Veracruz.- Hay en el titular del Órgano de Fiscalización Superior, ORFIS, una doble identidad política.
En el duartazgo, sobrevivió, porque fue omiso y occiso. Y ahora en la Yunicidad, desea mantenerse en el cargo como un lenguaraz.
En el duartazgo, nunca, jamás jamás jamás descubrió trastupijes. Ahora, según él, está destapando la cloaca.
En el duartazgo, fue el político y el técnico… más obediente del mundo a partir del silencio. Ahora, en la Yunicidad, el más obediente, pero disparando denuncias como si tuviera una R-15 en cada mano.
Antes, todo callaba, para, digamos, garantizar la paz laboral en sus dos hijos trabajando en la secretaría de Finanzas y Planeación. Ahora, el delator, el gran delator.
Antes, como antes, y ahora como ahora, diría el de junto, el caso es que Antonio Lorenzo Portilla se ha olvidado de varias cositas, entre ellas, las siguientes:
Una. Según la Ley de Responsabilidades de Funcionarios Públicos hay delitos por acción, pero también por omisión.
Antes, pues, apostó al silencio. Pero el silencio de antes, claro, se le puede revertir.
Dos. Desconoce la forma de ser y actuar y operar de la Yunicidad.
Por ejemplo, nadie dudaría de que al momento lo están utilizando, y cuando lo hayan exprimido, zas, la renuncia…, que el argumento ya se verá, de igual manera como por ejemplo sucedió con Luis Ángel Bravo Contreras, tan echado pa’lante como Fiscal de 9 años, ajá, y de pronto, terminó arrodillado.
Tres. Hacia el mes de diciembre, su salida del ORFIS estaba programada. Incluso, hasta tenían un posible relevo. Era, según se sabe, René Mariani Ochoa.
Pero de pronto, hubo marcha atrás, cuando se dobló ante la Yunicidad y para salvarse empezó a despotricar la corrupción política del duartazgo.
LA ALTA TRAICIÓN
Cuatro. Hay un dicho popular. “El que a hierro mata… a hierro muere”.
Y según su biógrafo, Lorenzo Portilla ha sido un ingrato con quienes antes le dieron de comer.
Y lo peor, en contra de sus amigos, cuando, caray, el proverbio dice que “el único patrimonio de los hombres son los amigos”.
Además, otro dicho expresa con claridad la verdad universal:
“El que traiciona una vez… traiciona siempre”.
Por ejemplo, tanto Iván López como Ricardo García Guzmán, el cacique norteño más camaleónico de todos, lo impulsaron al estrellato como Contralores del duartazgo.
Incluso, en el tiempo de Iván López en la Contraloría, la fama pública era que pasaba demasiado tiempo en la convivencia etílica y Lorenzo Portilla era su operador.
Fue el tiempo aquel cuando la oficina de Iván López olía a vino y alcohol y cigarro y un día despepitó contra Karime Macías, la mera jefaza del sexenio, y lo grabaron con las cámaras ocultas y ni modo, fue expulsado del paraíso duartista.
Para entonces, Lorenzo Portilla ya estaba en el ORFIS y cuando llegara el cacique huasteco los vientos le fueron más favorables.
Después, trepado en la nube, según las versiones peleó con uno y otro.
Ya se creía y sentía intocable.
Con todo, ahora cuando vuelto un lenguaraz destapó la caja de Pandora, los duartistas trinan contra él.
Y por supuesto, si es cierto que “sólo el indio se venga”, le preparan unos misiles que lo cimbrarán, pues resulta inadmisible que antes, en el duartazgo, “dejara hacer y dejara pasar”, y lo peor, sin poner un alto a los trastupijes, conocidos por todos los sectores sociales en Veracruz.
Y más, mucho más, por la Procuraduría General de la República que expidiera orden de aprehensión contra Javier Duarte por delincuencia organizada, lavado de dinero, enriquecimiento ilícito y peculado, los delitos que nunca antes viera ni advirtiera Lorenzo Portilla.
La ley es clara: unos cometen delitos por acción y otros por omisión.
Y según la ley, el silencio vuelve cómplices a los hombres en el ejercicio de la administración pública.
EN EL FILO DE LA NAVAJA
Judas traicionó a Jesús por 30 monedas y luego se arrepintió y se ahorcó de un árbol.
Victoriano Huerta traicionó a Francisco I. Madero y luego en el reproche de conciencia se volvió un alcohólico.
El indio yaqui que era escolta de Miguel Hidalgo a quien traicionara por 20 monedas de los realistas jamás encontró la paz y anduvo huyendo de sí mismo.
El titular del ORFIS ha escuchado el canto de las sirenas de la yunicidad y cree que así podrá salvarse.
Un día, el góber azul estuvo en Pánuco y el cacique huasteco, Ricardo García Guzmán, y su familia, se le “tiraron al piso”.
Celoso, el otro cacique norteño, Joaquín Guzmán Avilés, le reprochó tanto juego a García Guzmán, su competencia.
Y según las versiones, Yunes le contestó que más pronto que tarde lo metería a la cárcel.
Y “El chapito” encontró la paz interior y fue feliz.
Ya se verá, entonces, el destino del titular del ORFIS, porque así como ahora traicionó a Javier Duarte, también puede traicionar, de ser necesario (y si puede), al Yunes azul, con todo y que el ORFIS significa Órgano de Simulación Superior.