Luis Velázquez
Con unos duartistas presos en el penal de Pacho Viejo y otros con la guillotina azul encima se está reproduciendo la vieja y prosaica historia de las ratas que cuando sienten el barco hundirse se tiran al mar, ansiosas de salvar la vida.
Por ejemplo:
Mauricio Audirac Murillo, ex titular del ORFIS (Órgano de Fiscalización Superior, ex Contralor, ex secretario de Finanzas y Planeación, fidelista puro), “se curó en salud” y aseguró que los corruptos son Carlos Aguirre Morales, ex de SEFIPLAN y prófugo de la justicia, y el diputado federal Antonio Tarek Abdalá, quien libró el desafuero en el Congreso de la Unión y evidenció la cuchilla del Fiscal, metido con su hermana en un reality-show de “El peje”.
Ahora, María Georgina Domínguez Colio, ex directora de Comunicación de Javier Duarte, ex fidelista, condenada a un año de cárcel preventiva, lanzó una pedrada gigantesca en contra de los siguientes actores políticos:
Uno. Alberto Silva Ramos, diputado federal, y ex vocero duartista.
Dos. Juan Octavio Pavón, ex vocero del duartazgo.
Tres. Irma Chesti, la vocera de 48 días con el gobernador interino, Flavino Ríos Alvarado.
Cuatro, la mayoría de los exsecretarios de Finanzas y Planeación.
Y cinco, Othón González, el cabildero de Javier Duarte en asuntos mediáticos.
Todos, dijo, culpables del (presunto) desvío de recursos oficiales y de las empresas fantasmas.
Ella, claro, inocente, igual que se declarara Mauricio Audirac, mientras, ya se sabe, en la cárcel militar de Guatemala, Javier Duarte duerme, el pobrecito, en una cama de piedra escuchando cada noche música de fondo de Cuco Sánchez.
En contraparte, Gabriel Deantes Ramos, el primo de “El cisne”, ideólogo electoral que fuera del duartazgo y ex secretario de Trabajo, sigue ungiéndose ángel de la pureza, aun cuando le han congelado cinco cuentas bancarias, una de ellos, con diez millones de pesos, quizá, y como él mismo dijera parte de la herencia millonaria de su padre.
Y por añadidura, el diputado federal, Jorge Carvallo Delfín (“El hijo más ruin que he tenido” según dijo su padre), de plano rechazó que él “sea un sapo que está acusado sin pruebas” y se declaró otro ángel de la pureza.
Peor tantito: luego de que con Érick Lagos, Alberto Silva y Adolfo Mota formara parte de los guardias pretorianos de Javier Duarte que nunca dejaron pasar ni un alfiler entre ellos, reveló (¡sorpresotas que da la vida!) que “sostuvo una mala relación con Duarte” (Jair García, La Jornada), y por tanto, nada tiene de que avergonzarse.
EL SAPO QUE NO ES JORGE CARVALLO
El proverbio popular dice que en la enfermedad y en la cárcel y en la desventura se conoce la madera de que está armado el ser humano.
Y por eso mismo, resulta contrastante la filosofía de vida con que desde el reclusorio de Pacho Viejo los duartistas han mirado las denuncias penales en su contra.
Audirac y Gina despotricando contra otros a quienes señalan con el dedo flamígero de la honestidad con el único objetivo de salvar el pellejo.
Gabriel Deantes Ramos y Jorge Carvallo Delfín, declarándose más santos que las vírgenes del Edén.
Todavía más, Carvallo junior asegurado que Miguel Ángel Yunes Linares (igual que Gina Domínguez con su columna periodística, “Razón de estado” que publicara) ha desatado una persecución política en contra de todos ellos (Ibídem).
Así, con todo y que la Yunicidad tiene una ruleta rusa caminando en contra de todo lo que huela al sexenio anterior, Carvallo se proclamó el más íntegro de todos.
“Yo no tengo nada que ver con las empresas fantasmas. Ni con los desvíos de recursos. Ni con las medicinas clonadas. No soy un sapo”.
Pudiera, entonces, creerse que en efecto “no es un sapo”, porque en su tiempo de legislador se operó la naricita y se aplicó una liposucción y a estas alturas se ignora si también se habrá echado cuchillo en las pompis para lucir unas nalgas parecidas a las de Justin Trudeau, el primer Ministro de Canadá declarado el político con las sentaderas más excitantes y sensuales del mundo.
SILENCIO IMPRESIONANTE
En contraparte, resulta paradójico que Arturo Bermúdez Zurita, ex secretario de Seguridad Pública, y Francisco Valencia, ex titular de la Comisión del Agua y ex secretario de Comunicaciones, estén aguantando vara y en ningún momento hayan abierto la boca para desembuchar en contra de algún duartista a quien miren como corrupto.
Será estrategia. Será que son muy machitos. Será que apuestan a un bajo perfil por si concurriera algún pacto por ahí. Será que negocian su libertad devolviendo (digamos, solo digamos) el billete oficial desviado. Será que sus padrinos políticos cabildean menos años de cárcel. Será que se sienten perdidos y confían en un milagro. Y/o en todo caso se han resignado.
El caso es que mientras Audirac y Gina en el paquete de “las ratas de dos patas” y Carvallo y Deantes en el paquete de san Pedro negando a Jesús “antes de que el gallo cantara tres veces”, impacta (con todo y desmanes de que son acusados) el silencio de Bermúdez (desaparición forzada) y Valencia (cabildero del fogoso ante el PRD).