Luis Velázquez
Veracruz.- La señora Lucy Díaz Genao, maestra en Letras Hispánicas, vocera del Solecito cuyo hijo está desaparecido desde las zonas más oscuras, sórdidas y siniestras del duartazgo, escribe al blog.expediente.mx.
Su voz, principios, ideales, filosofía de vida, congruencia, la enaltece en una lucha desgastante como es la búsqueda de los desaparecidos en un Veracruz que nunca antes, con 74 gobernadores desde el primero, 1824, Guadalupe Victoria, se había dado en la tierra jarocha, el paraíso terrenal que tanto sorprendió a Alejandro de Humboldt hace dos siglos.
La vocera del Solecito, en todo caso la madre más conocida de un montón (parece más de cien y que cada vez se multiplican), encarna a las demás en su búsqueda frenética, pero más aún, en su moral privada y pública.
Uno: No hay luna de miel, precisa, con Cuitláhuac García Jiménez, el gobernador de AMLO.
Dos: “Ya vivimos el desencanto con Miguel Ángel Yunes Linares, y no es fácil creer ciegamente después de eso”.
Tres: “En mi vida personal no tienen cabida en absoluta” los políticos ni los funcionarios.
Cuatro: “La desesperación nos llevó a la toma de la Fiscalía…, pero no estoy orgullosa de haberlo hecho pero tampoco arrepentida”.
Cinco: “El dúo Yunes Linares y Jorge Wínckler son perversos y utilizaron a la Fiscalía como negocio familiar”.
Seis: “Mi vida está dedicada a los desaparecidos”.
Siete: “Jamás verá en mí a una persona vendida, a una persona sin dignidad”.
Ocho: “Los desaparecidos me necesitan. De ellos es mi lucha. Y no hay nada ni nadie que me desvíe de ella”.
La carta del Solecito es una reiteración de la moral y la ética y los principios y los valores en un Veracruz sórdido y siniestro y en un país donde desde la guerra sucia, quizá desde antes, hay desaparecidos.
Desaparecidos también, claro, existieron en la Revolución, en la guerra de Reforma y en la guerra de Independencia, y nunca, jamás, se supo de ellos, y en todo caso, amanecían colgados de los árboles a orilla del camino para intimidar a los rebeldes y a los sublevados que soñaban con un país justo, simple y llanamente, justo.
Justicia también reclaman los Colectivos de Veracruz, entre ellos, el Solecito, el Solecito que descubriera la fosa clandestina más grande del continente latinoamericana, ubicada en Colinas de Santa Fe, y a punto de remover otra más en el Km. 13 y medio, en el puerto jarocho, el cementerio favorito, todo indica, del duartazgo.
“NO ES FÁCIL CREER” EN LOS POLÍTICOS…
En el duartazgo, el desdén para el Solecito y los otros Colectivos.
En la yunicidad, el doble, triple discurso.
Discurso uno: la incapacidad, mejor dicho, indolencia del secretario de Seguridad Pública, Jaime Téllez Marié, y que llegara a solicitar guardias personales a la LXV Legislatura en su última comparecencia porque estaba amenazado de muerte, pobrecito señor.
Discurso dos: el apapacho del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares con la medallita “Adolfo Ruiz Cortines”.
Y discurso tres: el desdén del Fiscal Jorge Wínckler y que llegara a la locura mesiánica y populista, soberbia y ególatra de fracturar a los Colectivos, unos, a su favor a través de la operación política malsana, y otros, en su decisión irreductible de buscar a los desaparecidos, lejos, demasiado lejos del Príncipe.
Por eso, cuando la izquierda de MORENA y AMLO llevara a Cuitláhuac García Jiménez al triunfo en las urnas, “trepado en las valencianas” del tabasqueño, al Solecito, como a otros Colectivos, les brotó “algo muy parecido a la esperanza” y que, como se sabe, en el camino al Gólgota la esperanza suele disfrazarse con muchas, demasiadas, excesivas máscaras.
Lo sabe y está consciente el Solecito.
“No es fácil, dice la vocera, creer ciegamente después de” la yunicidad y el duartazgo en la Cuitlamanía.
Desde luego, y como lo establece con nitidez, “no hay luna de miel” con el nuevo Príncipe en el palacio principal de gobierno de Xalapa.
Incluso, el cronista Ignacio Carvajal García ha dicho con precisión que el Solecito estableció una tregua de seis meses para que el gobernador de AMLO en Veracruz ofrezca resultados concretos y específicos y que sólo pueden entenderse, primero, con hechos para la búsqueda de…, y segundo, seguir buscando y buscando hasta encontrar a los desaparecidos.
Y más, y luego de ocho años (Javier Duarte y Felipe Amadeo Flores Espinoza y Luis Ángel Bravo Contreras y Yunes Linares y Jorge Wínckler y Eduardo Coronel junior) en que fueron tratados con “rechazo y grosero repudio”.
Nada más terrible, el fin del mundo en el infierno, el Apocalipsis, el Día D, el Día del Juicio Final, Waterloo, que la búsqueda desesperada y angustiosa y angustiante de un hijo desaparecido, a partir, entre otras razones, de vivir en la incertidumbre y la zozobra sobre si está vivo y si estará bien de salud y si ya desayunó y comió y cenó y está durmiendo bien, y lo peor, si habría sido aniquilado.
A partir de ahí, ha de mirarse y entenderse y comprenderse la legítima lucha de las madres y los padres integrantes de los Colectivos.
TODOS LOS DÍAS BAJANDO AL INFIERNO…
El Solecito pone el índice “en la llaga purulenta” que mana pus día y noche con cualquier apretón en los días y noches del Fiscal Jorge Wínckler.
A: Es un funcionario inepto, infame y corrupto.
B: Yunes Linares “continúa operando a través de Wínckler”, ambos, “dúo perverso”.
C: Algún día, pronto quizá, “cuando salga a la luz el fango muchos quedarán sorprendidos”.
D: El Fiscal Wínckler “es un estorbo” (y sus motivos, pretextos, alianzas y complicidades tendrá) para seguir buscando a los desaparecidos, además, con tantos pendientes como son los trabajos genéticos, forenses, registros de desaparecidos y de reos y búsqueda en vida.
Y más, mucho más en un Veracruz que todavía en la Cuitlamanía sigue como un río desbordado, huracanado, vertiginoso, de sangre, asesinatos, desaparecidos, fosas clandestinas, tiradero de cadáveres como si fuera un viaje sórdido y sombrío al infierno.
Y todavía peor, si además del tsunami de incertidumbre y zozobra se añade la impunidad en la procuración de justicia.
Veracruz, como decía la monja estelar, “el infierno tan temido”.
El Solecito, todos los días, bajando al infierno tan desolado buscando a los hijos desaparecidos.
Por eso, la ruindad y la mezquindad moral cuando desde el poder político, la señora Lucía Díaz Genao ha sido una y otra y otra vez exhibida y satanizada por el Fiscal Wínckler y el silencio ominoso de su Fiscal de Desaparecidos, Luis Eduardo Coronel junior y algunos de los diputados panistas, sólo para conservar la chamba.
Y lo peor entre lo peor, lo más ruin y miserable, con toda la fuerza del aparato gubernamental.
“Jamás verá en mí una persona vendida ni una persona sin dignidad” dice la señora Díaz Genao.
“Mi trabajo es altruista. No recibo ni un centavo. Mayoría de veces no recibo ni las gracias. Y eso no me importa. De los desaparecidos es mi lucha. Y no hay ni habrá nada ni nadie que me desvíe de ella”.
Una vida plena, digna, ejemplar, que parte del amor más sublime de todos como es el amor por un hijo y el amor encarnado de tantos padres con hijos desaparecidos, muchas, muchísimas ocasiones en manos de políticos, jefes policiacos, policías y carteles y cartelitos, malandros y malosos, sicarios y pistoleros.
José Vasconcelos, el político, filósofo y maestro de América Latina, decía que algunos libros han de leerse de pie, quizá, entre otros, El Quijote, Cien años de soledad y El laberinto de la soledad.
También hay seres humanos que se han de saludar de pie con respeto y admiración como a la vocera del Solecito y con ella, a todas y cada una de las madres que en medio de la adversidad y vientos huracanados, a pesar del menosprecio y el desprecio oficial, tipo Jorge Wínckler, tipo Yunes Linares, tipo Javier Duarte, tipo Arturo Bermúdez, tipo Luis Ángel Bravo Contreras, tipo Felipe Amadeo Flores Espinoza, continúan buscando a los suyos en cada nuevo amanecer.
Su estatura moral y ética alienta y alimenta las horas adversas y llena el corazón de esperanza.
El Solecito, como otros Colectivos, honra y dignifican la vida diaria.