Luis Velázquez
Veracruz.- La discordia política seguirá rigiendo en Veracruz. El góber electo, por ejemplo, ha llamado a las personas físicas y morales arrastrando deudas desde el sexenio anterior a que protesten en contra del gobernador en funciones. Además, ya se la cantó y advirtió que denunciará a Yunes “si hay año de Hidalgo”.
Una chispita produce un incendio. Y en el caso, de una liturgia y rutina política alrededor de la rendición de cuentas Cuitláhuac García Jiménez está armando un escándalo.
Cada gobernador que va de salida, ya se sabe, ha de entregar cuentas claras. Y de ahí el góber que entrará el primero de diciembre se está agarrando.
Y en el fondo expresa, más que la rendición de cuentas, el ajuste de cuentas…, socorrido y frecuentado en el sistema político donde “el hombre es el lobo del hombre” y en donde la mayor parte de antecesores siempre cometen trastupijes.
Por ejemplo, Miguel Ángel Yunes Linares se fue con todo en contra de Javier Duarte, y quien, la mitad del mundo lo sabe y la otra mitad también, sólo “se pusieron de pechito” con tantas barbaridades.
Duarte nunca procedió contra Fidel Herrera Beltrán, quien le heredara la silla embrujada del palacio, aun cuando hacia la mitad del sexenio rompió con él aconsejado por su secretario de Desarrollo Social, vocero, presidente del CDE del PRI y diputado federal, Alberto Silva Ramos.
Fidel nunca procedió contra Miguel Alemán Velasco ni Alemán contra Patricio Chirinos Calero.
Pero Chirinos procedió contra Dante Delgado y Dante Delgado contra un funcionario de Fernando Gutiérrez Barrios, aun cuando jamás tocó a don Fernando.
Don Fernando tampoco procedió contra Agustín Acosta Lagunes, pero Acosta procedió contra gente de don Rafael Hernández Ochoa, a la que encarcelara.
Y Hernández Ochoa nunca reviró ni ajustó cuentas con don Rafael Murillo Vidal ni Murillo Vidal contra Fernando López Arias.
Así, el político de la izquierda delirante, Cuitláhuac García se ha insertado en la lista de los gobernadores que procederán con todo en contra del antecesor.
Y más, cuando Andrés Manuel López Obrador, AMLO, el presidente electo, ha dicho que otorgará la amnistía a los malandros, pero jamás perdonará a Carlos Salinas, Vicente Fox y Miguel Ángel Yunes Linares.
LINCHAR A YUNES
Hay un montón de personas físicas y morales a quienes la yunicidad ha sido incapaz de pagar las deudas heredadas por Javier Duarte.
Y aun cuando habría prometido que las revisaría y hasta integraría una Comisión de Deuda Pública para revisar una por una y determinar su procedencia, el bienio azul está por terminar y restan pendientes.
Entonces, el góber electo ha azuzado a todos ellos a que se manifiesten en la vía pública en marchas de protesta en contra de Yunes Linares.
Simple y llanamente está convocando a la discordia, conscientes y seguros todos que, a estas alturas, cuando faltan dos meses para terminar el periodo constitucional, es de hecho y derecho imposible de pagar.
Pero, bueno, lo importante para MORENA es agitar y convulsionar la arena pública y por eso mismo, Cuitláhuac llama a la disolución social y a incendiar las ciudades y los zócalos y hasta organizar caminatas de los pueblos periféricos de Veracruz a la capital.
Se dirá que, en la mejor tradición de algunos de sus antecesores en el poder estatal, Cuitláhuac está prendiendo la mecha para quedar bien con AMLO, convirtiendo así la política en un circo romano y en donde Yunes Linares sea linchado en peores términos que el caso de Javier Duarte.
Y en contraparte, la población de Veracruz está harta de que la política esté reducida a un burdo y ramplón ajuste de cuentas entre las elites donde todos se acusan de corruptos, mientras 6 de los 8 millones de habitantes están en la miseria, la pobreza, la jodidez, el desempleo, el subempleo y los salarios mezquinos de hambre como los ha clasificado el INEGI.
Un espectáculo moral atroz, lleno de rencor y venganza, donde cada parte se proclama ángel de la pureza y todos los demás son pillos y ladrones.
TODOS LOS ANTECESORES SON PILLOS
Es el mismo caso cuando el viernes 28 de septiembre, el góber electo dijo que prevé denunciar a Yunes Linares y los suyos si “hay año de Hidalgo”.
Es decir, está resbalando en la presunción de que “el año de Hidalgo” existe en la yunicidad, cuando se trata de una versión universal que se pierde “en la noche de todos los tiempos” desde que el priismo se convirtió en el poder hegemónico y durante ochenta años mantuviera el control de la presidencia de la república, las gubernaturas, las presidencias municipales y los Congresos federal y estatales.
La fama pública concibe así que cada seis y cuatro años, en el caso de los alcaldes, aparecen nuevas fortunas personales y familiares, pues en el último año de cada gobierno la vaca es ordeñada y todos “meten la mano al cajón”.
Ahora, Cuitláhuac considera y vislumbra que Yunes y los suyos también rasguñaron el erario público en un tiempo, caray, cuando Yunes Linares ha convertido la rendición de cuentas en el eje rector de su bienio.
Y por eso mismo logró que Javier Duarte esté preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México y más de cuarenta políticos, jefes policiacos y policías estén durmiendo en el penal de Pacho Viejo y siga insistiendo para que la secretaría de Relaciones Exteriores extradite a Karime Macías, quien según el ex tesorero de SEFIPLAN, Tarek Abdalá, ordenaba pagar cuentas millonarias a empresas fantasmas.
Y, por eso mismo, sería inadmisible que Yunes, combatiendo la corrupción por un lado y por el otro haya arañado el erario.
Y, por tanto, Cuitláhuac suena a una exageración populista ramplona y barata soltar en el ambiente político y mediático “el año de Hidalgo” y advertir que habrá denuncias penales en contra de todos ellos.
Nadie, claro, “mete las manos al fuego” por la yunicidad. Pero en el caso, hay presunciones.
Es la discordia política. Es, más que la rendición de cuentas, el ajuste entre los grupos y las tribus políticas. Todos los que se van son pillos. Todos quienes llegan son honestos.
Y la población electoral soñando con llevar el itacate a casa y con una calidad de vida mejor.