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Expediente 2017: Panista incorruptible

El Piñero

 

Luis Velázquez

06 de diciembre de 2017

Alejandro Salas Martínez, panista desde que estaba en el vientre materno, fue diputado local y en tres años subió ciento diez ocasiones a la tribuna parlamentaria.

Siempre, fogoso, incendiado y encendido.

Más aún: paseando su honestidad “a prueba de bomba” en el recinto legislativo.

Después, fue director del Sistema de Agua y Saneamiento cuando los municipios de Veracruz, Boca del Río y Medellín convivían en paz.

Entonces, su honestidad alcanzó la dimensión estelar, pues daba seguimiento a los ingresos (un millón de pesos diarios en el mejor de los días y medio millón en el peor, a fechas actuales) y jamás permitió que el recurso público fuera desviado.

Un día, la tribu azul intentó desviar el dinero del Fondo de Ahorro de los trabajadores argumentando un pago inaplazable y se opuso por completo y desplomó la perversidad truculenta.

Después, y en el tiempo de Miguel Ángel Yunes Márquez, alcalde en Boca del Río, se encargó de la dirección de Ingresos, en la advertencia de que su vida era regida por el ideario de Manuel Gómez Morín, el fundador del PAN y que es el héroe político y partidista de su señora madre.

Ahora, se desempeña como subsecretario de Ingresos en Finanzas y Planeación del llamado “gobierno del cambio” con el gobernador Yunes y suele trabajar desde las nueve de la mañana hasta las once, doce de la noche, con una hora y media de espacio para comer y leer, y vive a plenitud su legítimo sueño de la eficacia y la eficiencia, salpicada de honradez, en la administración pública.

Es un panista que honra al partido azul, como pocos, limitados y excepcionales políticos panistas, muchos, muchísimos de los cuales sólo buscan el poder político con sentido patrimonialista, en la mejor tradición cultural del priismo.

 

EL COBRÓN DE SEFIPLAN

 

Su biografía política, técnica y social avala por completo su discurso como subsecretario de Ingresos.

Por ejemplo, el jueves 30 de noviembre, rechazó por completo que en la SEFIPLAN exista un terrorismo fiscal en contra de los empresarios con adeudos en el pago de impuestos o créditos fiscales.

“Hacemos, dijo, lo que se debe hacer. Mandamos las notificaciones apegados a la ley. En el sexenio anterior la recaudación se cayó, porque no había acciones de cobro, lo que generó una cartera vencida alta, incluso con créditos prescritos con más de cinco años. Y por eso mismo, estamos cobrando. (Y en todo caso), sólo apretamos”.

Desde su chamba en Boca del Río, su trabajo ha sido andar de cobrón. Y cobrar impuestos, a lo que se resiste parte de la población, y más, mucho más, los empresarios.

Y más, cuando como en el duartazgo miles de millones de pesos federales y estatales fueron desviados, como lo han documentado la Auditoría Superior de la Federación, ASF, y el ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior.

Y es que si el causante cumple con el pago fiscal, y de pronto, registra y comprueba que por ningún lado se traduce en bienestar social, y por el contrario, en la fama pública queda consignada la pillería y el enriquecimiento ilícito a la sombra del poder, todo mundo se resiste a pagar y de manera puntual los pendientes fiscales.

Alejandro Salas es una garantía moral y ética en la Subsecretaría de Ingresos de SEFIPLAN para regularizar el pago del impuesto, y la misma política de honestidad ha de aplicarse para el destino social de lo recaudado, pues sería terrible y espantoso que de nuevo se repitiera el latrocinio duartista.

 

CINCO HOMBRES EN EL LIMBO

 

El subsecretario enumera los puntos rojos:

Uno. Cantidades prescritas “porque no se hicieron acciones de cobro”.

Dos. “SEFIPLAN perdió todos los juicios habidos y por haber porque había malas notificaciones. (Y) quiero pensar que por error y no por dolo”.

Tres. “La recaudación era un desastre”, con todo y que por SEFIPLAN pasaron Tomás Ruiz González, el genio del SAT; Francisco Charleston junior, Carlos Aguirre Morales, Mauricio Audirac Murillo (el genio del ORFIS y la Contraloría) y Antonio Gómez Pelegrín (el genio administrativo de Juan Maldonado Pereda, secretario de Educación con Miguel Alemán Velasco).

El sexto titular de SEFIPLAN, Salvador Manzur, sólo duró en el cargo unas cuantas semanas.

 

EL PANISTA QUE AMA A STAR WARS

 

Una de las fechorías más terribles de los duartistas, y de Javier Duarte, subsecretario y secretario de Finanzas y Planeación en el fidelato, fue, dijo Salas, que “la Federación llegó a decir que si el gobierno de Veracruz no cobraba, nos quitaba el convenio de Coordinación porque decía que no estábamos cobrando los impuestos federales”. (La Jornada Veracruz)

Y como el SAT, Sistema de Administración Tributaria, la mismita que en el primer trimestre del año 2014 denunciara en la PGR, Procuraduría General de la República, las primeras irregularidades duartianas, “nos pide pruebas de que estamos notificando… hacemos las acciones de cobro”.

El subsecretario de Ingresos ha puesto, entonces, “el índice en la llaga”, con la suficiente y necesaria claridad para que una parte de los empresarios estén informados (que ya lo están) y eviten las habladurías de que hay “terrorismo fiscal”.

Nada parecido.

De entrada, porque dada su honestidad ni el mismo Alejandro Salas lo permitiría.

Más aún:

Por eso mismo sigue la pista de diez mil créditos fiscales, muchos prescritos, que desde el año 2012 (hace cinco) habían sido pagados y nadie lo había reportado.

Incluso, en el trabajo de hormiguita, el funcionario ha descubierto que hay muchos juicios que fueron perdidos por SEFIPLAN y tampoco habían sido dados de baja.

Peor tantito, hay “embargos… pero sólo de papel”.

Salas Martínez es una garantía moral en un Veracruz tan salpicado de corrupción pública y política.

Y como el único aval de un político son los hechos, y los hechos derivados de su pasado, su grandeza es mayor.

Y más, porque es un panista sencillo, sin aires de frivolidad y soberbia, y que nunca ha buscado el poder político por el poder mismo.

Y mucho más porque su corazón gigante de niño le ha llevado a tener la colección completa de la saga galáctica de Star Wars, la serie de películas de la ópera espacial épica que con sus treinta personajes amados y odiados tanto gusta a Harrison Ford.

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