Luis Velázquez
Veracruz.- La guerra del gobernador en contra del Fiscal se recrudece. Cuitláhuac García, obsesionado con descarrilar a Jorge Wínckler. Y por lo pronto, el bombardeo nuclear adquiere nuevos matices, entre otros los siguientes.
Uno. Otra vez en la reunión del gabinete de MORENA el lunes 10 de diciembre, el Fiscal fue mal tratado y casi casi el góber lo corrió de su palacio.
Dos. Según las versiones, los operadores políticos del góber rastrean pistas de presunta culpabilidad de Wínckler.
Entre otras, checar si al mismo tiempo que era visitador de la Fiscalía y/o Fiscal seguía litigando en su despacho y/o a través de su despacho con abogados asociados.
Los rastreadores de pistas de MORENA andan atrás de juicios que Wínckler hubiera llevado al mismo tiempo que como Fiscal.
Tres. De acuerdo con la ley, en caso, como todo indica, de proceder el juicio político en la LXV Legislatura, el asunto pasará al Tribunal Superior de Justicia, TSJ, donde ha comenzado el acoso al magistrado presidente, Edel Álvarez Peña, quien mantiene la cordura y la prudencia política.
Pero…
Pero resulta que entre la aprobación del juicio político (39 de los 50 diputados, entre ellos, dos diputadas panistas traidoras, votaron por el juicio a Wínckler) al proceso en el Tribunal Superior, la ley contempla que el Fiscal puede ser removido del cargo, en tanto los hechos se aclaran.
Incluso, y con todo y que el Fiscal o los suyos interpongan una Controversia Constitucional en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, SCJN, de cualquier manera, el Fiscal puede ser removido.
Y lo peor del asunto para Wínckler es que la Suprema Corte puede llevarse un año, dos años, tres años, cuatro, cinco, seis años incluso, el sexenio completo, para dictaminar.
Y de ser así, Wínckler sería removido esperando el dictamen y ahí permanecía, en el limbo, lanzado de su Fiscalía, con todo y tenga la razón.
El gobierno Morenista lo tiene como una obsesiva obsesión.
Simple y llanamente, lo rechaza. Mejor dicho, más allá de su desdén y menosprecio, lo vomitan.
En todo caso, es la lucha de una elite política, MORENA, y otra panista, encarnada en Miguel Ángel Yunes Linares.
EL FISCAL ATRINCHERADO EN SU PALACIO
En tales circunstancias, los expertos dicen que lo mejor para Wínckler es atrincherarse en su Fiscalía argumentando por encima de todo la autonomía.
La autonomía lo protege.
Pero como el asunto ha derivado de un tema jurídico y legal a político, entonces, en la pulsada es uno o el otro.
Cuitláhuac o Wínckler, y Wínckler es decir Yunes Linares.
Un par de hechos de la semana anterior dan, quizá, un respiro al Fiscal.
Primero, el tribunal electoral dictaminó a favor de la esposa del senador panista Rafael Moreno Valle como gobernadora de Puebla, en tanto el ex perredista y morenista, Miguel Barbosa, quedó fuera de la jugada, aun cuando de inmediato el presidente AMLO anunció su incorporación al gabinete.
Y segundo, la Suprema Corte de Justicia avaló el amparo de magistrados para blindarse con el salario percibido ante la embestida de AMLO para achicar sueldos, pues, dijo, hay funcionarios de la SCJN que perciben hasta 600 mil pesos mensuales y que ellos reviraron diciendo que es mentira.
Pero con tales reveses a AMLO, la yunicidad azul acaricia la posibilidad de que Jorge Wínckler permanezca en la Fiscalía ante la cruzada sistemática del gobernador, anexos, conexos y similares, en su contra.
Todo depende que Wínckler se atrinchere en su palacio.
CUITLÁHUAC CERRARÍA LLAVE DE SEFIPLAN
Pero…pero resulta que el gobernador bien puede apretar tuercas por otro lado para su derrumbe.
Por ejemplo, la nómina de la Fiscalía depende de la entrega oportuna de los recursos entregados por la secretaría de Finanzas y Planeación.
Y de ser así, el góber, jefe máximo de los Poderes Ejecutivo y parte del Legislativo, jefe de las finanzas, jefe nato de las corporaciones policiacas, bien puede ordenar al titular de Finanzas que cierre la llave del erario al Fiscal.
Y entonces, con el atraso en el pago de la nómina (París bien vale una misa), el Fiscal enfrentaría el fin del mundo.
Y ni se diga la erupción volcánica en las agencias del Ministerio Público de norte a sur y de este a oeste de Veracruz.
Sería la parálisis completa de la procuración de justicia.
El Fiscal atrincherado, también se desgastaría día con día, y lo peor, enfrentaría la sublevación burocrática.
Todo depende de calibrar hasta dónde pretende llegar el gobernador, y también, desde luego, la capacidad de resistencia de Wínckler.
Incluso, ya trascendió un choque frontal, directo, entre el secretario General de Gobierno, Éric Patrocinio Cisneros Burgos, donde Wínckler le habría dicho:
“Yo vine a palacio porque me citaron”.
Y Patrocinio le habría revirado:
“El día en que se me pegue la gana yo te digo”… si vienes.
Todavía peor:
Días anteriores, el Secretario General de Gobierno acusó a Wínckler de comandar una organización criminal, digamos, el Cartel del Palacio, el Cartel de la Justicia, y en donde, dijo, pertenece la diputada Marijose Gamboa Torales.
Por lo pronto, y antes de que el Apocalipsis político reviente en el palacio de Xalapa, Gamboa Torales ya se amparó por si le asalta un ataque de caspa, aun cuando Patrocinio advirtió que si se lo comprueba, renuncia al cargo.
El Veracruz político (que otra es la realidad social y económica del millón de indígenas, los dos millones de campesinos y los otros millones de obreros) vive días inéditos, cargados de bilirrubina.
Un gobernador, con su secretario de Gobierno, enfrentados a un Fiscal.
