Luis Velázquez
Veracruz.- En Sonora, una vez más, nadie pensaría que, predicando en el desierto, AMLO, el presidente electo, leyó la cartilla sobre uno de los ejes centrales de su república amorosa y Constitución Moral, también llamada, ajá, la Cuarta Transformación del País.
Uno. Dijo que el nepotismo y el influyentismo en los gobiernos municipales y estatales emanados de MORENA han de desterrarse.
Dos. También advirtió que “no queremos amiguismo en el gobierno ni queremos influyentismo ni tampoco nepotismo”, insistió en el discurso y en la rueda de prensa.
Tres. Una vez más cacareó su advertencia fundamental:
“No queremos a primos, cuñados, tíos, abuelos, etcétera, en cargos públicos. Eso lo reprobamos. No luchamos para eso”, dijo ante el monumento a Miguel Hidalgo.
Cuatro. Tampoco, dijo, debe permitirse a los gobernadores que dejen a sus esposas de candidatas.
Cinco. El gobierno de MORENA, repitió una vez más, “no alienta una monarquía. Los cargos no se heredan a familiares. Tiene que haber democracia. Y tiene que ser el pueblo quien decida (los cargos públicos) con libertad”.
Desde la primera y la segunda campaña como candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, ha repetido el mismo discurso.
No al nepotismo. No al amiguismo. No al influyentismo.
Lo repitió en la tercera campaña presidencial.
Lo repitió en el discurso como candidato ganador.
Lo repitió como presidente electo.
Lo sigue repitiendo como presidente electo en un nuevo recorrido en el país para, dijo, dar las gracias a la población porque le hizo ganar la boleta de entrada al Palacio Federal y ganar la mayoría en el Congreso de la Unión y en diecisiete Congresos locales y en 5 gubernaturas y de paso un montón de presidencias municipales.
En Veracruz, por ejemplo, 44 alcaldías en el año 2017.
Más la mayoría, 29 diputados locales para integrar la LXV Legislatura.
Y, bueno, la mitad de las elites políticas y militancia de MORENA y de los otros partidos y la otra mitad ya lo saben.
El gabinete de Cuitláhuac García, más una parte del gabinete de los presidentes municipales de MORENA en Veracruz, los han integrado con amigos, enalteciendo así, dando forma, a lo que tanto rechaza AMLO.
La senadora de la república y futura secretaria de Energía, la zacarocha, Rocío Nahle, lleva la delantera en el ranking del cuatismo con los siguientes funcionarios en el gabinete legal de Cuitláhuac, además de otros amiguitos en los Ayuntamientos de Coatzacoalcos y Poza Rica:
A: Éric Patrocinio Cisneros Burgos, secretario General de Gobierno.
B: Xóchitl Arbesú, secretario de Turismo.
C: Roberto Ramos Alor, secretario de Salud.
Y D: Ernesto Pérez Astorga, secretario de Desarrollo Económico, aun cuando también lo cacarean como gente del ex priista Ricardo Ahued Bardahuil, senador de la república cobijado en las faldas de Rocío Nahle.
ADN PRIISTA
Con el lenguaje priista, la población aprendió varios términos, digamos, políticos y sociales.
Por ejemplo:
“La cargada”, para definir la también llamada “Estampida de los búfalos”, todos, sin excepción, sumados al destape por “Dedazo” (otro concepto) para imponer a un candidato a un cargo de elección popular.
“De todas… todas” para definir que el partido tricolor ganaba siempre las elecciones, vaya maravillas de la democracia.
Y si perdía en las urnas, ganaba en el tribunal.
“Las urnas embarazadas” para precisar que hacia la noche de la elección de pronto, zas, aparecían un montón de urnas con votos avasallantes a favor del candidato priista y cuya máxima expresión la acuñó Manuel Bartlett Díaz, secretario de Gobernación y presidente del Instituto Federal Electoral, con la frase “¡Se cayó el sistema!” para imponer a Carlos Salinas de presidente de la república ante Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien había ganado en las urnas.
Pero en el ADN del mexicano (Todos traemos un priista chiquito en las neuronas, el corazón, el hígado y el alma) también fueron creados otros términos:
A: El amiguismo… para referir que en la vida más vale tener un amigo “a prueba de bomba” en la amistad que da y viene… para sacarse la lotería sin jugarla con un cargo público.
B: El cuatismo… para definir que más allá del amiguismo (los amigos, ya se sabe, van y vienen, traicionan y son leales) están los cuates.
C: El nepotismo… para englobar a la penúltima versión priista de que la esposa, los hijos, los hermanos, los tíos, los primos, las esposas de los primos, los choferes, los socios y aliados y cómplices, y hasta las barbies… merecen un cargo público porque así está predestinado en la noche de todos los tiempos callistas.
D: La obra pública “por dedazo” y que Javier Duarte tradujo en el más insólito tráfico de influencias creando y recreando cuatrocientas empresas fantasmas para desviar el recurso público tanto federal como estatal y hasta municipal.
E: “Los aviadores”, todos aquellos seres extraterrestres que sólo se presentan en la oficina cada quincena para cobrar el sueldo por obra y gracia del Ser Superior encumbrado en el más alto cargo público.
F: “El tráfico de influencias”… para definir los negocios, digamos, lícitos e ilícitos, que pueden hacerse desde el poder público.
Por eso, AMLO decidió abanderar tal cruzada cívica cuajando la posibilidad en la población electoral, harta de que las elites priistas y panistas y perredistas se enriquecieran en un sexenio y en un cuatrienio en caso de los presidentes municipales, y todos quedaran en la impunidad.
Y, por eso mismo, resulta extraño y raro que ahora AMLO siga insistiendo una y otra y otra y otra y otra ocasión con el mismo discurso.
No al cuatismo.
No al nepotismo.
No a los negocios.
Pareciera, sin embargo, que nadie, o pocos, excepcionales, políticos de MORENA, la MORENA torre de Babel, lo están escuchando o lo quieren escuchar.
Si el presidente de la república, incluido el electo, es el tlatoani, el jefe máximo, el jefe nato del partido en el poder, el gurú… con la que una sola vez exprese su rechazo al nepotismo, basta y sobra.
Y si hay quienes desacatan la orden, entonces, ya lo dijo el Santa Papa y el jaranero de la iguana verde, “nada fuera de la ley, todo dentro de la ley”.
CUATISMO EN VERACRUZ
Ok.
El relato bíblico habla de que los padres heredaban el poder a los hijos y a las esposas.
Y cuando los reyes paganos imponían a las amantes en cargos públicos, Yahvé los castigaba, caso mítico, Somoma y Gomorra.
Se entiende, en ningún momento se justifica, que en la cultura priista (más de ochenta años de hegemonía tricolor) se volvió una constante que los políticos imponían a sus amigos, por ejemplo, aliados y cómplices en los puestos para hacer y deshacer.
Incluso, hasta argumentaban que a los cargos públicos se llega con los amigos, siempre y cuando, sean ajá, capaces, expertos y honestos.
Muy honestos.
Pero sobre todo, leales al jefe máximo.
El primer acto de gobierno de Moctezuma II hace 499 años fue enviar a Quetzalcóatl Hernán Cortés burros cargados de oro para evitar su camino a la Gran Tenochtitlán, y lo único que logró fue despertar su ambición desmedida y codicia plena, pues, incluso, le envió veinte doncellas, todas vírgenes y chamaquitas de veinte años de edad.
Por eso, resulta una utopía que AMLO esté, por un lado, cacareando a cada rato su rechazo al nepotismo, el amiguismo y el cuatismo, anexos, conexos y derivados.
Y por el otro, en la vida pública de Veracruz, por ejemplo, trascienda que los nombramientos del gabinete legal de Cuitláhuac García giran alrededor de…,
El cuatismo va ganando la batalla en la tierra jarocha con el gobernador electo.
Y lo peor, igual que en el tiempo priista y panista, valiéndoles, porque igual que en el pasado inmediato, “la ley soy yo”, como dijera Luis XIV entronizado en el poder a los diecinueve años de edad.
Y/o como lo decía Idi Amin, el dictador de Uganda, a las mujeres, esposas, incluso, de su gabinete legal y ampliado:
“O me amas o te mato”.
Y como, claro, también las mataba el dictador de la República Dominicana, Rafael Leónidas Trujillo, cuando las mujeres lo rechazaban, pues, como decía Javier Duarte, “yo como gobernador me volví sexy”, y las barbies alcanzaban “la plenitud del pinche poder”.
Todos, claro, “ordeñando la vaca”.
Ya se verá si en los próximos 6 años, la honestidad, simple y llanamente, la honestidad en todos los órdenes de la vida pública, se cumple “al pie de la letra” como lo sueña AMLO.
Y más porque, como dice el expriista y panista Juan José Rodríguez Pratts, AMLO sólo busca obediencia.
