Luis Velázquez
22 de diciembre de 2017
El jueves 14 de diciembre, en Papantla, fue hallada sin vida la estudiante universitaria de Leyes, Ashley Maxili, de veinte años, domiciliada en la colonia “El Tajín”, de Poza Rica.
Huellas de tortura en el cuerpo. Amordazada. Las manos amarrados hacia atrás con cinta color gris. Con los pies atados. Degollada.
En su corazón descubrieron un tatuaje con la palabra “Ewiydaz”.
Su cadáver fue tirado a veinte metros de un camino de terracería en Papantla, en la ruta de Cerro Grande a Reforma Escolín.
Durante cuatro días estuvo desaparecida.
Ese mismo día, el Instituto Nacional de las Mujeres, INMUJERES, daba a conocer su último dictamen: en 32 años murieron en el país 52 mil 210 mujeres… por homicidio.
Y entre los estados punteros en los feminicidios anotaban los siguientes.
Oaxaca, Nuevo León, Tamaulipas, Baja California, Veracruz, Jalisco, Ciudad de México, Guerrero, Chihuahua y el estado de México.
En ellos, concentrados el mayor número de asesinatos en el año 2016.
La cifra más baja de asesinados se registró en el año 2007 (Fidel Herrera Beltrán gobernando Veracruz) y la más alta en el año 2016 (con Javier Duarte en el mando jarocho).
Y si con Duarte, la secretaría de Gobernación declaró la Alerta de Género en el territorio jarocho, de nuevo ahora con Miguel Ángel Yunes Linares.
Días anteriores fue publicado el “Mapa del feminicidio” en el país y Veracruz en alerta, porque las mujeres se han vuelto el objetivo principal de la delincuencia organizada y común, y lo que, claro, resulta más grave que el loco de Nueva York que en nombre del amor obligó a su novia a caminar desnuda en la calle, condenado luego luego a siete años de cárcel por el abuso y el atropello a la dignidad humana.
TODA VIDA ES INVALUABLE
En el estado de México (Alfredo del Mazo junior y Eruviel Ávila, los dos últimos gobernadores) se ha cometido el 15 por ciento de los asesinatos de mujeres en los últimos diez años.
Luego le sigue Chihuahua, donde un par de hermanos, los Moreira, han ejercido el poder en los últimos años.
En el año 2006, el estado de Colima brincó al primer lugar nacional, allí mismo donde el gobernador en turno construyó una estatua al ex presidente Miguel de la Madrid Hurtado, su paisano, y que costara ocho millones de pesos con cargo al erario.
Pero sea la entidad federativa que sea la puntera o en los primeros lugares de feminicidios, toda vida humana es invaluable.
Y en cada hogar se llora a una mujer asesinada.
Por eso, resulta incongruente que mientras en el discurso oficial los políticos hombres “se desgarran las vestiduras” por la igualdad de género como, en el día con día más mujeres sean criminalizadas.
Y lo peor, que con todo y una o dos Alertas de Género, de cualquier manera los homicidios siguen imparables.
Por eso quizá, el 17 de noviembre, el secretario de Seguridad Pública, Jaime Téllez Marié, acuñó frase bíblica diciendo que “No habrá piedad” para los malandros.
Y aun cuando documentara que en el transcurso del año que termina cincuenta y tres sicarios han sido abatidos por las fuerzas policiacas, los feminicidios siguen.
Por fortuna, en su comparecencia en la LXIV Legislatura reiteró que “aunque la vida nos vaya en ello” seguirá luchando por “recuperar la seguridad” perdida.
Su discurso, por desgracia, todavía está lejos, lejísimos para garantizar la seguridad a las mujeres de Veracruz, donde seis de cada 10 habitantes son mujeres.
VERACRUZ SE ESTÁ ASANDO…
Un mal fario sigue y persigue a “la noche tibia y callada” de Agustín Lara.
Declaran a Veracruz “potencia energética mundial”, y al mismo tiempo, es puntero entre los primeros diez estados del país en feminicidios.
Declaran a la entidad jarocha como puntero en la alfabetización, y los activistas José Alejandro Solalinde Guerra y Rubén Figueroa recuerdan que los migrantes de América Central tienen pavor y horror caminar por aquí, porque es “el cementerio de migrantes más largo y extenso de la nación”.
Fue en el sexenio anterior “el peor rincón del mundo para el gremio reporteril” y en el bienio azul que corre van cuatro reporteros asesinados (Ricardo Monlui Cabrera y Cándido Ríos Vázquez, y el hondureño Edwin Rivera Paz, cuyo cónsul ni fu ni fa, y Gumaro Pérez).
Veracruz es con el Yunes azul la entidad federativa con más políticos pillos y ladrones presos en el penal de Pacho Viejo, más los que faltan, y en contraparte, las madres de decenas, cientos quizá con hijas desaparecidas siguen buscando huellas, pistas, rastros de su ubicación, “vivas o muertas”.
De postre, las defensoras de derechos humanas son denostadas, calumniadas y difamadas por su activismo, según documentara la red de Mujeres Feministas de Veracruz. (La Jornada, Norma Trujillo, primero de diciembre, 2017)
Se dirá que el duartazgo fue el peor de los tiempos. Sombrío. Sórdido. Siniestro.
Pero mal andamos cuando en la yunicidad continúan asesinando a mujeres, incluso, a más menores de edad, como el 15 de diciembre, en Córdoba, donde a un chico de 15 años, en la colonia Agustín Millán, José Ángel H. P., le quitaran la vida unos tipos que viajaban a bordo de una motocicleta.
Veracruz “se asa lentamente bajo un cielo pesado” como escribiría Albert Camus sobre Francia.