Luis Velázquez
Veracruz. 28 de julio de 2017.-La Junta de Gobierno de la Universidad Veracruza, UV, integrada por Nueve Notables, se quebró la cabeza con uno de los exámenes, cuestionario sicológico, a los seis aspirantes a la rectoría.
Incluso, los precandidatos sintieron que se trataba de un simple jueguito infantil para divertirse, porque ni modo que significaran un alto y elevado ejercicio académico para perfilar el sucesor de la doctora Sara Ladrón de Guevara.
Por ejemplo, el día cuando se inscribieron en Xalapa, además de la propuesta para enaltecer el presente y el futuro de la máxima casa de estudios, les entregaron un cuestionario con unas cincuenta preguntas, todas enmarcadas con respuestas como para olvidar los grandes conflictos de la humanidad, y de ñapa, digamos, medir inteligencia, evaluar experiencia, calibrar vivencias y alcances.
En unas veinticinco, veintiséis preguntas la sabia respuesta giraba alrededor de un trío de opciones que más bien parecía un juego de niños.
Y si, por ejemplo, les pedían su punto de vista sobre el trabajo académico en la UV en los últimos cuatro años, la respuesta se encapsulaba en tres opciones:
Bueno. Regular. O malo.
Y como si estuvieran llenando un cuestionario en un restaurante de cuatro o cinco estrellas para medir la calidad del servicio fueron tachoneando el espacio correspondiente.
Una pregunta deseaba conocer si la aplicación de los programas de estudio en las más de cincuenta facultades de la UV era satisfactorio.
Y las respuestas fueron encerradas en cuatro ejes:
Uno, “se hace mucho”.
Dos, “se hace lo suficiente”.
Tres. “se hace poco”.
Y cuatro, “no se hace nada”.
Y, bueno, el chamán dice que los exámenes sirven, claro, para medir la inteligencia de los niños, pero resulta extraño y raro, indicativo y significativo, que sirva con la misma eficacia para determinar la estatura académica de unos aspirantes a la rectoría.
El jueguito alcanzó su dimensión estelar cuando de pronto, en las hojitas del examen sicológico, siquiátrico y neurológico los aspirantes se toparon con respuestas encerradas en los colores verde (si todo estaba bien) y amarillo (si la autoridad hace lo suficiente) y marrón (si el avance académico en la UV es poco).
Uno que otro aspirante sonrió y se acordó de la tarea de los niños de kínder.
Incluso, hasta recordó cuando en los restaurantes de hamburguesas dan a los niños cartulinas para colorear mientras les preparan la comidita.
Y cada uno fue tachando los cuadritos de colores.
De acuerdo con las versiones, cinco aspirantes tacharon los colores amarillo y marrón, y sólo la rectora de la UV tachó el color verde… que significaba lo máximo entre lo máximo, pues ni modo que ella misma escupiera para arriba.
Hacia el final del examen, los aspirantes se pitorreaban unos a otros hablando maravillas de la prueba de fuego de la Junta de Gobierno, en tanto se preguntaban si habían asistido a una película de ciencia ficción.
LA GIRITA DEMOCRÁTICA
La misma estrategia, digamos, de risa y show y reality-show contempla la Junta de Gobierno para el mes de agosto en que recorrerán los campus de la UV para dialogar con la comunidad universitaria, integrada ni más ni menos que por ochenta y cinco mil personas entre estudiantes, maestros y burócratas.
Ellos tienen planeado abrirse, quizá con sentido democrático, a todas las corrientes.
Incluso, si un alumno solitario, un solo maestro, solicita una audiencia para expresar su simpatía por un aspirante, lo escucharán durante quince minutos, no más, menos acaso, para sumar poco a poco, pian pianito, la corriente simpatizante por cada precandidato.
Así, cumplirán con el acierto democrático de la llamada auscultación directa y que, desde luego, bien puede prestarse a “un acarreo” al mejor estilo priista, panista y perredista.
Habrá también la auscultación indirecta y que consiste en expresar el apoyo estudiantil y magisterial a cada uno de los aspirantes a través de la plataforma de la Junta de Gobierno abierta en Internet.
Y, bueno, como están las cosas en la rebatinga electoral (ya se vio el caso de la elección de gobernador en el Estado de México) nadie dudaría de otro gran “acarreo” y/o avalancha.
Digamos, en todo caso, que los fans de cada aspirante ejercerán su derecho democrático a plenitud.
Habría, no obstante, de recordar que hace cuatro años cuando la sucesión del doctor en Economía, Raúl Arias Lovillo, el candidato que más votos obtuviera fue el doctor Porfirio Carrillo, y a quien se le cayera de una mañana turbulenta de enmascarados en la USBI a la tarde apacible y lluviosa de Xalapa.
De algún modo, el anterior modelo de la Junta de Gobierno para conocer la voluntad mayoritaria sobre el candidato a rector reproduce el esquema partidista en todos sus bemoles.
OPACIDAD DE LA JUNTA DE GOBIERNO
Hace cuatro años, en la Junta de Gobierno se anotaron un aproximado de diez aspirantes.
En el primer filtro eliminaron a seis, sin que nunca, jamás, dieran explicaciones de su decisión monárquica, aun cuando sólo trascendió que el doctor Víctor Arredondo Álvarez fue eliminado porque ya había desempeñado el cargo durante ocho años consecutivos.
Pero del resto, la opacidad absoluta.
En el próximo mes de agosto, los Nuevo Notables repetirán el ejercicio y de los seis aspirantes, podrían, digamos, dejar una terna para llegar a la recta final en que los entrevistan a uno por uno para nombrar al favorito con el dedo flamígero, conscientes quizá, y como decía Juan Maldonado Pereda, que “en la vida pública nunca llega el mejor, sino el que más conviene”.
Por lo pronto, hay más dudas que certidumbre sobre la seriedad de la auscultación como se deriva de las preguntas alternativas y del jueguito de colores a enmarcar.
Sólo falta saber si en base al Plan General de Desarrollo de la UV 2005/2025, elaborado por una comisión especial y aprobado en Consejo Universitario, la Junta de Gobierno se fundamenta para determinar el mejor proyecto aterrizable con que enaltecer la grandeza de la máxima casa de estudios.
El destino de la UV, integrada por 85 mil personas, está en manos de los Nueve Notables.