Luis Velázquez
Veracruz.- Los cadáveres embolsados y tirados a orilla del camino, los cadáveres flotando en los ríos y lagunas, los cadáveres arrojados en los cañaverales y en los pozos artesianos de agua dados de baja, y los secuestrados y desaparecidos en Veracruz han llevado a medidas radicales.
Por ejemplo:
En las iglesias, la hora del rosario en las tardes ha sido diferida más temprano.
Y en algunas escuelas el horario vespertino de clases ha sido recortado.
Incluso, en las universidades privadas y también oficiales.
Nadie quiere, en el caso de la iglesia católica, exponer la vida de los feligreses, sobre todo, de mujeres, las más devotas.
Ni tampoco en el caso de las escuelas, arriesgar la vida de los estudiantes.
En muchas escuelas, la última hora de clase es a las 18 horas, antes, mucho antes de que en este tiempo del verano la tarde comience a pardear y antes de que las sombras de la noche caigan en el pueblo.
En muchas iglesias, por ejemplo, en la homilía, el presbítero pide a los feligreses evitar una salida en la noche.
Es más, en Xalapa, algunos vecinos se han organizado en sus barrios para que si necesitan salir a la calle en la noche, entonces, se acompañen entre sí.
Y lo más angustiante, armados de lo que se pueda (palos, martillos y perros), menos de pistolas.
En el Instituto Tecnológico Superior de Alvarado, por ejemplo, integraron un Consejo para monitorear la seguridad de los alumnos (La Jornada Veracruz, 6 de septiembre, 2017).
En la Universidad Veracruzana lamentan ya el asesinato de otro alumno. El 4 de septiembre sus compañeros de la facultad de Química se fueron a la calle para exigir justicia.
En la facultad de Comunicación de la UV, una alumna fue secuestrada. Génesis se llamaba. Luego, su cuerpo apareció sin vida en una carretera.
La inseguridad, entonces, está causando estragos nunca antes vistos en el territorio jarocho.
“Algo está fallando” en la política de seguridad del bienio azul ha dicho el obispo de Córdoba, Eduardo Patiño Leal.
“EN NINGÚN PUEBLO HAY PAZ”
A cada rato en la página roja de los medios aparece la misma noticia. Fuego cruzado entre malosos y malosos y entre malandros y policías. Terrible y espantosa persecución vehicular entre hombres armados. Pánico en la población. Una bala perdida mató a un civil.
Y los hechos, aun cuando, digamos, formaran parte del paisaje urbano de las ciudades, lo dijo el vocero de la Diócesis de Coatzacoalcos, en ningún pueblo hay paz.
Y por añadidura, la incertidumbre y la zozobra en el diario vivir se multiplica.
Ya de por sí, la vida es difícil. Desempleo, subempleo, salarios de hambre, miseria, pobreza y jodidez.
Y de ñapa, la migración a los campos agrícolas (en realidad de concentración) en el Valle de San Quintín y a Estados Unidos, cuya resultante en la mayor parte de los casos es la desintegración familiar, si se considera, como era el estribillo político en el siglo pasado, que “la familia es la célula básica de la sociedad”.
Y todavía como plus, los días más huracanados y turbulentos que acaso, por eso mismo, una fuerza superior quiso desviar el huracán Katia a Puebla cuando estaba anunciado el fin del mundo en Veracruz.
Y es que nada siembra el desconcierto como cuando, por ejemplo, el martes 5 de septiembre, en la colonia San Pedro, de Cuitláhuac, dos cadáveres fueron tirados en una bolsa negra en la avenida 7 hacia las siete de la noche, cuando aún hay luz del día y cuando la población todavía anda en la calle.
Y más, en Cuitláhuac, un municipio con altos decibeles de violencia en su historia.
LOS HECHOS SON SUBVERSIVOS
Lo dice el diputado de MORENA, Rogelio Rodríguez García:
Los asesinatos han aumentado en el gobierno azul. “El incremento ha sido constante. En el sexenio pasado, tres personas eran asesinadas cada día. Ahora, son cuatro o cinco” (Ibídem).
Desde luego, nadie entra en polémica ni compra pleito con la secretaría de Seguridad Pública ni con la Fiscalía, pues los hechos mandan, y si los hechos, dice la historia, son subversivos, pues allá cada quien.
El caso es que la vida cotidiana es un infierno.
Grave, por ejemplo, que en las iglesias estén cambiando la hora del rosario de todas las noches y en las escuelas recorten los horarios de clases.
Y como en el caso del IMSS, retiren el programa “Prospera” en Papantla, porque el médico titular fue amenazado de un secuestro.
A Javier Duarte, Arturo Bermúdez Zurita (Seguridad Pública) y Luis Ángel Bravo Contreras (Fiscal), la historia los ha juzgado. Mejor dicho, la yunicidad.
Y por eso mismo, el priismo lleva tres derrotas consecutivas en las urnas. La primera, la gubernatura. La segunda, la pérdida de la mayoría en el Congreso local. Y la tercera, las presidencias municipales.
Ahora, la tarea es del gobierno azul. Y por ninguna razón se vale que nueve meses y doce días después siga inculpándose a Duarte de los males actuales, incluso, repitiendo la misma cantaleta, como la Contraloría de que todas y cada una de las secretarías del gabinete legal y ampliado tienen denuncias, como ha dicho, una vez más, el titular, Ramón Figuerola Piñera.
Desde luego, nadie duda que el funcionario está cumpliendo con la orden superior de abonar más y más el descrédito del duartazgo para ver si así el PAN de Yunes se posiciona más para las cinco elecciones del año entrante, sobre todo, la gubernatura.
Pero…, la inseguridad, y su hermana gemela, la impunidad, es tarea del bienio azul.
Dejen ya, señores azules, de estar mirando “moros con tranchetes”, y de paso, dando duro y tupido a la llamada “Operación licuadora” como ha denunciado el senador Pepe Yunes Zorrilla.