y que mucho deja que desear la planta académica, la UV significaba la gran posibilidad, digamos, en otros tiempos, de cursar una carrera.
Pero, caray insólito, dejar fuera en el próximo ciclo a 24 mil 653 son palabras mayores de una desgracia peor que vendrá cuando el destino termine por alcanzarla.
ANDAR PIDIENDO LIMOSNA
Desde hace varios sexenios, la ANUIES, que aglutina a las universidades públicas, la ha pasado mendigando limosnas a los presidentes de la república en turno, bajo un eje central: más recursos y más apoyos en infraestructura.
Pero su clamor se ha estrellado en el menosprecio y el desdén. La palabra ofrecida, jamás cumplida.
Por el contrario, en el Congreso de la Unión el regateo para reducir el presupuesto a la educación superior.
Y como en el caso de Veracruz en el duartazgo, y también en el fidelato, el desvío del subsidio federal a la UV y que Javier Duarte, el preso de Guatemala, dejara en dos mil 400 millones de pesos.
Y que, oh paradoja, luego de cinco meses y 22 días de la Yunicidad, la deuda se ha incrementado, pues ningún centavo ha pagado.
Por eso, entre otras cositas, la reducción de obra pública. Y la infraestructura mínima pendiente. Y ni se diga la posibilidad de admitir a más jóvenes en el ciclo escolar en puerta.
Cierto, a diferencia del duartazgo, la yunicidad está entregando el subsidio federal y estatal de cada mes, pero que en todo caso significa una obligación.
Ha de recordarse que con todo y su movimiento de resistencia pacífica (plantones, marchas, desplegados, cabildeo federal, juntitas, calendarización de pagos, etcétera), la rectora de la UV jamás logró que Duarte pagara el subsidio desviado.
Ni siquiera, vaya, y luego de su cabildeo con la Cámara de Senadores y la ANUIES abanderando la causa fue posible.
Ahora, y en rara y extraña contradicción, la yunicidad tampoco abona ni un centavo, inculpando al preso de Guatemala de todos los males de la caja de Pandora.
Pero al mismo tiempo, la rectora callada, sumida y sumisa, en la peor resignación cristiana, que es la muerte de la esperanza, como decía Albert Camus.
Y es que lo peor de la vida es cruzarse de brazos creyendo que los milagros todavía existen.
EL PEOR DE LOS TIEMPOS
Ningún investigador ni académico de la UV ha dado seguimiento a los jóvenes rechazados.
Tampoco en la LXIV Legislatura, un solo diputado ha expuesto en la plenaria el asunto el achicamiento de la UV.
Lo peor: la burocracia se ha instalado en la rectoría y en el mejor de los casos ahí la llevan.
Nadie sabe, y como en otros tiempos, el destino (ahora) de los 24 mil 653 muchachos a quienes las puertas de la UV se han cerrado, y en el mejor de los mundos, a esperar un año a ver…
Hay por ahí una que otra oportunidad. La UPAV, tan desprestigiado que fue dejada. Los Tecnológicos, donde también hay examen de admisión. Las universidades “patitos”. Y las otras, digamos, “las mejorcitas”, pero al mismo tiempo, caras, prohibitivas para la mayoría de la población, y más si en el seno familiar hay varios hijos en la edad de la educación superior.
Así, la leyenda bíblica de la cultura política de que los jóvenes, ajá, son el futuro de la nación, por los suelos.
Peor si se considera lo siguiente: hay tanta competencia que la licenciatura resulta insuficiente. Incluso, los posgrados, pues en la mayoría de los casos hay profesionales para el subempleo, el desempleo y los miserables salarios de hambre.
Se vive y padece, entonces, el peor de los tiempos, con todo y que Charles Dickens escribió que era el mejor…