Luis Velázquez
Veracruz.- En política, dice el politólogo Ramón Benítez, ningún funcionario público puede caer atrapado y sin salida en el síndrome de David y Goliat de menospreciar a los demás por más pequeños, digamos, que sean o aparenten.
Tampoco, claro, puede atenderse lo urgente, el día con día, y desdeñarse lo importante.
Por ejemplo:
Entre otras de las lecciones de los cinco comicios del primero de julio cuando el PAN y el PRI perdieran todo, desde gubernaturas y la presidencia de la república hasta el Congreso federal y locales, están las siguientes:
Una. El PAN, por ejemplo, abrió la puerta a priistas y morenistas (Sebastián Reyes, Eva Cadena, Miriam Judith González, Regina Vázquez, Basilio Picazo, Renato Tronco y Ricardo García), y desatendió la efervescencia en que andaba la diputada azul, Cinthya Lobato Calderón.
Nadie en el pleito entre Cinthya y He Man estuvo pendiente y ella se fue abriendo hasta su renuncia a la bancada panista en la LXIV Legislatura.
Dos. En el día con día dejaron para después el nombramiento del Fiscal Anticorrupción y los doce magistrados del Tribunal Superior de Justicia y ahora, cuando MORENA ganó 29 curules locales, el asunto se agrió por completo, y luego de un zipizape legislativo, Marcos Even quedó con el cargo, mientras el góber electo anuncia que el asunto irá a los tribunales.
Tres. De ñapa, ya tienen en el carril de los crucificados al Fiscal Jorge Wínckler.
Cuatro. Y más, por lo siguiente:
El Congreso local tiene la facultad de un juicio político (como ha sido anunciado) al Fiscal Wínckler, pero al mismo tiempo, y de acuerdo con la ley, y como refiere el politólogo Ramón Benítez, corresponde al Tribunal Superior de Justicia, TSJ, la facultad de la sentencia correspondiente y a cargo de los presidentes de cada una de las 9 salas.
Y, bueno, y por lo pronto, queda como un asunto reservado para entonces el dictamen que daría el TSJ.
CADA GOBERNADOR CON SU LEY
Cinco. “Haiga sido como haiga sido”, el PAN Veracruz, por ejemplo, perdió todo en el domingo electoral.
Ahora, de consuelo, se resignan a que así estuvo mejor, porque con Andrés Manuel López Obrador de presidente de la república, el primogénito célebre de gobernador habría vivido un infierno durante 6 largos y extensos y sórdidos años.
Y más, porque en la campaña electoral le llamó “¡Viejo guango!”.
Y más, porque AMLO ya se la tenía, y tiene, cantada, al gobernador Yunes de que amnistiará a los carteles y cartelitos, menos a él como tampoco a Carlos Salinas y Vicente Fox.
Y en política, ya se sabe, el dueño del látigo hace y deshace por encima y fuera de la ley por más y más juramentos ante el altar de que la ley será respetada.
Fernando Gutiérrez Barrios, por ejemplo, ordenó a sus huestes policiacas detener a tres caciques de la sierra de Chicontepec (Luis Rivera Mendoza y los hermanos Justo y Roberto Cabrera), luego de que el primero asesinara con su “Sonora Matancera” a una familia, un padre y una madre y sus dos hijos, uno de ellos, una bebé de dos años de edad en los brazos de su señora madre.
Más allá de la Constitución, la ley impuesta por el gobernante en turno.
SE PERDIÓ EL RUMBO
Seis. En la cancha azul corre la versión de que el jefe del Poder Ejecutivo Estatal se centró en lo urgente, el día con día, por ejemplo, la inseguridad, la incertidumbre y la zozobra de norte a sur y de este a oeste de Veracruz, Y aun cuando en el boletín oficial afirman que el tsunami delictivo va a la baja, todavía está lejos de llegar a los hogares.
Y, en contraparte, la versión que en el día con día, los hijos mandaban en el gabinete estatal bajo un argumento repetido y cacareado por el gabinete legal y ampliado:
“Es que Migue me dijo”. “Es que Fer me dijo”.
Y el rumbo se perdió.
Por un lado, la agenda pública establecida, por ejemplo, por el secuestro, el crimen, el plantón, etcétera, y por el otro, el seguimiento semanal al gasto público.
Pero…, en la otra cancha, el hacer y el quehacer de cada día en obra de infraestructura y en la creación de empleos y en la calidad educativa y de salud, dejada a la deriva.
Y el barco se fue a pique.
POLÍTICO CON VISIÓN DE ESTADO
Según el profe Benítez, una cosita es el político sencillo y común en la trinchera pública.
Otra, es el político encumbrado, digamos, en una presidencia municipal y una gubernatura.
Y otra, cien años luz de distancia, es el político con visión de Estado.
Estadista, pues.
En el siglo pasado, un político y cacique potosino, Gonzalo N. Santos, decía que todo hombre público ha de tener una especie de consejero, brujo de cabecera, enano del tapanco, bufón incluso, que todos los días le recuerde que es un mortal para que siempre mantenga la frialdad y mire hacia lo urgente, pero también hacia lo importante, de cara al presente y de cara al futuro.
Y es que cuando un político se encumbra y a su alrededor aparece la servidumbre humana, en el día con día, con tantos halagos, todos pierden el piso y hay quienes llegan a creerse dioses.
La derrota avasallante del primero de julio es una lección de historia y sicología imborrable.
Y sirve, ha de servir, tanto para los vencidos como para los vencedores, pues la silla embrujada del palacio suele descarrilar al más pintado.
El poder corrompe, dijo aquel, y el poder absoluto corrompe de manera absoluta.
Y aun cuando es una frase bíblica, por lo general es la más desoída.