Luis Velázquez
Veracruz.- En 1961, el presidente John F. Kennedy convocó a la primera reunión de su gabinete. Lyndon B. Johnson era el vicepresidente y se sentó a su lado. Y al terminar la junta cumbre, Johnson (quien luego sería el titular en la Casa Blanca) salió acomplejado, pues tenía la certeza de que Kennedy “había seleccionado a los mejores y más inteligentes”.
Entonces se lo contó al líder máximo del Congreso, su amigo Sam Rayburn, quien le dijo:
“Quizá sean los más inteligentes, pero me sentiría tranquilo si sólo uno de ellos hubiese sido candidato a sheriff alguna vez”.
La historia, contada por Marc Bassets, en El País, leída en el libro del periodista David Halberstam, “The best and the brightest”, y salvada toda proporción, sirve para una mirada a la reunión del llamado “Grupo de Coordinación Veracruz”, que cada ocho días se convoca, con el góber azul al frente, para evaluar la estrategia de seguridad en la que participan las fuerzas armadas federales, estatales y municipales.
Por ejemplo, en la última, efectuada el domingo 24 en el poblado El Lencero, en Emiliano Zapata, Miguel Ángel Yunes Linares estuvo acompañado del secretario de Seguridad Pública, Jaime Téllez Marié, quien, claro, nunca ha sido sheriff, como planteara Sam Rayburn a Johnson, pero ya fue director de Tránsito en un par de ocasiones, y lo más importante, es un político relacionado con la seguridad.
Pero más aún, el mismo góber azul ha desempeñado cargos públicos, y federales, ligados, por un lado, a la política de seguridad nacional (Subsecretario, por ejemplo), y por el otro, director de Prevención y Readaptación Social federal, y de ñapa, igual que Fernando Gutiérrez Barrios, un político policía.
Así, se estaría hablando de un gobierno atípico en horas difíciles y turbulentas, donde de norte a sur y de este a oeste del país los carteles y cartelitos disputan el territorio nacional para sus negocios ilícitos, todos, ligados a la violencia y a la muerte.
Hacia el final del bienio, ya se verá (como la población desea) si con tanta experiencia política y policiaca, la yunicidad reduce, y con mucho, digamos lo suficiente y necesario para vivir en paz, la violencia atroz y cruel heredada por el duartazgo.
EJECUCIONES A LA ALZA
Por eso, y con toda entereza, el domingo 24 el góber azul reconoció que “el nivel de ejecuciones en el estado de Veracruz se mantiene alto en el sur”, pero al mismo tiempo, “son ejecuciones producto de enfrentamientos entre bandas de delincuentes y que no afectan a ciudadanos de bien”.
Y es que la rebatinga por la jugosa plaza Veracruz está desorbitada.
Los barones de la droga quieren adueñarse por completo de la autopista de sur a norte del país, a orillas del Golfo de México.
Y de los tres puertos (Coatzacoalcos, Veracruz y Tuxpan) para la descarga de droga importada.
Y del montón de pistas clandestinas.
Y de la producción y consumo de droga.
Y de los negocios de las desapariciones, secuestros, asesinados y fosas clandestinas.
Y del negocio suculento de los migrantes.
Y del secuestro exprés y del cobro del derecho de piso.
Nadie dudaría, y como dijo el góber azul el domingo 24, que “en términos generales la actividad delictiva ha disminuido, sobre todo en las regiones centro, donde se encuentran Xalapa, la costa, la región montañosa y el norte de Veracruz”, aun cuando se ha concentrado en el sur.
Pero al mismo tiempo, el Índice Delictivo del Fuero Común 2017 del Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reporta que de los meses de enero a agosto del año que corre, Veracruz ha pasado al primer lugar nacional en el secuestro y privación de la libertad con 119 casos, seguido por el estado de México con 116 casos y Tamaulipas con 107.
Y, bueno, nada más terrible para una familia que un hijo sea secuestrado y que en muchos casos, no obstante pagar el rescate, el familiar es asesinado y sepultado en una fosa clandestina, y en el mejor de los casos, tirado en despoblado o a orilla de una carretera.
Según las versiones, el secretario de Seguridad Pública, por ejemplo, suele trabajar hasta 17, 18, 19 horas diarias, y tarde o temprano, su eficiencia habrá de sentirse, pues, además, es un hombre ligado desde la facultad de Leyes de la Universidad Veracruzana al góber azul, y dada la confianza que le han dispensado, los 8 millones de habitantes del estado jarocho solo esperan que la luz se haga en el largo y extenso y tenebroso túnel que estamos padeciendo.
DE GUTIÉRREZ BARRIOS A YUNES LINARES
En la zona sur fue reportada la desaparición de dos niñas. Se llaman Flor Johana y Carolina Garzón Rivera, de 10 y 13 años. Son de Moloacán.
En tanto, otro niño, de origen hondureño, César Noel Herrera Miranda, está reportado como desaparecido en el mismo Moloacán desde el 13 de septiembre.
Y en Acayucan, el niño de 10 años, Cruz Gilberto Betanzos, quien vive en la Corregidora del Barrio La Palma, también fue reportado como desaparecido.
Por eso, la yunicidad habría, además, decidido reforzar el combate a la inseguridad tanto de las Fuerzas Armadas y la Policía Federal y las corporaciones estatales en el sur de Veracruz, la región, por ahora, más espeluznante.
Esta semana, el secretario de Seguridad Pública se trasladó a Coatzacoalcos para vigilar el operativo en contra de la delincuencia organizada.
Lo dijo el gobernador en Poza Rica hacia el principio del bienio:
“Yo sí tengo pantalones y voy por los carteles”.
En el duartazgo, el tiempo más siniestro en la historia política local (quizá, incluso, en el país), el Estado Delincuencial fue preeminente sobre el Estado de Derecho, pues los carteles estuvieron por delante del poder civil.
Y, bueno, tanta fue su fuerza que narcos y policías se aliaron y juntos desaparecieron y secuestraron personas y cayeron en la llamada “desaparición forzada” y en 45 municipios abrieron fosas clandestinas con sus cementerios particulares, sin que nunca, jamás, la secretaría de Seguridad Pública lo advirtiera ni fuera informada por los mismos cuerpos policiacos.
Ahora, la lucha es abierta y frontal para que los uniformados restablezcan la ley en un Veracruz deshecho en su tejido social y de ñapa, aterrorizado.
Con todo y lo que digan en la cancha priista (tan ardidos que andan con las tres derrotas electorales consecutivas, como son las del gobernador, el Congreso y las presidencias municipales), el góber azul es un político experimentado en el combate a la inseguridad y en los pasillos y recovecos de la política.
Y la seguridad en la vida y en los bienes, está claro, significa el pendiente número uno.
Por eso mismo, en 1986 (y también por dos años), Fernando Gutiérrez Barrios fue elegido gobernador y tuvo en Seguridad Pública a su comando armado que participara a su lado en la llamada “guerra sucia” que fue de Gustavo Díaz Ordaz a Luis Echeverría Álvarez.