Luis Velázquez
Veracruz.- Cartita de Migue a Fide:
Ahora sí, te llegó la hora cero. Yo soy el tótem. Y tú estás en la mira. La Fiscalía te ha citado para hoy lunes. Si desacatas la orden serás multado. Pero también, detenido por la policía por desobediencia.
Muchos años esperé el momento. Nunca antes logré mi objetivo, que al mismo tiempo, constituye mi felicidad.
Pero ahora soy el jefe máximo. Y todo el aparato oficial está en tu contra. Es la orden. Seguirte la pista por donde se pueda.
Ya ves: tu hijo putativo ya está preso. Tengo a ocho más encarcelados. Y aun cuando más caerán, tú eres lo que llaman “la joya de la corona”.
Y de un hecho debes estar seguro: mi corazón sólo tendrá reposo cuando pises la cárcel. Y si antes te acusé de que eras el Zeta 1, ahora los vientos me favorecen.
¡Voy por ti! ¡No lo dudes! ¡Yo sí tengo pantalones! ¡Y no soy un farsante! ¡Cumplo con mi palabra!
Cartita de Fide a Migue:
Ya veremos. Ni estoy maniatado ni soy ciego. Cierto: durante muchos años has ladrado en el desierto. Tu odio ha sido estéril. Nunca ha encontrado eco en las instancias.
Te has pasado de tueste. Entiendo: los genes y las vísceras te ganan. Eres hombre de tempestades y pierdes el control.
Hombre sin reposo, balandroneas demasiado.
Nunca has podido probarme nada. Igual que tú, ni soy honesto ni como lumbre. Pero aunque sueles espiar a todos, ninguna prueba tienes en mi contra.
De ser necesario, claro, nos veremos en los tribunales. Y si tú tienes aliados, también yo. Y ni modo que tantos años después me hagas temblar.
Has sembrado el terror y el pánico en algunos colegas. Allá ellos y sus enjuagues. Pero conmigo, te topaste “con la horma de tu zapato”…, y que por cierto, dices tú, eres del tabasqueño.
Por regla general, nunca he contestado a tus impulsos y bravatas. “A palabras necias, oídos sordos”.
Y para que haya baile se necesitan dos. Y dos también para subir al ring.
Pero si a citatorios vamos, entonces, con la ley por delante ya veremos.
Cartita de Migue a Fide:
Benito Mussolini decía que “la multitud ama al hombre fuerte”. Y yo lo soy. Soy el hombre fuerte de Veracruz. Y la población está conmigo. Y ellos quieren verte en la cárcel. Y cumpliré su encomienda.
Cierto, en todos los pueblos del mundo ha existido una relación de amor y odio con el político en turno.
Pero me he ganado a pulso el cariño de la gente. Y más aún, su confianza. Y por eso, en ningún momento los defraudaré.
He encarcelado a tres ex gobernadores. Y tú, serás el cuarto. Y si me alcanza el tiempo, iré por el quinto. Y ahí me detengo, porque de lo contrario, el sexto, que está vivo, fue mi tótem. Y ni modo de escupir para arriba. Pero ganas me sobran, pues aun cuando me encumbró fue el culpable de mi primera derrota en mi legítimo sueño.
Ya lo dijo Salvador Díaz Mirón: “La adversidad podría quitarme el triunfo, pero no la gloria”. La gloria de acalambrarte.
Cartita de Fide a Migue:
Igual que todos al principio de un sexenio levantaste expectativas. Pero pronto el desencanto social llegó.
Has perdido feeling en la encuesta. La sangre sigue corriendo en el carril social. Los días y noches son sombríos. Te dejan cadáveres hasta con sombrerito patrio y en un fraccionamiento llamado, oh paradoja, “El ensueño”.
Tus parientes ya te reprocharon la “Operación Osterizer”. También, el presunto jineteo bursátil. Y han exigido rendición de cuentas de los fondos federales. Y hasta te exhibieron en el Senado.
Por eso, igual que el gordito, te creaste un mundo color de rosa. Tu castillo de arena. Tu edificio de naipes.
Y aun cuando dices que “es fácil criticar desde afuera” (lo mismo que has hecho toda la vida), ahora, en tu vida sólo cuentan los hechos y los resultados.
Y andas mal.
La encuesta te ubica en caída libre.
Y por tanto, “toda alabanza en boca propia es vituperio”.
Cartita de Migue a Fide:
Ya veremos “de qué cuero salen más correas”. Y dirás lo que sea. Pero ya gané el trono imperial y faraónico para un hijo. Y tengo todo listo para el otro. Y he derrotado en tres ocasiones a tu partido y que, bueno, ni hablar, también fue mío. Pero ahora, igual que Gregorio Samsa, cambié de piel.
Más todavía: llegaré más lejos que tú.
Mis huestes ya me destaparon de precandidato presidencial. Unos plumíferos me ubican en el CEN. Y los azules y hasta los rojos me necesitan para descarrilar más al tabasqueño, de quien tengo listo su expediente negro.
Muchos se han burlado que nunca cimbré a México. Todos ellos ignoran que lo estremecí, pero desde adentro de las entrañas, digamos, desde Los Pinos, pues en política las puertas se abren desde adentro.
Y en cada espacio donde esté seré su Waterloo.
Cartita de Fide a Migue:
Todos soñamos. Y si la rectora de la UV dice que el gordito “nos quitó el derecho a soñar”, sueña tú.
Los hombres como tú siempre padecen sueños mesiánicos. “Mucho gritonean y poco aprietan”. Y como dice el proverbio: “De lengua me como un taco”.
En más de dos décadas has soñado con ser mi Waterloo. Y has terminado en la estepa siberiana. ¡Pura lengua!
La historia se repite unas veces como tragedia y otras como comedia. César, el emperador, por ejemplo, olvidaba a sus enemigos. Pero Mussolini era igual que Bismarck, que los odiaba. Tú, odias. Pero con tanto odio el corazón y las neuronas se pudren. Y el hombre vive rumiándose para dentro.
Deja de rumiar. Y trabaja, pues así como vas sólo estás exponiendo, más todavía, el orgullo de tu nepotismo.
Tu discurso ya perdió sentido. Y tú estás dislocado.