Luis Velázquez
Veracruz.- Veracruz se ha vuelto un gigantesco espacio negro. Mejor, un hoyanco sombrío y sórdido. La muerte es el alimento diario. Días y noches pesadas. Pesadísimas. Horas enturbiadas, incendiadas, huracanadas.
Un mismo día, el jueves 7 de diciembre, siete asesinatos en Coatzacoalcos.
Una mujer más, de 45 años de edad, asesinada en la colonia Maver, de Xalapa, para robar su automóvil.
En Jáltipan, otra mujer asesinada. Degollada, cuando descansaba en una hamaca frente a su casa de adobe y lámina.
Horas antes, en la capital, la sede de los tres poderes, la sede del arzobispado, la Atenas del Golfo de México, la familia y los amigos lloraban el crimen de Ruth Magali Hernández Marín, de 19 años de edad, 13 días desaparecida.
Igual, o peor daño traumático habrá impactado a los dos niños que jugando con su mascota descubrieron su cadáver en un tanque de agua.
En las calles y callejuelas, en los pueblos y las carreteras, la gente está muriendo y sus cadáveres exponen en la vía pública la histórica estrategia de los realistas en la guerra de la Independencia en que colgaban los cadáveres de los árboles a orilla del camino para intimidar a la población.
La mismita estrategia del presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, en la guerra de Vietnam.
En contraparte, las Kardashian de Veracruz (Anilú Ingram, Elizabeth Morales, Indira Rosales San Román, Jazmín Copete, etcétera) luchando por quedarse con la candidatura al Senado, en tanto la ex diputada de MORENA, Miriam Judith González Sheridan, peleando con Rocío Nahle, dicen en el pueblo, que por celos políticos, AMLO en el centro del vértigo.
El viejo adagio popular lo dice, ni modo, con perversidad:
“Unos al pozo y otros al gozo”.
En medio, un gobierno rebasado por completo.
“Ciudad negra, colérica y cruel”, escribió Efraín Huerta en su poema “Declaración de odio”.
HERVIDERO DE PASIONES REVOLCADAS
Días y noches crudas. Veracruz, hervidero de pasiones revolcadas. Los narcos, disputando la jugosa plaza. Autopista, tres puertos marítimos, pistas clandestinas, ríos pacíficos donde pueden tirarse cargamentos de droga desde un helicóptero, policías dóciles y frágiles. Impunidad, de ñapa.
Cada día los habitantes pierden la ciudad. Y cada vez los malandros se adueñan de la vida cotidiana.
Hay, por ejemplo, poblados con Estado de Sitio, entre ellos, Soledad de Doblado, donde el gobernador Yunes dejara, como dicen, “enterrado el ombligo”.
A las 7 de la noche, cuando apenas, apenitas pardea, las familias concentradas en sus casas, porque entonces se escucha el rechinar de las motocicletas tripuladas por los malandros.
Una ciudad, entonces, y como tantas, sin vida. “Una ciudad sin esqueleto” social, donde “la muerte tiene permiso”.
El colmo: en el Senado de la República presentaron el “Mapa del feminicidio” y que sustituye por completo el mapa, digamos, de los llamados “Pueblos mágicos”, ahora cuando el secretario de Turismo, Leopoldo Domínguez, sueña con “la ruta del plátano y la ruta del cítrico” para multiplicar, ajá, la avalancha turística.
Tres mil 778 feminicidios en el país, cometidos del año anterior a la fecha, y de los cuales 113 eran niñas menores de diez años y 170 adolescentes.
“Esas muertes horribles, porque quienes las matan dejan los cuerpos destrozados, las asesinan con saña, a veces las calcinan, las descuartizan y las desfiguran”.
Caso Veracruz. Ruth Magali Hernández Marín. Trece días desaparecida, y luego, su cadáver tirado en un tanque de agua en una de las zonas poblacionales más jodida, más pobre, “pobre entre los pobres” de Xalapa.
Peor tantito si vamos a los cuatro niños (de 3, 4, 6 y 7 años) asesinados en una colonia popular de Coatzacoalcos. Y el niño asesinado en Tantoyuca. Y la niña en la plaza comercial de Córdoba.
El “Mapa del Feminicidio”, donde el listado de asesinatos se puede contar por estados, fechas, nombres, posibles homicidas (un familiar, un amigo, un vecino, un conocido, un compañero de trabajo, una pareja, una ex pareja”.
Días sórdidos, donde el discurso del odio descarrilla el discurso de la república amorosa que antes predicaba Andrés Manuel López Obrador y ahora, también, Miguel Ángel Yunes Linares.
NUMERALIA DEL DESENCANTO SOCIAL
Ironías de la vida:
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI, el año 2016 fue fatídico para las mujeres.
Durante el año anterior, ocho mujeres fueron asesinadas en promedio cada día en las 32 entidades federativas.
Las tasas más altas fueron (y en orden descendente) Baja California, Colima, Chihuahua, Guerrero, estado de México, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Sinaloa, Tamaulipas y Zacatecas.
Veracruz, con Javier Duarte y Flavino Ríos Alvarado de gobernadores, descendieron en la escala de la violencia.
Quizá algunas de sus barbies habría dado un manotazo para que las mujeres fueran, hasta la posibilidad admite, intocadas e intocables.
Ahora, sin embargo, estamos a punto de una segunda Alerta de Género.
Voz de alerta, sin embargo, que al mismo tiempo es voz de desencanto, esperanza frustrada.
Y más, cuando el secretario de Seguridad Pública justifica su incompetencia repitiendo el estribillo de que la mayor parte de las muertas de Veracruz se deben a la violencia intrafamiliar.
Veracruz era el paraíso. Ahora, en el barco azul que navega sólo se topa con playas ensordecidas con la nueva versión de los Piratas de Lorencillo atrás del botín.
Únicamente falta que un día el cardenal Juan Sandoval Iñiguez sea invitado a una misa concelebrada en la Catedral de Xalapa para repetir su visión filosófica y criminalística de que hay feminicidios porque las mujeres son provocativas.