Luis Velázquez
Veracruz.-Igual que Og Mandino y Donald Trump, igual que Al Capone y “Chucho El roto”, Karime Macías tenía, o tiene, su decálogo… para volverse millonaria en “menos de lo que canta un gallo sexenal”.
Se ignora si su decálogo, descubierto en la bodeguita de Córdoba (Ernest Hemingway tenía su “Bodeguita de en medio”), Karime lo aprendió en la vida práctica o en todo su caso lo derivó de algún libro de superación personal comprado en el mercado popular en la lista de libros incunables.
Quizá, claro, resumió la lección familiar que, por ejemplo, convirtió a su padre en un litigante famoso en el sur de Veracruz y en Chiapas con las fincas cafetaleras, allí mismo donde los indígenas suelen cargar en hombros al góber precioso, Manuel Velasco Coello.
El caso es que el DIF azul bien podría convertir en leyenda aspiracional el decálogo, pues está claro que a la esposa de Javier Duarte, y a Duarte mismo, les fue muy bien, con todo y que ahora anden “a salto de mata” desde hace 128 días, al final de los cuales, dice Og Mandino en su recetario, verán la luz, pues luego de un huracán siempre llega la calma y luego de una mala noche hay un amanecer agradable.
La luz, digamos, de la libertad absoluta, con el karma y la buena vibra por delante.
Y más, porque en su diario personal (el diario de Ana Frank), Karime juró planear su vida alrededor de Duarte…, prueba de un amor indestructible.
Su decálogo significa una envidia enciclopédica para Carlos Slim Helú, quien a los 8 años de edad inició su desarrollo empresarial vendiendo dulces a la hora del recreo en la escuela primaria y así se convirtió en uno de los hombres más ricos del planeta, dueño, entre otras cositas, del periódico The New York Times, uno de los más poderosos e influyentes del planeta.
Tal cual, “Los diez mandamientos” son poca cosa para Karime.
En el menor de los casos se diría que cada quien su decálogo.
ESTRATEGIA FINANCIERA DE KARIME
En el artículo octavo, por ejemplo, dice lo siguiente:
“Buscar negocios para invertir”.
Por eso, bendito sea Dios y/o el Señor Todopoderoso y Superior en que cada quien crea, así se llame Buda, Alá, Adolf Hitler, Francisco Franco o Donald Trump.
Y es que, por ejemplo, si Duarte ganaba algo así como cien mil pesos mensuales como góber tuitero, dado su tren de vida era insuficiente para cubrir las necesidades familiares, y de ñapa, pensar en más negocios, toda vez que en su diario, Karime anotó que “merece abundancia”, y cuando hablaba de “abundancia” se refería, claro, entre otros cositas, al billete.
Y por añadidura, entonces se entenderían algunas razones para explicarse “la ordeña” de las participaciones y subsidios federales que llevaron, según la Auditoría Superior de la Federación, al peor saqueo en la historia nacional en el siglo XXI, anexos y conexos.
Queda claro que el genio financiero para “buscar negocios para invertir” era, entre otros, Moisés Mansur Cisneyros, “El Moy”, quizá, con el diputado Juan Manuel del Castillo, el hombre más cercano, el amigo, el otro yo, de la pareja gubernamental integrada por Karime y Duarte.
La vida, pues, con todo y su esoterismo, reducida a los negocios.
Y los negocios desde el poder y con todo el poder económico del mundo.
Por eso, en el artículo nueve de sus mandamientos, Karime consignó otra leyenda:
“Mantenimiento de propiedades”.
Se insiste: “propiedades”.
Es decir, varias, muchas, un montón, mínimo, en Veracruz, México, Estados Unidos y España.
Es decir, el decálogo de Karime resultó más efectivo que la tabla de “Los diez mandamientos” que Jesús entregó a Moisés para salvar a la humanidad, aun cuando, claro, en Sodoma y Gomorra les valió, pues el pueblo terminó consumido por las llamas debido a tantos pecados carnales, donde la vida giraba alrededor de los becerros de oro y del sexo…y que redujo al Marqués de Sade en una simple caricatura.
KARIME, LA JEFA MÁXIMA
El primer mandamiento de Karime era el siguiente:
“Relación con todos los secretarios y seguimiento para que reporten (con nosotros)”.
Y es que en el duartazgo siempre se aseguró que Karime fue la jefa suprema en muchas decisiones, a tal grado que los secretarios del gabinete legal y ampliado se le cuadraban.
Casi casi una Estelita Perón. Una Carmen Romano de José López Portillo. Una Irma Serrano, “La tigresa”, con Gustavo Díaz Ordaz. La esposa de Daniel Ortega en Nicaragua, también esotérica como Karime.
Sin embargo, el mandamiento número dos está relacionado con el primero. Dice:
“Relación con empresarios para que reporten”.
Es decir, que nada dejó fuera Karime gracias, entre otras cositas, a su diario, donde solía contar y confiar sus días y sus preocupaciones como “la primera dama”, ajá, de Veracruz.
Todavía más. Mandamiento número 4:
“Relaciones económicas con otros actores políticos y medios de comunicación”.
A un lado, un asterisco. Ojo, Moy.
Ningún negocito, pues, quedó fuera. Por eso el éxito de llevar un diario y que ahora, ni hablar, la Fiscalía aplica los exámenes periciales para determinar, dicen, la autenticidad de su letra.
En el rincón del mundo donde la pareja se esconda estará dándose golpes de pecho porque en la fuga el 17 de octubre del año anterior se les olvidó el diario.
Y ahora el diario cayó en manos de la Yunicidad por culpa de algún traidor que todo despepitó para salvar el pellejo.
Al decálogo de Karime le faltó el mandamiento número once y/o en todo caso una posdatita resumida de la siguiente manera:
“Preparar el gran escape” y/o su sinónimo, “que nadie te caiga de sorpresa” y/o “desconfía de todos, de los amigos primero”.