Luis Velázquez
Veracruz.- Liquidado el duartismo, 34 duartistas presos en el penal de Pacho Viejo, Miguel Ángel Yunes Linares se creyó y sintió dueño del destino social. El resultado del domingo fue fatídico. Perdió la gubernatura. Perdió (por lo pronto), 32 diputaciones locales en manos de MORENA. Perdió las senadurías.
Y su peor enemigo político, con quien compró pleito y a quien llamaron “¡Viejo guango!”, Andrés Manuel López Obrador, se volvió presidente de la república.
Soñó el Yunes azul con ganar los comicios. Todos, de calle. Hizo todo, absolutamente todo para coronarse en las urnas. Hasta su señora esposa lo dijo al mundo. “Seré madre de dos gobernadores”.
Pero terminó descarrilado.
Tuvo el volante en las manos. El aparato gubernamental y los recursos le permitieron rozar el cielo con la yema de los dedos.
Pero en el otro lado de la cancha, el desencanto social fue intenso y volcánico.
Solo quedó con 9 curules locales. Marijose Gamboa, Bingen Rementería, Juan Manuel Unanue, Zongolica, Huatusco, Perote, Álamo, y Pánuco y Tantoyuca, tierras de cacicones.
Y en contraparte, perdió el par de senadurías. Julen Rementería y Jazmín Copete. Por fortuna, su Barbie, Indira Rosales, fue de candidata pluri y en buen lugar. Y Julen entró por la minoría.
Ni modo. El golpe fue demoledor. Para él. Para su familia. Y para su partido, el PAN.
En 1997, descarriló al PRI. Tiempo cuando perdiera 107 presidencias municipales. Ahora, a su nuevo partido. Acción Nacional.
SUYO ERA EL MUNDO
En la víspera lo miraban invencible.
Por ejemplo, los alcaldes de otros partidos y los priistas en masa unidos a su causa. La obra pública impresionante anunciada. Los duartistas presos. Las 500 denuncias penales contra funcionarios del sexenio anterior en la Fiscalía. La orden de aprehensión en contra de Karime Macías. La nueva denuncia penal contra Javier Duarte por desaparición forzada. El ORFIS, apretando tuercas a los alcaldes bajo sospecha con la letra chiquita de “presunto daño patrimonial”.
El mundo era de su propiedad.
La política imperial y faraónica desde la silla embrujada del palacio al servicio del proyecto político familiar.
Pero Emiliano Zapata tenía razón cuando entrando con Pancho Villa a Palacio Nacional y miró la silla dijo que de una vez por toda debía incendiarse para acabar de tajo con las pasiones y tentaciones desaforadas.
No obstante, el Yunes azul se creyó poderoso. La vida era ganar o ganar. Un yunista dijo: “Ninguna duda hay. “El chiquis” arrasará. Y ganaremos el Congreso. Y las curules federales y el Senado. Y en un descuido, la presidencia de Estados Unidos en el 2020”.
Por eso, el duartismo fue demolido en un dos por tres.
Y, bueno, el mismo domingo las redes sociales azules festinaban el desdén con que Fidel Herrera Beltrán, el enemigo público uno de la yunicidad, fue tratado en la hilera de votantes en la Ciudad de México.
La noche del domingo el silencio y las caras acongojadas reinaban en el búnker azul.
Insólito, por ejemplo, que de las cincuenta candidaturas a diputados locales (unis y pluris) solo ganaran 9.
Y perdieran el par de Senadurías.
“AL MEJOR CAZADOR SE LE VA…”
La lección de la historia es imborrable: extraordinario el amor de padre, pero riesgoso el nepotismo.
Lo vivió y también padeció Graco Ramírez, el gobernador perredista de Morelos soñando con heredar la estafeta a su hijo y quienes perdieran ante un futbolista retirado con una precaria formación y experiencia política.
Lo padeció a ritmo cardiaco el ex gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, quien ganó por un pelito la silla embrujada del palacio para su esposita.
Por fortuna, Pepe Mancha, el presidente del CDE del PAN fue tramposo e impuso a su esposa como candidata pluri a diputada local.
La monarquía, sin embargo, es un riesgo y un peligro.
El sueño… pulverizado en unas horas. La distancia entre el día, declarado fiesta cívica, el día de las urnas, y el principio de la noche cuando la tendencia quedaba clara.
La gubernatura, “la joya de la corona”, “la cereza del pastel”, el premio mayor, para AMLO y MORENA.
“Al mejor cazador, reza el proverbio, se la va la liebre”.
EL SUEÑO DE LOS PINOS
El mundo aguardaba. El padre, al gabinete federal con Ricardo Anaya. El primogénito, a la gubernatura. Y en la euforia y el frenesí triunfalista, sus fans (un montón de juniors y de nacos soñando con la juniorcracia, fracaso de Indira Rosales, la gran coordinadora general) le llamaban “Señor Presidente”, vislumbrando que en el año 2024 repetiría la historia de Miguel Alemán Valdés y Adolfo Ruiz Cortines quienes del trono imperial de Xalapa pasaron al gobierno federal camino a Los Pinos.
Todos listos para el siguiente desafío trepados en su belicosidad.
El siguiente paso quedó en el aire. Marcha atrás. Y lo peor, con vientos desfavorables.
El proverbio bíblico es canijo. “Los carniceros de hoy serán las reses del mañana”, aun cuando el gobernador electo, igual que AMLO, ya envío mensaje subliminal. “No soy vengativo”, dijo, en tanto acalambró al Fiscal avisándole (una vez más) que revisaría su actuar, de igual modo como sucediera con su antecesor, Luis Ángel Bravo Contreras, ahora preso en el penal de Pacho Viejo.
La vida pública es así. Uno se acuesta candidato y amanece noqueado en el centro del ring.
Además, qué caray, las derrotas enseñan más, mucho más que las victorias.