Luis Velázquez
Veracruz.- Hay tres casos de duartistas que parecieran estar entrampados. María Georgina Domínguez Colio, Alberto Silva Ramos y Tarek Abdalá, en el carril penal. Gina, presa. Los otros dos, diputados federales, en trámite de desafuero. Los tres, tirándose lodo como nunca imaginaron en sus vidas.
Gina, inculpando a Silva de corrupción. Silva, inculpando a Gina y a Tarek Abdalá.
Y de ñapa, Mauricio Audirac Murillo, el otro preso en el penal de Pacho Viejo, inculpando a Tarek.
Tal cual, los días sombríos caminan, sin que la Fiscalía azul tenga resultados.
En tanto, abonan la pasarela mediática. Unos a otros, enlodándose, casi casi litigando en los medios afines, como si así pudieran, digamos, resolver los asuntos penales pendientes.
La yunicidad, por el contrario, como si apostara a que ellos solitos expongan su ropa sucia en el tendedero público.
Y más, porque luego de tanto desaseo en las arcas oficiales (un Veracruz saqueado de manera asquerosa), la percepción ciudadana es que estamos ante unos políticos pillos y ladrones y en cuyo lodazal nadie (priistas, panistas ni perredistas) parece salvarse.
Bastaría, por ejemplo, recordar el titular principal de La Jornada Veracruz el lunes 21 de agosto, firmada por el reportero Jair García:
“Desaparece 85% de propiedades quitadas a Javier Duarte. SEFIPLAN sólo tiene registros de pocos bienes del saqueo. Patrimonio del Estado aún no reporta escrituras de los ranchos de Duarte. Es incierto el destino de millonarios recursos incautados a ex funcionarios”.
En contraparte, y por fortuna, hacia el domingo 27 de agosto, la casita que Duarte obsequió a Dominga Xóchilt Tress en la calle Salmón, en el fraccionamiento Costa de Oro, en Boca del Río, ya amaneció desvalijada. Mejor dicho, vacía. Incluso, con los vidrios de las ventanas que dan a la calle totalmente abiertos para (con toda intencionalidad, digamos) mostrar que la casa ha sido embargada.
EL PONCIO PILATOS DE TUXPAN
El deterioro político, moral y social, en su máxima dimensión. El cuarteto de duartistas (Gina, “El cisne”, Tarek y Audirac) “lavándose las manos”. Los corruptos, dicen, fueron los otros. Ellos, ángeles de la pureza, cuando, caray, resulta más que suficiente evocar la vida que se daban en aquel tiempo cuando la frivolidad, el hedonismo y la prepotencia mesiánica eran la regla universal.
Quizá, Alberto Silva, el más engreído.
Una y otra vez reproduciendo la misma cantaleta quizá, y como decía Joseph Goebbels, “una mentira repetida mil veces… se convierte en verdad”.
Que él, dice, jamás autorizó ni ejecutó pagos. Que sólo tramitó facturas. Que los gestores de los pagos fueron Gina y Tarek. Que ellos manejaban el dinero público para comunicación social. Que él nunca manejó dinerito para campañas políticas. Que nunca empresas fantasmas ligadas a su persona. Que él nunca fue ni será encubridor.
El caso es que la solicitud de la Fiscalía al Congreso de la Unión para su desafuero sigue caminando, pero al mismo tiempo, oh paradoja, en medio de trámites burocráticos tortuosos, sin resultado concreto y específico.
Ya antes, al Fiscal se le peló el ex director del Seguro Popular, Leonel Bustos.
También se le fue vivito y coleando el ex secretario de Finanzas y Planeación, Carlos Aguirre Morales.
Y su primera solicitud para desaforar a Tarek Abdalá se estrelló en la incompetencia y una vez más lo intenta.
Y todavía tiene pendiente el anuncio del gobernador de que irá por Karime Macías, su padre, Antonio Macías, y su señora madre, y por ocho familiares más.
Así, y por desgracia, en medio de la maraña de los días y las noches que se están yendo como agua en el bienio azul (mañana se cumplirán nueves meses), los Solecitos y Colectivos siguen clamando y reclamando justicia, justicia a secas, por sus familiares desaparecidos, secuestrados, quizá asesinados, acaso sepultados en fosas clandestinas.
Simple y llanamente, el Fiscal, atrapado entre la espada y la espada.
Y en una circunstancia difícil: cumple con el gobernador, quien lo nombró por nueve años, o cumple con los Solecitos.
Y, bueno, sin necesidad de ahondar, el lector ya conoce la respuesta, pues aquí y en el infierno, primero, después y al último, está cumplir “al pie de la letra” con las órdenes del jefe máximo de la revolución azul.
EL VÓMITO NEGRO…
Según el góber azul, en el duartazgo fueron ejercidos ocho mil millones de pesos sólo en comunicación social para tener a gusto a ocho mil reporteros, quinientos periódicos escritos, hablados y digitales, más las estaciones de televisión y radio con noticieros.
Y en el caso del dueto Gina y Silva, han trascendido el desvío de más de dos mil millones de pesos.
Son los que están en juego y los que tendrían, digamos, en la antesala del desafuero a Silva Ramos, y de paso, y por otras razones, a Tarek Abdalá, pues Gina duerme desde hace ratito en el penal de Pacho Viejo.
La moneda está en el aire. Gina, por ejemplo, ha descobijado a Silva Ramos, y si ella está presa, entonces, mínimo, desearía que también “El cisne”.
Y para tenerlo de compañero en la prisión estaría dispuesta a seguir desembuchando pistas, rastros, detalles, hechos y circunstancias, además de aportar pruebas que de seguro tendrá, pues ni modo que nunca haya sacado copia para su caja fuerte.
En la sicosis penitenciaria (ocho duartistas presos, más 64 denuncias penales en proceso, más Javier Duarte en el Reclusorio Norte), muchas cosas truculentas más podrían seguir aconteciendo con el llamado “Vómito negro” intentando cada parte salvarse.