Luis Velázquez
11 de abril de 2018
Gilberto Aguirre Garza era director de Servicios Periciales en la Fiscalía duartiana de Luis Ángel Bravo Contreras, detenido en el penal de Pacho Viejo, acusado de la desaparición de trece cadáveres.
Es maestro en Ciencias Penales. Y tanta pasión tenía por su vocación y su chamba que, por ejemplo, solía hablar de la ética y la moral y los valores universales en las mesas de trabajo con el personal. (Flavia Morales, AVC)
Su biografía en la procuración de justicia resulta, digamos, ejemplar, niveles que jamás en sus vidas han alcanzado otros abogados.
Por ejemplo:
Jefe del Departamento de Investigaciones Ministeriales de la Unidad Especializada en Combate al Secuestro.
Fiscal Regional en la zona Córdoba-Orizaba, de donde es originario Bravo Contreras.
Y en el sexenio anterior, con frecuencia se reunía con las ONG de familiares de desaparecidos, entre ellos, el Solecito, para sembrar la esperanza.
Llegó al cargo por su amigo, el Fisculín, conocido así en el mundo político, jurídico y penal.
Por eso, la población de Veracruz quedó asombrada y deslumbrada, atónita, perpleja, ahora cuando ha conocido su identidad.
Acaso habría soñado con parecerse a Dios, creador del universo. Y en su lucha sórdida, igual que Luzbel, igual que el padre Adán, desapareció cadáveres. Por lo pronto, trece. Y ahora, enfrenta proceso penal.
PIRÁMIDE DEL PODER
Según la señora Lucía Díaz Genao, vocera del Solecito, Gilberto Aguirre Garza es sólo apenas, apenitas, la punta del iceberg.
Y es que, bueno, para desaparecer trece cadáveres, ni modo que actuara por sus pistolas, aun cuando la naturaleza humana es compleja, rara, extraña, misteriosa, perversa y maquiavélica.
De entrada, ninguna duda existe de que el director de Servicios Periciales actuaba en común acuerdo y/o acatando órdenes superiores, digamos, de su jefe inmediato, Bravo Contreras.
Y en la lógica del poder, el poder piramidal que tanto funciona en el sistema político, ni modo que el Fiscal actuara por sí solo.
Quizá, en acuerdo con el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita.
Y uno y otro, y/o los dos, con la bendición, mínimo, de Javier Duarte.
Dueños del poder político, económico y social, también soñaron con adueñarse del día y de la noche, y cuando se apropiaron del día y de la noche, la codicia sin límites los llevó a adueñarse de las vidas ajenas, incluso, de los cadáveres.
Por eso el éxito de aquella película de “El sicópata norteamericano” que luego de matar a sus víctimas, todas mujeres, las congelaba en sus refrigeradores en su departamento de lujo.
Mario Vargas Llosa describe en su novela “Conversaciones en la catedral”, la inquietud del reportero Zavalita cuando se pregunta “¿En qué momento se jodió Perú?”.
Tal cual habría de preguntarse en qué momento el maestro en Ciencias Penales, Gilberto Aguirre Garza, empezó a joderse.
¿Y en qué momento Bravo Contreras?
¿Y en qué momento Arturo Bermúdez?
¿Y en qué momento Javier Duarte?
Grave, gravísimo, imperdonable, el saqueo descomunal del erario.
Pero mucho más grave, la desaparición, y desaparición forzada, delito de lesa humanidad, porque, primero, el secuestro de las personas, luego, el asesinato, y después, la desaparición de los cadáveres.
Por eso, los sobrevivientes al sexenio anterior hemos de dar gracias al Ser Superior en que cada quien crea que nunca nos cruzamos en sus caminos… que ganas les sobraban.
GRAVES OMISIONES DEL FISCULÍN
Los colectivos de búsqueda enmarcan la filosofía de vida que regía las acciones públicas del director de Servicios Periciales.
A: Simuló la creación de un banco de datos de ADN.
B: “Inhumó cuerpos en fosas comunes violentando los protocolos de inhumación internacional”.
C: “Mintió y nunca integró un banco estatal de datos ni hizo comparativa de perfiles genéticos con cuerpos encontrados”.
D: Dejaba de reportar el hallazgo de cuerpo a los familiares no obstante “tener iniciada una carpeta de investigación de los desaparecidos”.
E: Dejaba pasar el tiempo para entregar los cadáveres.
F: “Nunca notificó el hallazgo ni avances de la investigación” en caso de desaparecidos. Caso, por ejemplo, de Gemma Mávil.
G: “Ofreció a los Colectivos reconstruir el libro de periciales con las bases de datos que existían en las computadoras” y nunca cumplió. (Flavia Morales, AVC)
Y por supuesto, Bravo Contreras lo sabía.
Simple y llanamente, el desdén, el menosprecio y el desprecio por la vida.
Y aun así, el Fiscal duartiano solía declararse ángel de la pureza, impoluto, respetuoso de la ley y de la justicia, paladín de los derechos humanos.
“Hay una cadena de mando, dice el Solecito, que debe ser investigado y se llame a declarar a los culpables”.
CERRAR EL CÍRCULO DE LA MUERTE
Y entre los culpables, el Solecito señala a dos:
Uno, Luis Ángel Bravo Contreras, quien cuando el Solecito denunciara con pruebas irregularidades de Gilberto Aguirre, lo removió a otro cargo.
Y dos. Felipe Amadeo Flores Espinoza, ex procurador de Justicia antes que Bravo Contreras.
Dice doña Lucía Díaz:
“Felipe Amadeo está tan fresco como una lechuga, cuando directamente cometió omisiones graves. A una compañera le dijo que no podía meterse en territorio de Los Zetas”. (Ibidem)
Y es que atrás de tales actitudes hay, además, negligencia, considerada un delito según la Ley d Responsabilidades de Funcionarios Públicos.
El gobernador Yunes ha establecido un parteaguas en la procuración de justicia en Veracruz.
Incluso, por vez primera en el país (nunca fue el caso, por ejemplo, en el movimiento estudiantil del 68) hay políticos y servidores públicos detenidos y sujetos a proceso penal por desaparición forzada.
Por lo pronto, la lista negra en el penal de Pacho Viejo llega a veintiuno entre jefes policiacos y policías, más el prófugo de la justicia, José Nabor Nava Olguín, ex subsecretario y secretario de Seguridad Pública.
Pero ellos fueron, en todo caso, los autores físicos, en tanto los autores intelectuales están libres.
Y las esperanzas de los colectivos y de la población en general ocupada y preocupado del asunto sólo espera que el gobernador cierre el círculo, así sean Luis Ángel Bravo Contreras y Felipe Amadeo Flores Espinoza.
Sigue pendiente la denuncia penal en contra de Javier Duarte por desaparición forzada, como una y otra y otra y otra ocasión lo han demandado las ONG.