Luis Velázquez
Veracruz.- Igual que Miguel Ángel Yunes Linares empezó Javier Duarte. Un reportero, Ricardo Monlui, asesinado el 19 de marzo, en Yanga. Otro reportero, Armando Arrieta Granados, baleado en Poza Rica en la madrugada del miércoles 29. Hacia el final del sexenio, 19 reporteros ejecutados, más tres desaparecidos, más seis exiliados. Veracruz, en el lugar más peligroso del planeta para el gremio reporteril.
Más aparte, los civiles secuestrados, desaparecidos y ejecutados. Más las fosas clandestinas. Más las guardias comunitarias, como las que en este momento se agitan y convulsionan en Las Choapas, buscando a la esposa de un ganadero secuestrado.
Ricardo Monlui Cabrera, más de 25 años en el periodismo. Armando Arrieta, más de veinte años laborando en el periódico “La Opinión”, de Poza Rica, y en donde fuera Jefe de Redacción y subdirector editorial. Además, académico desde hace 12 años en la Universidad Veracruzana. Con una especialidad y una maestría en educación superior, y una maestría más en Derecho Privado.
Hecho histórico, fortuito, coincidente:
El 8 de abril de 2005, Fidel Herrera Beltrán “en la plenitud del pinche poder”, fue asesinado el dueño de “La Opinión”, Raúl Gibb Guerrero, en una emboscada en la noche cuando iba a su rancho en Papantla.
Entonces, Yunes Linares gritoneó por todos lados, pues Raúl Gibb era su cuate. Y pataleó tanto que cabildeó para que la Procuraduría General de la República, PGR, atrajera el caso. Nunca, sin embargo, fue conocido el resultado de la investigación. Jamás un detenido. Un indiciado. Un sospechoso.
La Organización de las Nacionales Unidas, ONU, a través de la UNESCO, sede en París, lo ha resumido de la siguiente manera:
“Es inaceptable usar la violencia para silenciar a los reporteros”.
El periodismo, pues, silenciado. En Chihuahua, con Miroslaba Breach. Y en Veracruz, con Ricardo Monlui y la emboscada a Armando Arrieta.
Todos sus colegas en Poza Rica, temerosos de su seguridad. Incluso, pidiendo que se omitiera el nombre del hospital donde era atendido y fuera operado… por si las dudas. La sicosis en su más alta dimensión. El miedo al miedo del que hablaba el poeta León Felipe. El Veracruz de Javier Duarte. El Veracruz del Yunes azul.
“LA VIOLENCIA ES INEVITABLE, NI MODO”
Un día tras otro la inseguridad se ha ensortijado en los días polvorientos que corren.
Los más agraviados son los familiares de los desaparecidos que integrados en ongs (colectivos y solecitos) claman el fin de la impunidad.
Pero en muchos, muchísimos hogares, igual que en el duartazgo, se continúa llorando un hijo, una madre, un padre, un tío, un sobrino, ejecutado.
Agustín Acosta Lagunes, 1980/1986, lo justificaba así:
“La violencia es inevitable, ni modo”.
Su “Sonora Matancera”, integrada por caciques y pistoleros, dueños del día y de la noche.
Con todo, en 40 días, Fernando Gutiérrez Barrios pacificó Veracruz, encarcelando a unos caciques y a sus pistoleros, en tanto otros huían.
Ahora, son los carteles y cartelitos, cuya lista ha difuminado la PGR.
Y está visto que el secretario de Seguridad Pública ha sido rebasado, en tanto la Fiscalía, llamada la Fiscalía de la venganza, el odio y el resentimiento político, sólo sirve (órdenes del jefe máximo) para cazar las cabezas de los duartistas (ya cayó Mauricio Audirac Murillo, ex titular de Finanzas y del ORFIS y excontralor), en tanto la procuración de la justicia sigue rezagándose.
Peor tantito:
El asesinato del primer reportero en la Yunicidad fue hace once días.
Y mientras en Chihuahua, el panista de toda la vida, Javier Corral, hace todo, absolutamente todo, para investigar el crimen de la reportera Miroslava Breach, en Veracruz, con Ricardo Monlui Cabrera, pareciera que el asunto fue archivado.
Como si les valiera.
En el fondo, otro rasgo sintomático del duartazgo y que llegara al pitorreo, tiempo del desprecio y el menosprecio como tituló a uno de sus libros Andrés Malraux.
Ni duda hay, entonces, de que pronto, Javier Corral esclarecerá el asesinato de Miroslava con la captura de los asesinos y en Veracruz, igual que en el duartazgo, habremos empeorado.
Lo pronosticó Duarte en medio de sus locuras y fue en Poza Rica y el día de la llamada libertad de prensa con los reporteros:
“Caerán muchas manzanas podridas”… dijo él.
Otra, sin embargo, es la realidad. La biografía de Armando Arrieta Granados habla por sí sola: 20 años en “La Opinión”. Reportero, subdirector editorial y Jefe de Redacción.
RIESGO DEL DESENCANTO
Está muy bien la cacería de los políticos pillos y ladrones que según la Yunicidad proliferaran en el duartazgo y que saquearan las arcas oficiales.
Pero si la razón de Estado se centra en tales agravios y descuidan tanto la seguridad en la vida como en el combate a la impunidad con tantas familias de desaparecidos clamando justicia, sólo justicia, entonces, el llamado Estado de Derecho será ultrajado.
Cierto, los derechos humanos y las garantías constitucionales han significado cero para las elites políticas.
Pero si tanto fue cacareado “el gobierno del cambio”, y la promesa electoral se archiva, pronto sobrevendrá el desencanto.
Y el desencanto será mal consejero, digamos, el 4 de junio cuando el senador con licencia, Fernando Yunes Márquez, se someta en las urnas como candidato a la alcaldía jarocha y el año entrante cuando su hermano Miguel Ángel busque la gubernatura de seis años.
El expresidente español, Felipe González, lo acaba de señalar en Madrid:
“Estamos reactivando el rencor como motor de las emociones para la lucha política. Reaccionemos”.