Luis Velázquez
Veracruz.- Una parte del duartazgo, el magistrado Edel Álvarez Peña estuvo entre las cuerdas. Fue cuando liberó por falta de pruebas a “El Silva”, presunto asesino de la reportera Regina Martínez Pérez, corresponsal de Proceso.
Entonces, Javier Duarte y los suyos se le fueron encima. El infortunio se emponzoñó en su contra. Había, claro, evidenciado al procurador de entonces, Felipe Amadeo Flores Espinoza. También al mismo Duarte, a quien don Julio Scherer García, fundador de Proceso, le había dicho sobre el asesinato de Regina: “No le creemos”.
En repetidas ocasiones, la primera vocera, María Georgina Domínguez Colio, echada pa’lante, amenazadora y amenazante, mirada de hierro, altanera, vicegobernadora le llamaban, le había dicho en su oficina del Tribunal Superior de Justicia que era un traidor al góber tuitero.
Incluso, la guillotina también se tradujo en la relación del poder con la prensa. Y de pronto, zas, le retiraron el convenio que el duartazgo tenía con sus medios.
Se había vuelto incómodo. Emitió un dictamen sobre “El Silva” y se volvió indeseable. “Estás conmigo o estás contra mí” le reprochó Duarte. “Estoy con la justicia”, le dijo, y demostró que el expediente estaba sostenido con alfileres. Pero además, que en tiempo y forma había avisado al entonces presidente del TSJ, Alberto Sosa, para dar el siguiente paso. Y jamás hubo respuesta.
Quiso, entonces, llevar la vida en paz. Y revisar el caso, pero antes, hablando con Duarte. Y jamás le concedió el legítimo derecho de audiencia.
Y lo aislaron.
Ningún duartista le contestaba el teléfono. Nadie le aceptaba un cafecito. Apenas y el saludo, y desde lejitos, con la mano, en un encuentro ocasional y fortuito.
Y aguantó vara.
Pleno en la libertad, decidió su presente y su futuro. Y sobrevivió a todos ellos. A Duarte, Gina, Alberto Silva, Érick Lagos, Alberto Sosa, etcétera.
DUARTE, SIN AUTORIDAD MORAL
Ahora, cuando desde el Reclusorio Oriente de la Ciudad de México, Duarte se queja de “una persecución política” en su contra y en contra de su gabinete legal y ampliado…
Y cuando truena en contra de la jueza Alma Aleyda Sosa Jiménez por estar negando amparos a los ex funcionarios de Duarte…Edel Álvarez Peña, presidente del TSJ, levanta la mano y dice:
“Duarte carece de calidad moral para decirse víctima de una persecución política y criticar a los jueces.
Fue uno de los saqueadores de Veracruz.
Lo único que se está haciendo es aplicar la justicia.
Cada sentencia emitida por los jueces (los jueces a su cargo) está apegada a derecho y van encaminadas a la justicia por todo el saqueo cometido”. (La Jornada, Jair García, 30 de agosto, 2017)
Dos políticos, entonces, ante la historia y ante el tribunal de la conciencia social.
Nadie pensaría, claro, que el presidente del TSJ se está vengando por lo que le hicieron en un tramo del sexenio anterior.
Por el contrario, con una formación jurídica, respetuoso de la ley, pero también devoto de la libertad y de la justicia, ha dejado en total libertad a la jueza Alma Aleyda Sosa de emitir su dictamen.
Y más aún, ahora cuando desde el Reclusorio Oriente el político preso que es Duarte (que otra cosa es el preso político), Álvarez Peña defiende a su equipo de trabajo.
“Duarte, dice, carece de toda calidad moral para criticar a los jueces”.
En un sexenio anterior, le ofrecieron una notaría para garantizar su futuro económico y la rechazó.
También le ofrecieron una diputación local y federal y la rechazó.
Como presidente del CDE del PRI perdió, por ejemplo, la candidatura al Senado de Pepe Yunes Zorrilla y supo transmitir el aliento y la esperanza en las horas adversas por más que pudo tratarse de una derrota manipulada.
Fue presidente municipal de Coatzacoalcos y nunca cayó en el juego político sexenal.
Prudente y mesurado, nunca le ha faltado el trabajo en la política ni tampoco en la vida privada, y con toda la autoridad moral se ha lanzado en contra de Javier Duarte.
AMIGO DE SUS AMIGOS
Amigo, “uña y carne” de Flavino Ríos Alvarado, el gobernador sustituto de 48 días, fue institucional en las horas adversas del año anterior.
Amigo de Fernando Charleston Salinas, fue solidario con su hijo, Fernando Charleston Hernández, cuando renunciara a la secretaría de Finanzas y Planeación en el duartazgo y más cuando deslindado del paraíso, el vocero Alberto Silva Ramos lo enfermara de epilepsia, tan ruin y miserable que fue.
Amigo de sus amigos, enalteció su amistad con Javier Egremy, a quien de paso otorgara una notaría para llevar una vida digna, y más en las horas terribles, como de igual manera ha enaltecido su relación (jardín que ha de regarse) con otros más, entre ellos, el maestro y experto electoral, Octavio Ramos Absalón.
Amigo de Roberto Madrazo Pintado, aquel que enfrentara al presidente Ernesto Zedillo, nunca, jamás, Edel Álvarez rompió su relación amical.
Durante los años sombríos de Miguel Ángel Yunes Linares como opositor priista, mantuvo el vaso comunicante de la amistad y que significa el único patrimonio de los hombres, más, mucho más allá de las pasiones desaforadas, con todo, incluso, que trabajó al lado de un par de gobernadores con los que el góber azul ha tenido cortocircuito.
Javier Duarte no es una víctima, es un saqueador”, ha dicho el presidente del Tribunal Superior de Justicia, tirando así “su espada en prenda”, digamos, por la yunicidad.
Pero también, para “poner a cada quien en su lugar”.
Cara a cara, frente a frente, un exgobernador y un magistrado presidente.