Luis Velázquez
Veracruz.- Durante varias semanas, el Consejo de Administración del Instituto de Pensiones, IPE, integrado en un 45 por ciento por líderes sindicales, cabildeó (en vano) una juntita con el director Hilario Barcelata, el señor de las barbies azules, con una de las cuales, según los trascendidos, viajó a Cuba un fin de semana.
Sentados en la sala de junta, el ingeniero Enrique Levet Gorozpe, máximo dirigente del Fesapauv que aglutina a unos siete mil académicos de la Universidad Veracruzana, UV, lo encaró:
“A ver, Hilario, tú publicaste que en el IPE hay un brutal saqueo. Y has culpado al Consejo de Administración. Queremos cuentas claras”.
Atrapado y acorralado sin salida, el investigador de la UV se salió de las cuerdas de la siguiente manera:
“Eso lo dije… cuando yo era un investigador. Y ahora, es otra cosa”.
Así, el profe de la barbita de chivo, considerado un economista de mentiritas, se fue por la tangente.
Pero…desde su toma de posesión, ha declarado la guerra a los dirigentes sindicales con representatividad oficial en el IPE.
Y por encima de todo en la mira tiene a Levet Gorozpe, quien desde los años estudiantiles está acostumbrado a la pelea.
“NO HAY NADA CONTRA TI”
Tan es así que, por ejemplo, por aquí tomó posesión ordenó al subdirector jurídico rastreara pistas de (presunta) corrupción del hijo de Levet, Enrique Levet Rivera, quien ocupara el mismo cargo en el sexenio anterior.
Peor tantito: en su locura trepidante hasta interpuso una denuncia en la Fiscalía, se ignora si para quedar bien con su jefe Rogelio Franco Castán, el secretario General de Gobierno a quien debe el cargo pues durante muchos años ha sido asesor económico y político de la elite perredista.
Fue cuando Levet Rivera, recién doctorado en Derecho Público por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UV con la tesis “Retos y perspectivas del sistema de pensiones de la UV”, se presentó en la Fiscalía por voluntad propia.
“No hay nada contra ti” le dijeron.
Para entonces, Hilario Barcelata ya había despedido al subdirector jurídico, pues con todo y que es economista en el pasillo tiene fama pública de que es un hombre bipolar, voluble y agresivo.
Y es que en cada nuevo amanecer, el titular del IPE sigue madreando a sus antecesores porque es parte de su juego político que vendiera a la yunicidad para ajustar cuentas con el pasado inmediato.
CONFUSIONES MENTALES
El penúltimo resbalón del funcionario fue denunciar que en el IPE desaparecieron 4,500 millones de pesos, primero, para quedar bien arriba, y segundo, para justificarse a sí mismo pues cuando era articulista digital lo aseguró sin tener pruebas.
Y por eso mismo, los líderes sindicales esperan la próxima juntita del Consejo de Administración para encararlo.
Y es que en el sofisma y en el tiempo de las noticias falsas y las mentiras, y de que Barcelata jurara y perjurara que tenía la fórmula para sanear el IPE y han transcurrido once meses y todo sigue peor, en la cancha ha confundido la realidad.
Una cosita, por ejemplo, es el saqueo en el IPE, mejor dicho, en el duartazgo.
Otra, el déficit que el IPE arrastra.
Y otra más, la deuda que el gobernador en turno ha arrastrado con el IPE.
A: El Consejo de Administración, en que participan los líderes sindicales, ningún centavito maneja para incurrir en un saqueo. Y si lo hubo fue en otro lado. Pero Barcelata vive empeñado en tirar lodo.
B: El déficit ha aumentado. Está en dos mil millones de pesos. Y el déficit se debe a una sola circunstancia: los ingresos, las cuotas y las participaciones son insuficientes para pagar las jubilaciones.
Y lo peor, en once meses ningún tiempo ha tenido Barcelata para elaborar una iniciativa de ley para reformar las reglas en el IPE.
Y C: Hay deuda en el IPE y está consignada.
BALANCE NEGRO DE ONCE MESES
Once meses después y como dato para el primer informe del gobernador, una parte del balance es el siguiente:
Uno. En tanto Barcelata ha integrado un equipo de 15 barbies (una de ellas trepó una foto vacacionando en Cuba y luego la bajaron), ha corrido, así nomás, en un día bipolar, al subdirector jurídico, a la subdirectora de finanzas y a los jefes de los departamentos que él mismo nombrara.
(Y hay quienes aseguran que el cese fue de manera grosera y ofensiva, pues el señor académico afloró su mesianismo).
Dos. El resto de funcionarios que sigue a su lado lamentan que sea más fácil hablar con el góber azul que con él. “Un problema hablar con él” dice uno. Y cuando hay la posibilidad es a través de un intermediario.
Tres. Tanto en el Orfis, Organo de Fiscalización Superior, como en la Fiscalía, han registrado que suele ocultar información, mejor dicho, manipular, y por tanto, sus denuncias son insustanciales.
Cuatro. Ha contratado mucho personal, por ejemplo, varios abogados, cuando son innecesarios. Y más, en un gobierno de austeridad.
Cinco. En vez de sumar en el IPE, caso Consejo de Administración, sigue pensando que sus antecesores fueron pillos y ladrones, y él es un ángel de la pureza, pensando que el karma lo protege de igual manera como cuando en la Facultad de Economía de la UV fue acusado por una estudiante de acoso sexual y le levantaron una acta circunstanciada y la libró.
Seis. Su permanencia en el IPE se debe a su protector, Rogelio Franco. Si Franco se mantiene en el cargo quizá también él… por añadidura. Pero si a Franco le va mal, y/o Barcelata sigue de mesiánico creyendo que el puesto es eterno, entonces, le irá peor.
Peor, claro, al IPE.