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Expediente 2018: Club de cafetómanos; INEGI redescubre al Veracruz jodido y soñado por candidatos

El Piñero

 

Luis Velázquez/I

02 de abril de 2018

 

En la avenida Ruiz Cortines, esquina Juan Pablo II, en Boca del Río, 8 jóvenes, menores de 25 años, vestidos de jarochos, cazan el semáforo en rojo para formarse en hilera ante los conductores de los automóviles.

Ellas, impecable traje de jarochas. Ellos, de jarochos.

Los 8 zapatean con un “Tilingo lingo” imaginario tocado por unos arpistas imaginarios durante unos minutos.

Luego, las 4 jarochas se concentran en la esquina, mientras los cuatro jarochos toman el sombrero entre sus manos, lo voltean y como si fuera una charola la pasan entre los automovilistas para “una limosnita por el amor de Dios”.

Antes, el crucero era de los ancianos que pedían limosnita con una sonrisita congelada, la mirada ardiente, llena de ternura, pero al mismo tiempo, de misericordia y compasión.

A veces, en las tardes, el crucero es propiedad de los acróbatas, los cirqueros improvisados, quienes hacen maroma y media para ganarse unos centavitos.

Es la cara del desempleo, el subempleo y los salarios de hambre, salarios mezquinos.

Es el rostro social expresando la incapacidad del gobierno para alentar la creación de empleos.

Y más en el caso de los jóvenes que por eso mismo las universidades públicas y privadas son llamadas “fábricas de desempleados”.

Dice el dos veces doctor en Economía, Alfonso Velázquez Trejo:

“La secretaría de Desarrollo Económico de Veracruz es un club de tomadores de café que todo el tiempo viven en gerundio, es decir, planeando la utopía”.

Días anteriores la misma SEDECO lo expresó con el gran foro de desarrollo económico intitulado de la siguiente manera:

“Soy emprendedora… Soy empresaria… Soy veracruzana”.

Ni siquiera, vaya, imaginación creativa para soñar, digamos, con el presente y el futuro.

Tanto café ha atrofiado sus neuronas.

 

PUEBLO CHANGARRERO

 

Los políticos en campaña electoral por la gubernatura “se cortan las venas” alardeando que Veracruz es un estado pródigo en recursos naturales favorecido por un Dios Poderoso con el reparto de los bienes, pero al mismo tiempo, oh paradoja, habitado por gente jodida.

Por ejemplo, lo documenta el INEGI:

El 6.5 por ciento de la población, un aproximado de 104 mil personas económicamente activas (y el INEGI se habría quedado corto) vive de la comida rápida.

Y entre otras cositas se dedica a la venta diaria de antojitos, tacos, tortas, pizas (incluido el Fiscal Jorge Wínckler), hamburguesas, hot dogs, pollos rotizados, café, fruta, picadas, gordas, elotes, licuados, dulcería, chicles, refrescos y frituras.

Y en la venta de comida chatarra para llevar el itacate y la torta a casa Veracruz ocupa el tercer lugar nacional, luego del Estado de México y Jalisco.

Además del dato conocido por la mitad de la población y la otra mitad de que un millón de paisanos ha migrado a Estados Unidos huyendo del fracaso de la política económica del club de los tomadores de café.

Además, y como asegura la investigadora Patricia Ponce, Veracruz en el primer lugar nacional en producción y exportación de trabajadoras sexuales.

En datos oficiales, Veracruz tiene 8 millones 112 mil 505 habitantes.

De ese total, 3 millones 109 mil 781 personas están ocupadas, tienen empleos, y que otra cosita, claro, es la calidad del trabajo y el salario y las prestaciones sociales y un empleo seguro.

12 mil 803 jarochos están desempleados, considerados aquellos que no trabajan ni una hora a la semana.

El 9.8 por ciento tiene una ocupación parcial.

El 68.5 por ciento de la PEA trabaja en la informalidad laboral que así llama el INEGI a los changarreros, aquellos a quienes Vicente Fox ofreció un Volkswagen en la puerta de su casa en el primer sexenio panista de la historia.

 

MAL ANDAMOS

 

Desde hace ratito, el sostén de la economía local han sido las remesas enviadas por los paisanos a sus familias.

Los ingresos derivados de la caña de azúcar, el café y los cítricos han pasado a segundo, tercero y cuarto nivel.

En las regiones indígenas de Veracruz (un millón de habitantes) los patrones pagan el jornal desde antes de que sale el sol hasta cuando la luna alumbre el surco a 70 pesos.

Y solo pagan los 6 días trabajados, de lunes a sábado.

Por eso, y con todos los riesgos, en cada zafra, corte de café y cítricos, los indígenas migran con sus familias (esposas e hijos) para la cosecha anual y lo que, claro, se traduce en la más espantosa deserción escolar.

Peor tantito si se considera que como una conquista sindical, la secretaría de Educación permite y tolera que los maestros de las regiones étnicas solo trabajen de martes a jueves y de 9 a 12 horas, incluida media hora del recreo.

Y, no obstante, dice el maestro Alfonso Velázquez, la SEDECO continúa entregando su Premio Estatal de Calidad, “una tomadura de pelo” que, además, nada les cuesta y denota y connota el populismo de la derecha.

En Boca del Río, la población está asombrada con los 8 jarochos que bailan en el crucero de la avenida Ruiz Cortines.

¡Tan mal andamos!

Y eso que fue declarado el municipio exitoso de Veracruz.

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