Luis Velázquez
Veracruz.- Vivió la delegada del CEN del PRI en Veracruz horas, días de angustia. Su lámpara de Diógenes se había fundido buscando el candidato a la alcaldía de Boca del Río. El tiempo caminaba, incluso, con vientos huracanados.
Entonces, Lorena Martínez, derrotada a la gubernatura de Aguascalientes, se acordó de una antigua amiga. Yuri, la cantante jarocha. ¡Sálvame”! le habría dicho. Y sin más, le ofreció la candidatura:
–No, gracias. Estoy muy ocupada, dijo Yuri, con “La Voz Kids” de Televisa.
Alguien que anda por ahí se acordó de Tere Malpica de Estandía, la esposa de Anselmo Estandía, aquel que estuviera preso un día y una noche y lo raparan y le tomaran la foto.
–No, gracias, dijo la señora Malpica, quizá, acaso, digamos, acordándose de las horas vividas.
Más angustiada que nunca, la delegada ofreció la candidatura a un priista.
–Acepto, le dijo el abogado Héctor Muñiz, presidente del comité municipal del PRI y ex líder cenopista, el sobrino del maestro de maestros, Avelino Muñiz García.
Pero de pronto, zas, los enemigos y adversarios emboscados lo tumbaron del caballo a la mitad del río.
Para entonces, la delegada se la había ofrecido a Raúl Zarrabal Ferat, ex diputado y ex regidor, “el chaparrito cuerpo de uva”.
–Gracias, dijo. Son días de guardar y de sumirse. Tengo cuentas pendientes en la SECOM. Y Yunes me puede apretar por ahí.
También llamó a la puerta del odontólogo Ramón Ferrari Pardiño, ex alcalde boqueño, ex diputado federal, ex titular de la CODEPA (aquel tiempo en Tlacotalpan) y ex secretario de Desarrollo Agropecuario.
–Gracias, dijo el líder de “Los bembones”. “El chapito” (Joaquín Guzmán Avilés) ya me denunció en la Fiscalía. Y si me muevo, Yunes me hunde.
La delegada se creía y sentía atrapada y sin salida. Mejor dicho, en el túnel más largo y extenso de su vida. Descarrilada en la ruleta rusa.
Entonces, oh Dios santo, Dios que es tan grande, desde alguna sombra del poder, desde el pasado que es presente, apareció el gran góber fogoso.
–Yo tengo el candidato ideal, le dijo Fidel Herrera Beltrán.
Y el almirante Sergio Lara Montellano, de 72 años de edad, ex director de la Escuela Naval, ex comandante de la Zona Naval del Golfo, fue ungido candidato.
Lorena Martínez respiró tranquila. El fogoso la había salvado.
¡Ay, Fidel, te queremos Fidel, te queremos!, con todo y Javier Duarte, tu hijo putativo.
LAS REGIDURÍAS TIENEN PRECIO
Pero hay veces en la vida cuando la noche es peor que “la noche de los cuchillos largos”. Y sólo falta que un perro nos orine.
Poco duró el gusto a la delegada.
El almirante invitó un cafecito a Sergio Pazos junior, la gran revelación priista del duartazgo.
–Tú ya fuiste candidato, le dijo, y te ayudaron. Tú debes ayudarme.
–Sí, claro, almirante, reviró Pazos junior. Yo lo ayudaré. Tiene mi apoyo.
–No, Sergio, no me has entendido. Cuando digo que necesito tu apoyo me refiero a dinero. El PRI sólo me dará cien mil pesos.
–No, almirante, no, a mí nadie me ayudó.
Y cuando el almirante insistiera, Pazos junior pidió la cuenta y se fue, encabritado.
Entonces, las elites priistas se lanzaron en tropel atrás del almirante. Todos, peleando la candidatura a la regiduría primera, seguros, segurísimos de que la derrota era, es inminente, y más, en el feudo de la dinastía Kennedy de Boca del Río.
Pero nadie “contaba con la astucia” previsora del almirante. Quizá, digamos, de sus guardias pretorianos.
Y cuando los grupos y los grupitos y las hordas y las tribus rojas (los Ferrari, los Pardiño, los López Rosado, los Contreras, los Muñiz, los Zarrabal, etcétera) se lanzaron a la rebatinga de la regiduría primero, se toparon con una realidad adversa:
Las candidaturas a las regidurías tenían precio y a todos intentaban clavar la fiaca.
Los precios eran así:
Regiduría primera, 500 mil pesos.
Regiduría segunda, 400 mil pesos.
Regiduría tercera, 300 mil.
Direcciones en el Ayuntamiento (por si un milagro el PRI ganara en las urnas), 200 mil pesos.
Y el pago, luego luego, en efectivo, como cuando en “la plenitud del pinche poder”, el emperador romano, Calígula, ordenó a su gente que revistieran los pisos de todas las oficinas y habitaciones de su palacio con el oro y la plata y los billetes y luego se quitara los zapatos y caminara encima del dinero para sentir el karma entrando a su cuerpo por la planta de los pies.
LA PEPENA CARROÑERA
Así está viviendo el PRI su tiempo en Veracruz como partido de oposición.
Derrotados, y lo peor, sin esperanzas.
Mejor dicho, sin un líder (Renato Alarcón) y sin una delegada (Lorena Martínez) y sin figuras morales (Fidel Herrera y Héctor Yunes Landa, por ejemplo) que como Winston Churchill les ofrezca “sangre, sudor y lágrimas”, pero que los lleve a la victoria.
Padecen el peor de los tiempos. La noche más oscura de sus vidas. Y de ñapa, en la desvergüenza, todos peleando como loquitos la candidatura a la regiduría primera, porque sería la única que tienen amarrada.
Todos, pues, en la pepena carroñera.