Luis Velázquez
08 de noviembre de 2017
Más de veinte años después, Miguel Ángel Yunes Linares entró al palacio de gobierno de Xalapa como el jefe máximo. Dos décadas de espera para de pronto, zas, estar en el mejor lugar de un político pero en el peor momento. Y desde entonces, los vientos en contra. Por fortuna para él es un gladiador de la política, a tono con su fama pública de peleador callejero y fajador de cantina.
En los meses que han corrido, por ejemplo, se enfrentó a la jefa de la Unidad de Coordinación con Entidades Federativas de la secretaría de Hacienda y Crédito Público, Marcela Andrade, cuando en cada ocasión tocaba la puerta para cabildear recursos federales.
Y más, porque antes había platicado con el secretario José Antonio Meade y en todos los casos le levantó muros.
Que Veracruz necesita recursos frescos, le decía, y Meade le sugería que se endrogara con los bancos. Que pedían un apoyo extraordinario y que sólo podía adelantar el pago de las participaciones federales durante uno o dos meses. Que el presidente de la república ya le había dado el visto bueno, y Meade le decía que la Federación estaba igual que Veracruz, apretado.
Remar, pues, contracorriente.
“EL TORO POR LOS CUERNOS”
En su cargo, Marcela Andrade era implacable con el góber azul y más, mucho más, con su gente.
Que entregaban el informe de las participaciones federales que Hacienda ha de cubrir los primeros cinco días de cada mes, la funcionaria federal revisaba con lupa los detalles.
Que falta un soporte. Que faltan unos pesos. Que falta el reporte oficial del beneficiado, por ejemplo, los presidentes municipales a quienes habrían de entregar con oportunidad los fondos federales. Que aquí están las cuentas y que habrían de revisarse dos, tres veces.
Y en todas las circunstancias, audiencia de por medio, Yunes Linares con su gente aguantando vara.
Pero en una ocasión, el góber azul sacó la casta y preguntó a la Jefa de la Unidad de Coordinación las razones por las cuales eran tan pulcros en su informe como jefe del Poder Ejecutivo Estatal y en contraparte, a Javier Daurte todo, absolutamente todo, le habían permitido.
Y más, si se considera lo siguiente:
En el primer trimestre del año 2014, la Auditoría Superior de la Federación informó a Luis Videgaray Caso, titular de Hacienda, de las irregularidades en el destino de los recursos federales y presentó la denuncia penal en la Procuraduría General de la República.
Y a pesar de que la ley establece que Hacienda ha de congelar las participaciones hasta que el funcionario público aclare paradas, Videgaray siguió dando trato preferente a Javier Duarte.
Y Duarte resbaló por completo.
Sólo así, “agarrando el toro por los cuernos”, con firmeza, sin rodeos, la Jefa de la Unidad de Coordinación le bajaba.
DUARTE ABUSÓ DEL ALTIPLANO…
Está bien que la secretaría de Hacienda haga su chamba y aplique la ley en la rendición de cuentas.
Pero al mismo tiempo, y como reza el proverbio popular, con el piso parejo para todos en vez de aplicar la ley juarista de que “justicia y gracia con los amigos y justicia a secas con los otros”.
Y más, cuando como en el caso, el resumen del daño patrimonial de los seis años de Duarte con los fondos federales arrojó el dato insólito y asombroso de que tan sólo en recursos federales desvió 41 mil millones de pesos.
Se ignora, claro, si Duarte “ordeñó la vaca” en su totalidad y/o desviaron el recurso oficial a otros programas sociales y otras regiones, lo que se llama “La Operación Licuadora”.
El caso es que el saqueo resulta tan inconmensurable que sólo pudo darse con el visto bueno del altiplano.
En todo caso, el altiplano confiaba en Duarte y Duarte abusó y se excedió en la confianza.
DUDA HACIENDA DE LA YUNICIDAD
Fue tal… una de las pesadillas de Yunes Linares bajando al infierno.
Después “del niño ahogado”, la secretaría de Hacienda dudaba de todos y de todo.
Y más, como en el caso, cuando el góber es panista y el gobierno federal es priista.
Y más, cuando con todo y Sistema Nacional Anticorrupción hay diecisiete ex gobernadores en la picota, unos presos, otros prófugos y otros en la lista negra.
Y más, cuando falta un año para que Enrique Peña Nieto termine el sexenio.
Incluso se ha dado una circunstancia singular:
Peña Nieto y Yunes Linares son antiguos conocidos desde que el góber era director nacional del ISSSTE con Felipe Calderón Hinojosa y Peña Nieto gobernaba el estado de México.
Y aun cuando cada uno en su partido político, por encima de las siglas está el bienestar social.
Y en el caso de Veracruz, once meses después flotando por todos lados para avenirse de recursos frescos, uno de ellos, aplicando con firmeza la ley para que los duartistas estén devolviendo el dinero robado.
En la lista negra está Karime Macías, quien escogió, ¡vaya elección!, exiliarse en Londres con sus hijos y parte de su familia en una de las ciudades más caras del mundo.