Luis Velázquez
10 de junio de 2017
Entre las elites políticas dan como un hecho que Américo Zúñiga Martínez será el nuevo presidente del CDE del PRI. Dejaría la alcaldía de Xalapa para, digamos, seguir la carrera de su padre, el maestro Guillermo Zúñiga, QEPD. Y recibiría un partido derrotado en las urnas en tres ocasiones: la gubernatura y el Congreso el año anterior y las alcaldías el domingo 4 de junio.
Enfrentará, por tanto, y de ser así, la misión superior de su vida, pues habrá, digamos, de resucitar al tricolor, con vientos huracanados en contra, cuando MORENA, de AMLO, está creciendo, y en el PAN viven la embriaguez del poder.
Todavía peor cuando el bienio azul tiene arrodilladas a las cúpulas priistas del duartazgo, y de las que en su oportunidad, Américo supo deslindarse, pues, y por ejemplo, nunca fue sometido por Javier Duarte actuando con una gran civilidad, y hacia el final del sexenio, hasta encabezó una caminata en su contra en la avenida Reforma de la Ciudad de México, interponiendo una controversia constitucional en la Suprema Corte de Justicia en defensa de los recursos oficiales.
El hijo del maestro Zúñiga dejaría la presidencia municipal de Xalapa y también el liderazgo nacional de alcaldes.
Y dadas las circunstancias habría de preguntarse si valdría la pena.
Y más considerando que en caso de terminar la alcaldía, el siguiente paso que tendría en su camino sería la inminente candidatura al Senado de la República el año entrante.
Y más, mucho más, porque como decía Rubén Figueroa, “la caballada está demasiada flaca,”, y ni modo de lanzar al carril electoral a candidatos débiles y frágiles ante un PAN y un MORENA en plena efervescencia.
Desde luego, y en caso de darse el paso, Américo podría, como presidente del CEN del PRI, buscar la candidatura, ya sea al Senado o como diputado federal.
Pero faltaría a la moral política, tan importante en su vida, pues sería juez y parte, y ni modo que asuma la presidencia y a la mitad del río se baje del caballo para el Senado.
Más, si como todo político que se precia de altos vuelos, desde el Senado podría, digamos, soñar con la candidatura a gobernador en el año 2024, tiempo suficiente para cuajar en el corazón social de norte a sur y de este a oeste de Veracruz.
HONRARÁS A TU PADRE…
Por ahora, el alcalde de Xalapa ha cubierto, digamos, la travesía política de su padre.
El maestro fue, por ejemplo, diputado local, presidente del CDE del PRI y presidente municipal de Xalapa. También delegado de la secretaría de Educación Pública.
Nunca fue senador ni diputado federal ni menos gobernador…, y que significarían, en todo caso, los desafíos del hijo, sin que en ningún momento se trate de una competencia, ni tampoco una carga pesada, pues cada vida tiene su valor propio.
Por el contrario, se trataría de honrar más la memoria del padre para exclamar como Carlos Salinas dijera a su padre con la presidencia de la república: “¡Nos tardamos 25 años, pero llegamos!”.
Y en el caso, el objetivo sería, y salvo las circunstancias políticas, la gubernatura como meta central.
Claro, el padre pasó por el liderazgo priista, pero ocurre que los caminos se yuxtaponen, y Américo Zúñiga habría, digamos, de sopesar entre el CDE del PRI y la candidatura al Congreso de la Unión, pues ni modo esté pensando en la curul local, por donde, además, ya caminó.
Más, si se considera que en el abanico priista hay demasiada, poca, limitada tela de donde cortar, pues nadie duda del talento humano, pero por muchas razones dejaron de crecer.
Bastaría referir la estrepitosa derrota del PRI en las urnas municipales. De 212 alcaldías sólo quedaron con 36, y todas de Ayuntamientos chiquitos, indígenas y rurales, el único importante que ganaron fue Cosoleacaque con Cirilo Vázquez Parissi, ex diputado federal.
Y si en Xalapa perdió el priista Alejandro Montano Guzmán, en ningún momento se debió al estilo personal de gobernar y ejercer el poder de Américo, con un gran trabajo, sino porque el candidato era malo y nadie puede hacer milagros.
LA ETERNIDAD DE UN SEMESTRE…
Américo tendrá su proyecto de vida y su proyecto político y su proyecto social.
Pero, caray, tanto soñó con la alcaldía de la capital, para que ahora, igual que los políticos automáticos que apenas toman posesión de un cargo codician el siguiente, que se ignora si en la escala de los valores sociales, morales y éticos estaría bien que dejara la silla municipal.
Cierto, una cosita es que “la caballada esté flaca”, y otra cosita es que él mismo sea un plus de primer nivel y más en las horas adversas del tricolor y otra es que forme parte de un proyecto sexenal y otra es su conciencia social con la población que lo eligió.
Nadie duda de que podría, digamos, resucitar al PRI, pues si Jesús pudo con Lázaro, caray, más fácil será con un partido político.
Pero habría de ponderar si vale la pena “tirar la toalla” cuando todavía falta un semestre edilicio por terminar, pues bastaría referir que en 40 días, Fernando Gutiérrez Barrios pacificó Veracruz y en 48 días, Flavino Ríos Alvarado, el góber interino, se ganó el infierno yunista ahora que pisó el penal de Pacho Viejo y lucha para que le restituyan su notaría pública.
En el periodismo alemán un reportero acuñó una frase bíblica sobre el trabajo informativo. Es la siguiente: “La eternidad de un día”. Tal cual, diríamos, la eternidad de un semestre… (más 20 días) que le faltan a Zúñiga Martínez para terminar el periodo constitucional.