Luis Velázquez
Veracruz.- Con la yunicidad panista y perredista en Veracruz solo se reproduce la enseñanza priista de todos los tiempos en el reparto de las candidaturas a diputados locales y federales y senadores y a gobernador.
El proceso de cuotas entre cuates.
Por ejemplo:
Pepe Mancha, el presidente del CDE del PAN, anunció al mundo azul que “la única carta fuerte a la candidatura a gobernador es Miguel Ángel Yunes Márquez”, y en reciprocidad se quedó con la candidatura pluri a diputada local para su esposa.
Además, se reservó la candidatura a la reelección como diputado local de su hijo putativo, He Man Sergio Hernández Hernández.
Además de que ya tenía la presidencia municipal de Tuxpan con un primo.
Entonces, Julen Rementería, quien representa otra élite panista, levantó la mano y además de la secretaría de Infraestructura y Obra Pública, amarró la candidatura senatorial.
Y de paso, claro, la candidatura a la reelección para uno de sus hijitos, Bingen.
Y el cacique huasteco, ex priista Ricardo García Guzmán, transfigurado en panista, mirando el proceso de cuotas y cuates, se quedó con la candidatura a diputado federal para un hijo y la candidatura a la reelección como diputado local para el otro hijo, a cambio, claro, de garantizar el voto para “El chiquis”.
CACIQUES AZULES
Fue cuando el cacique de Tantoyuca, Joaquín “El chapito” Guzmán Avilés, también exigió su parte.
A: La candidatura de su hermana senadora de la república a diputada federal pluri.
B: La candidatura de un hermano a diputado local.
C: La presidencia municipal que ya le había sido conferida para otro hermano y a quien la estafeta le fue entregada por otro hermano.
Y en respuesta, otro cacique, el sureño Renato Tronco decidió abandonar el PRI y adherirse al PAN yunista, a cambio de:
A: La candidatura a diputado federal para él.
B: La candidatura a diputado local para un hermano.
C: La candidatura a diputada local para una sobrina.
Es decir, la más burda farsa democrática donde al mejor estilo priista las candidaturas fueron repartidas entre los jefes azules y perredistas.
Por ejemplo:
Jazmín Copete, de diputada local a candidata al Senado de la República.
Y un hijo, presidente municipal de Santiago Tuxtla, el pueblo que antes ella gobernara y que despertara la ira del ex cacique priista, Nemesio Domínguez Domínguez, quien la llamara “La usurpadora”.
Los acuerdos cupulares, pues.
El trueque partidista. Me dan la candidatura a gobernador para mi hijo y a cambio todo lo que ustedes, cúpulas partidistas, pidan.
La cínica imposición a tono, digamos, con la profecía del filósofo priista, José López Portilla (le apodaban el Quetzalcóatl) de que los políticos se volverían unos cínicos.
Claro, el campeón del cinismo sigue llamándose Javier Duarte.
LA POLÍTICA, GRAN NEGOCIO
En el reparto de las mieles, más todavía:
Leticia López Landero, presidenta municipal de Córdoba, con su hijita como candidata a diputada local.
Juan Manuel de Unanue, Mariana Dunyaska y Marijose Gamboa, de diputados locales a candidatos a la reelección, gracias, claro, lógico, obvio, a que la LXIV Legislatura a la que pertenecen validó y convalidó la ley Duarte de la reelección de los diputados locales por cuatro (parece) periodos consecutivos.
La política, pues, como el gran negocio de repartirse los cargos públicos a partir, entre otras cositas, de que formas parte del primero, el segundo, el tercero y el cuarto círculo del poder, y a que, digamos, algún control mediante el liderazgo social, digamos, y/o la compra de votos, y/o la lealtad perruna.
La imposición, pues.
El maquillaje democrático, vaya.
Una elección marca patito.
Desde luego, más patito es la mecánica de MORENA para elegir a sus candidatos a través de la famosa práctica ruletera de la Lotería Nacional de “La tómbola” y que derivara en una ridiculez cuando los diputados locales, Sebastián Reyes, Eva Felícitas Cadena y Miriam Judith González desertaran de MORENA y se refugiaran en el partido Acción Nacional.
LA LOCOMOTORA YUNES
En otros casos, acaso porque mudaron de priistas a panistas demasiado tarde, cerrado ya el tiempo electoral para nominar candidatos, “salió más caro (y vergonzoso) el caldo que las albóndigas”.
Por ejemplo, con Basilio Picazo, el diputado local, ex presidente municipal de Coyutla, en el corazón de la sierra de Papantla, donde 5 Picazos han sido alcaldes, el último, ahora, un sobrinito.
Y es que por aquí el ORFIS, Órgano de Fiscalización Superior, le asestó un calambre a Picazo con la rendición de cuentas y la observación de que hay “un posible daño patrimonial” en el Ayuntamiento papantleco, todos mudaron al PAN y trabajan la causa electoral a favor del primogénito.
Pero, bueno, si el junior azul gana la gubernatura, entonces, y aun cuando “muchos son los llamados y pocos los elegidos”, ninguna duda hay de que algún Picazo, el mismo Basilio, jefe supremo del cacicazgo, se filtraría en el gabinete legal.
Así, y al mejor estilo priista, operó la locomotora del Poder Ejecutivo Estatal de Veracruz.
Simplemente, sometiendo a todos bajo un argumento eficaz y eficiente: Te doy y me das.
La votación fast track.
Los acuerdos en lo oscurito.
La fachada democrática.
Corsarios de la política les llamarían.
“Capitalismo de cuates” les denomina la politóloga Denise Dresser en su libro “Manifiesto mexicano”.
Los cargos públicos, para los cuates, los amigos, los compadres, los aliados, los socios, los prestanombres, los grupos políticos en funciones.
PRI, PAN y PRD, vasos comunicantes. Hermanastros.
La comparsa partidista.
A mediados del año 2016 celebramos en Veracruz con un lechero y una canilla lo que parecía la transición democrática. Pero la yunicidad quedó en una burda alternancia partidista. Quítate tú, PRI, porque ya llegamos nosotros, PAN y (el cascajo) PRD.
El reparto del poder.
Y la militancia… que siga pegando propaganda y haciendo bulto en los mítines y que los pobres continúen aceptando despensas alimenticias.