Luis Velázquez
15 de marzo de 2018
La señora Lucía de los Ángeles Díaz Genao lleva cuatro años y medio en la lucha. Desde el secuestro y desaparición de su hijo Luis Guillermo Lagunes Díaz, “DJ Patas”, en el mes de junio de 2013; el duartazgo sórdido y sombrío en la cúspide del poder total y absoluto, sólo tiene una razón para vivir. La justicia. La cárcel para los asesinos.
En su lucha se ha reciclado. Y desde hace muchos meses la vida la encontró con un montón de madres que también buscan a sus hijos.
Más aún: si antes su causa superior era su hijo, ahora también la ha ampliado a todas las familias que buscan a sus parientes.
La última batalla, por ejemplo, la ha encarnado con los cuatro desaparecidos en el puerto de Veracruz el 3 de febrero, una pareja de Paso del Macho, una señora de la Ciudad de México y un estilista jarocho, cuyos familiares cacarearon su desaparición en las redes sociales revelando que una patrulla policiaca los había levantado, y cuando se hiciera viral, la yunicidad reveló que ellos mismos eran culpables de su secuestro porque habían asistido a una fiesta swinger.
Pero, bueno, con todo y fiesta swinger (cada quien sus preferencias) los cuatros siguen desaparecidos.
Y desde entonces, doña Lucía reveló que la desaparición de los cuatro habría sido de manera presunta a menos de elementos policiacos estatales (El Universal, Édgar Ávila, martes 13 de febrero).
LA VIDA POR LOS HIJOS
Doña Lucía es una luchadora social. Primero, por su hijo. Después, la vida la llevó a un activismo fuera de serie.
Nacida en la República Dominicana, criada y formada en México, ella es licenciada en Idiomas. Amante de la lectura. “Si quieres leer la gran literatura norteamericana, lo debes hacer en inglés, nunca un autor se aprecia tanto en una traducción como en su lengua original” dijo al cronista Ignacio Carvajal.
Alejo Carpentier es uno de sus escritores preferidos. Pero desde hace cuatro años y medio, analítica y exigente, lee libros sobre derechos humanos.
Así, y conociendo decenas, cientos quizá, de historias de desaparecidos (la misma historia, entre tantas obras, de doña Rosario Ibarra de Piedra en la guerra sucia de Luis Echeverría Álvarez cuando desaparecieran a su hijo Jesús Ibarra Piedra), y leyendo, y caminando en el país atrás del mismo objetivo y en varias partes de América Latina y del mundo, está convencida, cierta, de que en Veracruz hay una crisis humanitaria.
Peor tantito: está más segura que nunca que las víctimas son las generaciones jóvenes.
En el duartazgo, por ejemplo, hubo saña y cizaña en contra de los muchachos, el mayor número de desaparecidos.
Por ahora, y sobre la desaparición de su hijo hay un par de detenidos y quienes al mismo tiempo litigan con sus abogados obtener el beneficio de la justicia federal para alcanzar la libertad.
Ellos, entre otros, habrían sustraído a su hijo de su casa.
HIJOS DESAPARECIDOS
Maricela Sarmiento, Julieta Gómez, Juan Guzmán y Julio Hermida fueron desaparecidos el 3 de febrero en el puerto de Veracruz, gobernado ya por el panista Fernando Yunes Márquez.
Hubo difusión del secuestro en las redes sociales.
Declaraciones de prensa.
Solicitudes al gobernador para seguir la pista y encontrar al cuarteto.
El Solecito, la ONG del que la señora Díaz Genao es vocera, levantó la mano reclamando justicia.
Nada de nada.
Cinco semanas después, el silencio.
Nadia habla ya del asunto.
Olvidado en el vértigo y el tráfago de los días huracanados, sórdidos y sombríos.
Un nuevo secuestro, un asesinato más, olvida al anterior, y así se va integrando una cuerda adversa de impunidad.
La vorágine del tiempo huracanado rebasa por completo al Estado de Derecho.
Doña Lucía Díaz, luchando, sin doblarse ni arrodillarse, al lado siempre de otras señoras del Solecito, en donde igual de intensas son todas, pero con los rostros visibles de un par de señoras.
Rosalía Castro Toss, odontóloga de profesión, y Marcela Zurita Rosas, agente inmobiliaria en Córdoba y Orizaba.
La señora Castro: su hijo, Roberto Casso Castro, de 41 años, y su novia Cinthia Vicencio Delgado, desaparecieron el 24 de diciembre del año 2011, Javier Duarte y Arturo Bermúdez Zurita en el trono imperial y faraónico, cuando viajaban de Veracruz a Huatusco.
Y la señora Zurita, tiene desaparecido a su hijo Dorian Rivera Zurita desde el 11 de octubre del año 2012 ocurrido en Córdoba.
LA CAUSA DE TODOS
Desde el poder han satanizado al Solecito.
Ni la medallita “Adolfo Ruiz Cortines” ni los apapachos las convencieron.
Su objetivo es superior, razón de vida, apostolado social, como es, primero, la búsqueda de sus hijos que vivos los sueñan, y segundo, “cuando menos para dejar la zozobra a un lado y pasar al duelo” como escribiera en su crónica Ignacio Carvajal.
Siempre que llega una madre al Solecito con un hijo desaparecido, se vuelve la causa de todas.
Todas se reflejan en ella. Y como dice la doctora Rosalía Castro, las asesoran para evitar que las traigan dando “vueltas en el Ministerio Público”, pues ella, como las demás, recuerdan “el tiempo que me hicieron perder con vueltas y trámites engorrosos”.
Ellas buscan una respuesta a la ausencia de sus hijos quienes un día, así nomás, fueron desaparecidos.
Y más luego de que hay jefes policiacos y policías detenidos acusados del delito de desaparición forzada y que significa la alianza criminal con los carteles y cartelitos.
La policía y sus jefes… al servicio, aliados, socios, cómplices, de los malandros.
Lo más grave es la resistencia oficial, como si los Colectivos fueran las peores enemigas del Estado que buscaran desestabilizar al equipo gobernante en turno.
Todos los hijos desaparecidos son nuestros hijos dice el Solecito.