Luis Velázquez
Veracruz.- El gobernador de Veracruz fijó su postura sobre los once cadáveres tirados en Boca del Río, dos mujeres y nueve hombres.
Entre otras cositas, dijo lo siguiente:
“No es una guerra contra el gobierno del estado”.
Por supuesto, nadie cree que lo sea.
Ni menos sea, digamos, en contra de la persona Miguel Ángel Yunes Linares, pues nunca, digamos, ha sido aliado de ellos, ni socio ni cómplice ni protector por más que lo hayan ligado a Pancho Colorado, “El señor de los narco/caballos” preso en Estados Unidos.
En todo caso, los carteles y cartelitos operan en el territorio jarocho de igual manera como en el resto del país.
Y más, porque desde el sexenio de Patricio Chirinos Calero, 1992/1998 (con José Albino Quintero Meraz, quien varios años después fuera recluido en el penal de Almoloya), la delincuencia organizada opera con manga ancha en Veracruz.
Y por tanto, ya solo falta se les entregue acta de nacimiento, y en un descuido, hasta sean declarados hijos predilectos.
Y más en los pueblos que han convertido en un Estado de Sitio, pues apenas anoche las familias se refunden en sus casas, tal como, y por ejemplo, se los piden los presbíteros en la homilía y en el rosario de cada tarde.
El góber también dijo en rueda de prensa que la guerra en Veracruz se trata “de un enfrentamiento entre carteles de la delincuencia”.
Claro, claro, claro.
Lo mismito se la pasó repitiendo siempre siempre siempre Javier Duarte, el prófugo de la justicia desde hace 137 días (y que aquí los vamos contando porque expresa el fracaso del Peñismo para detenerlo).
Ellos son los malosos.
Ellos disputan el paraíso terrenal que significa esta parte del Golfo de México con su autopista de sur a norte, y con sus pistas clandestinas y con los tres puertos (Coatzacoalcos, Veracruz y Tuxpan) por donde puede llegar, o llega, la droga desde otras naciones del mundo, entre ellas, la más frecuente, Colombia.
Y como durante 24 años, de Chirinos a Duarte, han operado con todas las facilidades del mundo, entonces, aquí han encontrado las facilidades para su desarrollo y crecimiento económico.
Y en la disputa, secuestran, desaparecen, torturan, vejan, humillan, asesinan y sepultan en fosas clandestinas.
Y es que si la lucha por el poder económico es atroz y cruenta, también la lucha por el control de la droga y los negocios anexos y conexos y que van desde la prostitución y los secuestros express hasta los migrantes y los chupaductos.
TODO MUNDO TIENE IDENTIFICADOS A LOS CARTELES
Según el góber azul, “hay varios carteles en disputa en Veracruz y se tiene conocimiento de qué carteles son”.
Bueno, el dato es tan viejo como la historia de la humanidad por citar una referencia longeva.
Por ejemplo, desde hace ratito, la DEA, agencia antinarcóticos de Estados Unidos, y que tanto repitiera Jesús Murillo Karam, el procurador General de Justicia, el señor “de la verdad histórica”, los carteles en el territorio jarocho son los Zetas, Jalisco Nueva Generación y Del Golfo.
Y si alguna vez existieron los Mata/Zetas, en la versión oficial siempre aseguraron que se trataba de elites oficiales para, digamos, combatir a los adversarios y enemigos “y limpiar la plaza”.
Más aún:
Murillo Karam siempre dijo que varios carteles se habían desmembrado y mudado en cartelitos.
Y por eso mismo, el peligro y la tensión y el ajuste de cuentas entre ellos (los once cadáveres tirados en Boca del Río, por ejemplo) se había multiplicado.
Y si alguna duda existiera basta y sobra con que la Yunicidad abra su computadora en Google, ponga carteles en Veracruz en el buscador y ahí estará la información documentada en reportajes, crónicas y notas.
Así es que ningún caso, mejor dicho, ningún impacto se logra hablando a medias e insinuando que “se tiene conocimiento” de la identidad de los carteles.
Y más cuando también declaró que “el 70 por ciento o más de los homicidios en Veracruz desde el mes de enero… son producto de las pugnas entre los grupos de la delincuencia”.
Caray, el góber solo está reproduciendo la misma cantaleta que Javier Duarte.
Sólo le faltó decir que ninguno de los muertos al momento son civiles para, digamos, ocultar así “con un dedito” los tres niños ejecutados en Carlos A. Carrillo y las 23 mujeres asesinadas en los últimos tres meses.
BARBARIE EN CONTRA DE LA POBLACIÓN
Todo indica que el prófugo de la justicia dejó un manual de procedimientos a la Yunicidad.
Por ejemplo, el góber azul también dijo que los muertos “son personas vinculadas a la delincuencia organizada”.
Por ejemplo, en el mes de septiembre de 2011, cuando los 35 cadáveres tirados en el paso a desnivel de la avenida Ruiz Cortines, en Boca del Río, Javier Duarte se apresuró a declarar minutos después que todos eran narcos.
Y días después quedó confirmado que había civiles, entre ellos, una señora que trabajaba de secretaria en un consultorio médico y su hija de quince años.
Ahora, el Yunes azul lo repite diciendo que “todo indica”.
El mismo discursito, pues, en que ni siquiera, vaya, le ponen unas gotitas de imaginación para adoptar otros contenidos.
A menos, claro, que la originalidad esté en asegurar, como dijo, que los muertos se deben a “un enfrentamiento entre delincuentes, porque no es contra la sociedad veracruzana”.
Primero, dejó claro, que en ningún momento se trata de un ataque “contra su gobierno”, y luego, “contra la sociedad” jarocha.
El colmo sería que los carteles y carteles estén asesinando “a la sociedad”, así nomás, porque, digamos, todos estén metidos en la droga, aun cuando, oh paradoja, las ONG, los solecitos y los colectivos documentan secuestros y desapariciones y posibles crímenes de hijos, esposos, tíos y primos.
Y desearía entenderse que en todos los casos, simple y llanamente el Estado de Derecho, cuya esencia básica consiste en garantizar la seguridad en la vida y en los bienes, ha sido rebasado y desdibujado por completo, de igual manera como en el duartazgo.
Sólo de esa forma se explican los 50 desaparecidos en el primer mes de la Yunicidad y las 23 mujeres asesinadas en los últimos tres meses y los secuestros y crímenes que todos los días se están dando, y en donde, ninguna duda existe de que una parte se trata de ajustes entre los malandros, pero también, de una espantosa y sórdida barbarie en contra de la población civil.