Luis Velázquez
Veracruz, 22 de julio de 2017 En la telenovela que están filmando sobre Javier Duarte incluirán un capítulo sobre el llamado “Vómito negro” que consiste en una traición al jefe máximo despepitando todo su expediente negro al enemigo o adversario.
En la lista de los Judas de Duarte están los siguientes:
Uno. Moisés Mansur Cisneyros, su amigo, socio, cómplice y prestanombre, amigos desde la escuela primaria, y que cuando el góber azul lo amenazó con encarcelar a su esposa, contó la historia sucia de Duarte, más que “con los pelos de la burra por delante, con la burra completa”.
El último hallazgo de los ilícitos que ambos cometieron es una cuenta bancaria en Suiza.
Dos. Alfonso Ortega López, su abogado, quien se entregó a la Procuraduría General de la República, contando todo, absolutamente todo, en contra de su cliente y amigo.
Tres. Juan José Janeiro, el otro prestanombre que para evitar la cárcel en la que están Arturo Bermúdez, Mauricio Audirac, Francisco Valencia, María Georgina Domínguez Colio, Flavino Ríos Alvarado y en la que estuvo Leonel Bustos, también se entregó a la PGR y contó todo, todo, todo.
Ellos tres de manera oficial han trascendido como los Judas, digamos, oficiales.
Hay también Judas extraoficiales, campeones del “Vómito negro” según la versión popular, pues resulta curioso y paradójico que al momento anden en la calle y en los restaurantes como intocados e intocables.
Cuatro. Érick Alejandro Lagos Hernández, el diputado federal que fuera secretario General de Gobierno, presidente del CDE del PRI y secretario particular de Duarte.
En el pasillo político se afirma que con otros diputados (Jorge Carvallo, Édgar Spinoso Carrera y Adolfo Mota) integraron “una pollita” y entregaron al góber azul ciento cincuenta millones de pesos…, sin recibo.
En la etapa estudiantil en la facultad de Leyes fue compañero de pensión de Rogelio Franco Castán, secretario General de Gobierno, y quien en el Fidelato y el Duartazgo
llamaba “jefe máximo” a Lagos, se ignora si porque en su caso, “El chily Willy” aplicaba la máxima de “lo que en política lo que se compra con billete… sale barato”.
PODEROSO PADRINO LO SALVÓ…
Cinco. Jorge Carvallo Delfín, (“El hijo más ruin que he tenido” según lo define su padre), diputado federal, presidente del CDE del PRI y secretario de Desarrollo Social con Duarte, compañero diputado local del senador Fernando Yunes Márquez.
Seis. Adolfo Mota Hernández, diputado federal, cuyo padrino, el senador Emilio Gamboa Patrón, habría pedido al góber azul que lo perdonara, de tal forma que en un evento público en Emiliano Zapata lo apapachó y le dio el calor del mundo.
Siete. Édgar Spinoso, diputado local, de quien se afirma devolvió un avión y un helicóptero, más 400 millones de pesos.
Ocho. Vicente Benítez, el diputado local de “Las maletas voladoras”, tesorero de Sefiplan en el duartazgo.
Y nueve. Juan Manuel del Castillo, el otro diputado local, que también fuera tesorero de SEFIPLAN y secretario particular de Duarte.
La peste del “vómito negro” se habría tragado, o se tragó su lealtad al ex gobernador.
Así, y por lo pronto, han librado la cacería de pillos y ladrones que algunos llaman (el profesor Juan Nicolás Callejas Arroyo) “cacería de brujas”.
En contraparte, los legisladores federales, Alberto Silva Ramos y Tarek Abdalá están en la mira de la Fiscalía azul que ha solicitado su desafuero en el Congreso de la Unión para ser llevados a proceso penal, acusados, el primero, de un desvío de 1,500 millones de pesos, y el segundo, del desvío de veintiséis mil millones.
LOS PINOS PROTEGERÍAN A DUARTE
“Visto en la línea del tiempo”, “el vómito negro” de los anteriores duartistas ninguna trascendencia política, social, ética ni moral (en el tiempo del llamado Sistema Nacional Anticorrupción) tiene, si se considera la siguiente circunstancia:
Los columnistas Raymundo Riva Palacio (Eje central) y Julio Hernández (Astillero, La Jornada) publicaron a mitad de semana que el Peñismo está tendiendo un tapete mágico sobre Duarte para allanar su proceso penal y hasta sea perdonado.
Un primer aviso fue en su primera audiencia penal en el Reclusorio Norte, cuando un trío de agentes del Ministerio Público, enviados por la Procuraduría General de la República,
PGR, para la diligencia y el careo, fueron evidenciados por completo en un ejercicio básico, pues ni siquiera, vaya, conocían el expediente ni menos, mucho menos, al dedillo.
Entonces, y como dice el politólogo Ramón Benítez, comenzó la suspicacia.
Y el miércoles 19, Julio Astillero la confirmó a través de su twitter con la siguiente frase bíblica:
“Gobierno siembra errores judiciales pro Javidú”.
De ser así, caray, y luego de la fuga de Joaquín “El chapo” Guzmán y de la Casita Blanca de “La gaviota” sería el peor error político, social, electoral y jurídico del presidente Enrique Peña Nieto.
Ya durante los casi seis años del duartazgo permaneció callado, no obstante que hacia mediados del año 2014, la Auditoría Superior de la Federación interpuso denuncia penal contra Javier Duarte en la PGR y de acuerdo con la ley reportó el caso a la secretaría de Hacienda y Crédito de Luis Videgaray Caso, quien, según la ley, estaba obligado a retener las participaciones federales hasta la rendición plena de cuentas.
Y si ahora, más que Judas y más allá del “vómito negro” fraguan su blindaje, entonces, mil y las malas que el año entrante el PRI perderá la presidencia de la república en Veracruz, la gubernatura, las senadurías y las diputaciones locales y federales.