Luis Velázquez
Veracruz.- El Fiscal de Veracruz ha de tener problemas con el tinaco mental. Mínimo, distorsiones de la realidad. Por ejemplo, está seguro de que todos los reporteros se levantan cada día soñando con el embute, digamos, quizá, de igual manera como los trabajadores de la información pensaríamos de todos los abogados.
El relato bíblico, claro, es sabio. De todo hay “en la viña del Señor”. Pero en ningún momento significa el cien por ciento, como tampoco, por ejemplo, pensar y creer que todos los políticos y los policías son corruptos.
El lunes 6 de enero el Fiscal publicó en su facebook el siguiente aviso:
“En la Fiscalía no se contempla ni un solo peso para pago de medios o convenios.
No se hará en tanto esté al frente de la institución”.
Todo, porque más de 80 diaristas le publicaron una cartita denunciando la ley mordaza establecida en la Fiscalía, además de un cartel de tundeteclas que el Fiscal tiene a sus órdenes para darles información.
Se ignora (tampoco es objeto de estudio ni de interés) la experiencia que el Fiscal haya tenido con los medios, pero así como se expresa en el twitazo trumpiano pareciera que alguna deformación tuvo pues estará acostumbrado a tratar (digamos, solo digamos) con reporteros “chayoteros”.
¡Ah!, pero si así fuera, ya lo dijo la monja poeta cuando se preguntaba “¿Cuál es más de culpa: la que peca por la paga o el que paga por pecar?”.
Y/o como dice el ranchero, “tanto peca el que mata la vaca como el que agarra la pata”.
Además, si el Fiscal ha untado la mano a uno que otro reportero ha sido porque él ha tenido la voluntad de hacerlo, pues si un tundeteclas le ha solicitado un billetito… en nombre de la paz universal y del respeto al derecho ajeno y del combate a la corrupción, simple y llanamente, basta con dejar “con la mano tendida”.
Ahora bien, si en su camino como litigante una vez dio un embute y luego otro y luego otro, entonces, él mismo se creó la fama pública.
Y ahora, ni modo, en la Fiscalía, se queja.
Ajá.
VIDAS PARALELAS, PERO LEJANAS
De entrada, ninguna razón existe para que un político ofrezca y/o entregue un embute a un reportero.
El diarista, por ejemplo, trabaja en un medio. Y en el medio recibe un salario. Y con el hecho de entrevistar a un funcionario, a un político, etcétera, solo está cumpliendo con su obligación laboral.
Además, el político busca el poder y el reportero rastrea información.
Y por lo general, el político suele reservarse la información que el reportero debe hurgar.
Y aun cuando, digamos, se trate de vidas paralelas, ninguna razón existe para que se fundan entre sí en el objetivo, ni menos en la mística, en el ideal, en el sueño, en la utopía.
Por eso, el Fiscal tiene distorsiones y confunde la realidad.
Claro, si un reportero tiene voluntad expresa para convertirse en su vocero o en su boletinero o en su espía serán acuerdos y pactos entre las partes y que les vaya bien.
Pero de ahí a pasar los días y las semanas en la ofensa y el vejamen a los medios alardeando que aquí “en la Fiscalía no se contempla ni un solo peso para pago de medios o convenios”, caray, la lengua le ha de estar sangrando.
Y sangrando, porque, además, quedan 21 meses y 20 días para conocer la política moral y ética con que todos y cada uno de los funcionarios de la Fiscalía se desempeñan.
Y como dice el politólogo Carlos Ronzón Verónica, cuando les llegue el billete federal y dispongan del recurso… se les conocerá a plenitud.
80 REPORTEROS EN CONTRA
Igual que Donald Trump, el Fiscal ha declarado la guerra, digamos, a parte de los medios, pues, ha de recordarse, “en la viña del Señor” hay quienes también aprovechan cualquier viaje para “tirar incienso” al político que pasa.
Se ignora si el Fiscal se está moviendo por la libre, argumentando que la dependencia es autónoma, soberana e independiente al Poder Ejecutivo, quien, como el mundo sabe, operó en el Congreso local para inducir su nombramiento.
Además, de la presión política a Luis Ángel Bravo Contreras para renunciar (¿así nomás?) al cargo, luego de que la LXIII Legislatura lo designara para un periodo de 9 años.
Pero si el Fiscal se está yendo por la libre, entonces, se está convirtiendo en un problema para el góber azul.
De entrada, los más de 80 reporteros que firmaron la cartita denunciando la ley mordaza, ninguno de los cuales dará su brazo a torcer.
Y si como afirman ellos, el Fiscal ya se buscó su Cartel de Reporteros, solo aplica la ley universal de “divide y vencerás”, pero el viaje, aun cuando es de dos años, es largo, y nada peor como trabajar entre la espada y la espada.
Y menos, en el tiempo de las redes sociales que suelen trepar la información al ciberespacio “en el momento que sucede”.
Y menos, porque si los próximos 21 meses con 20 días la Fiscalía se la pasará en un duelo con los más de 80 reporteros, más lo que se vayan sumando, significará un desgaste innecesario, donde, y por fortuna, y ante la ley mordaza, los reporteros aprenderán a ejercer el periodismo de investigación a plenitud.
Ya de por sí, el mal fario en la Yunicidad.
Por ejemplo, en el Instituto de Pensiones, el director ya se embroncó con los líderes sindicales del Consejo de Administración, a tal grado que el secretario General de Gobierno le llamó la atención y le dijo que “se dejara de pendejadas y pusiera a trabajar”.
Ahora, de ñapa, otro frente más abierto. Y con los reporteros.
Y aun cuando y como afirma el ex diputado federal y ex panista, Rafael Acosta Croda, que los reporteros somos “muertos de hambre”, muchos, muchísimos, la mayoría también conocen la dignidad.
Pero más aún, todos profesan un amor apasionado por el periodismo.
Y si el Fiscal, como alardea, “aguanta vara”, los diaristas también saben morirse en la raya.
Además, ningún reportero se mete al diarismo para enriquecerse porque conoce “como la palma de su mano” la circunstancia laboral, sino decide escribir lo que ve y contar historias porque por encima de todo ama contar historias.
Con su tuitazo, igual que Trump, el Fiscal ha lastimado, humillado y ofendido al gremio reporteril.