Luis Velázquez
Veracruz.- Muchos vientos huracanados soplaron en el CDE del PRI de Veracruz en los días previos al domingo de la peor derrota en su historia cuando el candidato a la gubernatura se fue al tercer lugar y cuando el tricolor perdiera todas las diputaciones locales y federales y el par de senadurías.
Por ejemplo:
El CEN del PRI había ofrecido “las mieles de la virgen” en recursos para la campaña electoral de los candidatos, considerando, como decía Carlos Hank González, que cuando se tiene el dinero los comicios se ganan, y de ñapa, se roza el cielo con los dedos.
Pero…, a la hora de hacer cuentas, el PRI ni el altiplano ningún centavito partido por la mitad enviaron cuando, caray, desde su nacimiento en 1929 el tricolor está acostumbrado a hacer política con el billete por delante.
Bueno, llegaron unos centavitos, pero su origen quedó en el limbo.
Fueron entre 3 a 4 millones de pesos enviados para la Liga de Comunidades Agrarias y que nunca aterrizaron en su destino, y por eso mismo, el líder cenecista, Juan Carlos Molina Palacios, echó pleito, inculpó a Beatriz Paredes Rangel, la senadora electa, y rompió con las cúpulas.
El CEN del PRI juró y perjuró que los gobernadores de Chiapas, Manuel Velasco Coello, y de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas, se pondrían “bellos” con el PRI de Veracruz, pero fue de “dientes de para afuera” porque, y entre otras groserías, nunca, jamás, contestaron los teléfonos ni siquiera, vaya, al candidato a gobernador.
Peor aún:
En la semana previa al primero de julio, Velasco Coello estuvo por segunda vez en Veracruz para ordenar que las elites y la militancia del PVEM votaran por Cuitláhuac García para gobernador y por AMLO para presidente, porque el PRI estaba derrotado de antemano.
PEÑA NIETO QUISO SALVARSE
En aquellos días, el presidente Enrique Peña Nieto recibió en privado a los candidatos del PRI a las gubernaturas y de acuerdo con las versiones, salieron desolados.
Más desolados quedaron, claro, cuando hacia la noche del domingo electoral todos habían perdido la silla embrujada del palacio de sus entidades federativas.
Y salieron desencantados de la audiencia con el tlatoani mayor por el derrotismo y porque parecía existir un conformismo, un acuerdo, una buena vibra, mejor karma, con el triunfo
incuestionable que ya era de AMLO, y lo que, todo indicó, era visto con simpatía por Enrique Peña Nieto.
Por eso, incluso, la versión de que varios delegados federales en los estados fueron despedidos de manera brusca, acusados de estar apoyando a los candidatos priistas a gobernador, pues el tlatoani mayor se había comprometido con AMLO a una elección limpia y pulcra.
Acaso por eso mismo, el gobernador de Chihuahua, el panista Javier Corral, diga ahora que si AMLO ya tiene acuerdos con Peña Nieto y lo trata como un intocable, digamos, en nombre de la república amorosa, significará una alta traición.
ELITES SE ESTREMECIERON
En aquellos días huracanados, unos jefes tribales del “Cuarto de guerra” del CDE del PRI reprocharon a Ranulfo Márquez Hernández, ex dirigente tricolor, ex secretario de Desarrollo Social y de Protección Civil en el Fidelismo, ex delegado federal de la Sedesol en el duartismo, estar operando a favor de AMLO y de Cuitláhuac García Jiménez.
Según las versiones, la respuesta de Ranulfo fue la siguiente:
“Sí, es cierto. Pero en la bolsa izquierda del pantalón traigo la copia de la denuncia penal de Miguel Ángel Yunes Linares en contra mía acusado de haber desviado 260 millones de pesos en la Sedesol.
Y en la bolsa derecha traigo un amparo.
Y como estoy mirando la caída libre del candidato priista a gobernador, entonces, una forma de tumbar al hijo de Yunes es trabajando por Cuitláhuac y AMLO”.
Además, Ranulfo habría revelado que también los diputados federales, Érick Lagos, Adolfo Mota, Jorge Carvallo junior y Alberto Silva Ramos, operaban en sus distritos por Cuitláhuac y AMLO.
Y los interlocutores quedaron estremecidos.
LIDERESA QUE NUNCA SE DOBLÓ
La tormenta política de aquellos días llegó, incluso, a la militancia.
En el caso, y entre otras acciones más, provino del gobernador Yunes y quien, como se sabe, padre amoroso al fin, operó con todo para su hijo, con tanta efectividad que Miguel Ángel Yunes Márquez obtuvo un millón 452 mil 574 votos, lo que significa una muy buena votación insólita.
Por ejemplo:
De acuerdo con las versiones, una dirigente priista en la sierra de Misantla fue presionada por la yunicidad para traicionar al PRI y volverse una operadora panista por arriba y/o por debajo de la mesa.
La lideresa se mantuvo en la raya de la lealtad al tricolor, pero más, mucho más, la amistad “a prueba de bomba” con el candidato priista al trono imperial y faraónico de Veracruz.
Entonces, la yunicidad la amenazó advirtiéndole que arreglara sus cuestiones fiscales porque por ahí vendría un guamazo.
Fue, incluso, el mismo operativo a los caciques, diputados locales y ex funcionarios públicos, Ricardo García Guzmán, Renato Tronco Gómez, Felipe Amadeo Flores Espinoza, Mario Tejeda Tejeda, Regina Vázquez Saut, Basilio Picazo, Sebastián Reyes, Eva Felicitas Cadena y Miriam Judith González, para abandonar sus partidos y volverse panistas.
Pero, bueno, con ellos funcionó el botón nuclear, a diferencia de la dirigente tricolor de Misantla que valoró en todo y con todo su dimensión humanística de la lealtad a los amigos.
Por eso quizá, el senador Héctor Yunes Landa anda buscando un presidente del CDE del PRI para destituir a Américo Zúñiga Martínez, pues desde ahora desea amarrar su candidatura a gobernador en el año 2024, consciente y seguro de que si François Mitterrand, Luiz Inacio Lula de Silva y AMLO llegaron al poder en el cuarto y tercer intento, ni modo que él sea menos.