Luis Velázquez
Veracruz.- El “Efecto Javier Duarte” y los suyos fue demoledor para el PRI. En menos de un año, el tricolor perdió la gubernatura, la mayoría en el Congreso local y 173 presidencias municipales… que nunca antes.
Es más:
El saqueo del erario y la desaparición forzada de los duartistas favoreció a Miguel Ángel Yunes Linares como candidato opositor y si ganó en las urnas ninguna duda existe que se debió a los trastupijes de Duarte y compañía.
Incluso, ahora mismo, el “Efecto Duarte” sigue, y más con el mundo sórdido y siniestro, caso Luis Ángel Bravo Contreras, el ex Fiscal, en que además de desaparecer personas también desaparecían cadáveres.
Pero una cosita fue Duarte y otra cosita es Pepe Yunes Zorrilla como candidato del PRI y PVEM al trono imperial y faraónico que suele ser.
De entrada, una distancia kilométrica, años luz, entre ambos.
A: Luego de veinte años en la administración pública, Pepe usufructúa fama pública de una honestidad “a prueba de bomba”.
Nunca, un desvío de recursos.
Jamás, negocios lícitos o ilícitos a la sombra del poder.
Menos, tráfico de influencias.
Menos, mucho menos, empresas fantasmas.
Tampoco, dados tendidos para favorecer, digamos, a una Barbie, como fue la característica de Duarte y de parte de su gabinete legal y ampliado.
POLÍTICOS MALANDROS
Por eso, Pepe Yunes ha sostenido en su discurso electoral que no todos los políticos (en el caso, priistas) son iguales.
A estas alturas, por ejemplo, está claro que Javier Duarte, César Duarte, Roberto Borge Angulo, Tomás Yarrington, Eugenio Flores Hernández, Andrés Granier y Mario Villanueva, entre otros, forman parte de la misma secta, la misma cofradía, la misma “mafia del poder” como repite aquel.
Pero Pepe Yunes significa, digamos, un caso aislado, raro y extraño tanto en Veracruz como en el país.
Y más, en un país en el primer lugar de corrupción política en América Latina y en uno de los primeros lugares en el mundo.
Podrán, algunos políticos, mirar en el candidato priista a un hombre prudente y mesurado en su forma de ser, actuar y reaccionar.
Podrán, incluso, como la candidata a diputada local, la ex diputada de Pánuco, Octavia Ortega, decir que Pepe “tiene los huevos tibios”.
Podrán los priistas del trópico, la militancia que vive de cara al Golfo de México, querer a un Pepe encendido y fogoso, peleador callejero, boxeador de cantina, con los guantes puestos.
Pero más allá de que es un hombre firme en sus decisiones, nadie lo ha acusado de corrupción ni tampoco de desvío de recursos ni de hacer negocios, por ejemplo, con los más de 4, 5 mil millones de pesos federales que cabildeara para los presidentes municipales y productores organizados cuando fue Senador de la República.
He ahí, entonces, los años luz de distancia de Pepe Yunes con Javier Duarte y los duartistas, treinta y tres de los cuales están presos en el penal de Pacho Viejo, más quinientos en la mira con denuncias penales de la Contraloría y el ORFIS en la Fiscalía.
EL DESLINDE
Más todavía:
Ya fue publicado, pero como decía Andrés Gide de que “todo suele olvidarse ha de repetirse”, debe referirse que en el primer trimestre del año 2014, Yunes Zorrilla como senador de la república se deslindó por completo de Duarte y la relación se fracturó por completo.
Es más:
Pocos lo saben, pero a partir de aquella fecha varios secretarios de Estado del Peñismo intentaron reconstruir la amistad rota entre Duarte y Yunes Zorrilla, pero nunca, jamás, el Senador “dio brazo a torcer”.
Se mantuvo.
Y se mantuvo inalterable ante las presiones aquellas que bastante significaban en su vida privada y pública.
La ruptura, primero fue cuando Duarte pactó con el panista Julen Rementería, ex secretario de Infraestructura y candidato a Senador de la yunicidad, la reforma constitucional de Veracruz para achicar la gubernatura de seis a dos años, y a la que el diputado local se prestó con todo… que tendría, digamos, sus razones de peso (y que muchos han olvidado).
Después, cuando hacia el mes de abril del año 2014, la Auditoría Superior de la Federación (Juan Manuel Portal) interpuso la primera denuncia penal en contra de Duarte y los suyos por desvíos de recursos federales (las secretarías de Salud y Educación como punteras) ante la Procuraduría General de la República, PGR.
Luego, cuando afloraron más desvíos de recursos.
Nunca Pepe Yunes reanudó la relación amical que como priista tenía con Javier Duarte.
Jamás Pepe aceptó el acoso de Duarte para la disculpa, el perdón, el olvido o la negociación.
Por eso, Yunes Zorrilla anda con la frente en alto porque nunca fue cómplice de los trastupijes del ex gobernador preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México y de los duartistas internados en el penal de Pacho Viejo.
Incluso, tocó puertas en el gobierno federal para aplicar la ley a Duarte y nunca fue escuchado.
Ellos dos fueron vidas paralelas que militaban en el mismo partido, pero nunca las líneas se juntaron.