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Expediente 2017: “El llanero solitario”

El Piñero

Luis Velázquez


Pocos, excepcionales, casos se dan de diputados locales y federales y senadores (conscriptos de la patria les llamaban en Roma en el tiempo de los Césares dice Suetonio) que además de legislar (legislar las leyes que ni los mismos políticos respetan), efectúan una gestoría social.
Incluso, en muchas casos, la mayoría quizá, llegan al colmo de establecer su llamada Casa de Gestoría Social, pero ni así. Puro reality-show.
Ellos creen que sólo con levantar el dedo para aprobar las iniciativas ya de otros, ya de su bancada en conjunto, ya de otras bancadas (sobre todo, la aplanadora) basta y sobra.
En un tiempo (todavía hoy) les llamaban los turistas de sus distritos porque sólo suelen caminar en el distrito en el tiempo de la campaña electoral y quizá, acaso, cuando ya se van, para rendir, oh paradoja, un informe de su gran labor legislativa…aunque sólo haya sido levantando el dedo.
Más aún: la historia electoral demuestra que cuando en las urnas se eligen a los legisladores, la concurrencia ciudadana con credencial del INE descarrila hasta el fondo del precipicio, pues a pocos electores interesan tales comicios.
Peor tantito: el ciudadano común y sencillo tiene la percepción de que los diputados llegan a la curul pensando en el cargo público siguiente, y de paso, con la obsesión de relacionarse con el mayor número de colegas de cara al futuro que sigue, por si las dudas, digamos, alguno llega a gobernador o a presidente de la república, mínimo, a secretario de Estado.
Hay, entonces, sobre los diputados y senadores un desencanto creciente en un país que tiene leyes de sobra y que más allá, digamos, de ser actualizadas, lo que se necesita es cumplirse “al pie de la letra”.
Por eso, cuando en medio del montón (500 diputados federales, por ejemplo) aparece un legislador que convierte la gestión social en un apostolado religioso, cuestión de ética y moral pública, y de respeto al elector, pero también, a sí mismo, entonces, el corazón se inflama con la esperanza de que “no todo está podrido” y que en el largo y extenso túnel de la vida pública hay una lucecita.
Es el caso, por ejemplo, del senador Pepe Yunes Zorrilla, quien desde hace casi cinco años viene tocando las puertas federales para cabildear recursos económicos, concretos y específicos, para los presidentes municipales de Veracruz y para los sectores organizados.
Y más aún porque con todo y la famosa “Operación licuadora” (también denominado “Operación trituradora”) que consiste en desviar fondos públicos a otros programas, a otras regiones, a otros bolsillos y/o al jineteo bursátil, Pepe Yunes ha cabildeado que desde la secretaría de Estado correspondiente depositen los recursos en forma directa a los beneficiados.
Y tal actitud, filosofía de vida, creencia firme, expresa su honestidad “a prueba de bomba” en un Veracruz con tantos descarriates de los políticos y en un país ubicado en los primeros lugares mundiales de la corrupción política.

GRAN GESTOR SOCIAL

El fin de semana el senador estuvo en Tezonapa, una región flagelada por el tsunami de la violencia, y en donde desde el homicidio con 120 balazos de Roque Spinoso Foglia en el sexenio de Agustín Acosta Lagunes, han asesinado a un aproximado de veinte líderes cañeros, todos en la impunidad, además del crimen del reportero Armando Saldaña Morales, el 4 de mayo de 2015, tiempo oscuro, sórdido y siniestro del ex priista Javier Duarte, y con quien Pepe Yunes siempre tuvo un cortocircuito canijo.
En Tezonapa efectuó un balance de su trabajo senatorial…, pero por el lado de la gestoría social.
Por ejemplo, recordó, modesto, prudente y mesurado como es, la oportunidad que tuvo de ser “factor de negociación durante la caída del precio de la caña en la zafra en 2013  para que la Federación pusiera atención en el tema cañero.
Y fueron cerca de mil 500 millones de pesos y posteriormente otros cerca de mil 300 millones para la zafra subsiguiente las que pudo gestionar”.
También dijo que ha acompañado a los cafeticultores del estado en la gestión de recursos importantes.
“Una gestión de 400 millones hace dos años. Otra del año pasado, por 110 millones de pesos. Vamos por otro recurso más por tercer año consecutivo para que los cafeticultores puedan tener atención”.
Así, dijo que estaría atento para responder a los productores de hule de Veracruz “como lo hemos hecho con los cañeros, con los cafeticultores, con los citricultores, con los pescadores.
Estas actividades son las que le dan de comer a los veracruzanos. Yo no entiendo ninguna responsabilidad pública que no pueda estar vinculada con las actividades que le producen riqueza al estado y que le generan sustento a las familias de la entidad”.
A la fecha, por ejemplo, ha cabildeado apoyos por más de cinco mil millones de pesos para los productores y presidentes municipales, como ningún otro diputado local ni federal ni senador de la república.
Una gestoría sin precedente en la historia legislativa de Veracruz, ni siquiera, vaya, en el momento actual.
En su momento, y no obstante el celo enloquecedor de Javier Duarte, Pepe Yunes cabildeaba (y lograba) lo que Duarte jamás, siguió para adelante, como también continúa hoy.

A TODOS IGUAL, PAREJO

Ninguna ley obliga a un legislador a la gestión social.
Y menos, cuando la generalidad ha vuelto hábito, costumbre y práctica, entre otras cosas, viajar por el mundo a cónclaves innecesarios e improductivos (con cargo al erario) y a mirar el Congreso de la Unión como la antesala para un cargo público superior.
Por eso, la grandeza política, social y legislativa, pero también humana, del senador Pepe Yunes.
Más que las palabras y más allá del fuego incendiario y volcánico de las palabras y más, mucho más allá de las acusaciones flamígeras entre los políticos, pian pianito, el cabildeo para bajar recursos federales a Veracruz.
Además, porque desde el primer mes de su escaño senatorial, hace casi cinco años, inició su gestoría.
Incluso, sin detenerse en las posiciones, digamos, partidistas y políticas de cada sector productivo ni tampoco de los presidentes municipales.
A todos, igual, parejo.
Más, mucho más se ganaría si los legisladores federales integraran un frente común en el Congreso de la Unión por Veracruz para dignificar la calidad de vida de los ocho millones de habitantes.
Pero, bueno, “ni una golondrina anuncia (necesariamente) el verano” ni tampoco soñar cuesta.
Yunes Zorrilla, no obstante, continúa soñando con lo que ha significado su filosofía de vida.
Legislar, claro, pero también, cabildear recursos.

 

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