Luis Velázquez
Veracruz.- Significó una farsa. Una política, una filosofía de vida, una actitud ramplona y barata. Más digno fue Enrique Peña Nieto diciendo a la prensa que ya sabía “que ustedes no aplauden”. La elite reporteril de Veracruz encumbrada en esa cosa llamada CEAPP rindiendo pleitesía y culto a la generación política en el poder sexenal.
El argumento de la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas, entregando reconocimientos a los políticos “por colaborar con el gremio periodístico”.
¡Vaya! Los reporteros que ellos son y encarnan “tirados al piso” del Príncipe. Mejor dicho, de los Príncipes.
El diplomita de gratitud, ajá, a los titulares de las secretarías de Salud, Trabajo y Previsión Social y Seguridad Pública y del DIF y de la Universidad Veracruzana y del ISSSTE.
Si fue a nombre, digamos, de los reporteros, caray, hasta dónde hemos llegado.
Y si fue a nombre de los funcionarios de la CEAPP, allá ellos.
Ninguna razón hay para dar las gracias.
Ni siquiera, vaya, en los peores tiempos del priismo imperial y faraónico, por ejemplo, en cada día de la llamada “Libertad de expresión” cuando tiraban incienso al presidente de la república.
Si fue porque la yunicidad les dio cargo y presupuesto, “muchas cornadas da el hambre” intituló Luis Spota una de sus novelas, y ni hablar, de algún modo ha de llevarse el itacate y la torta a casa.
Más si se considera que todos ellos fueron palomeados por el gobernador.
Si fue de queda/bienes, cada quien labra su destino.
Si fue para estar a tono con el incienso a los héroes patrios bienvenidos serán en la república amorosa.
Si fue porque se los ordenaron, ellos lo sabrán.
Si desearon anticiparse a los homenajes que habría en víspera de que en dos meses y veinte días la yunicidad azul llegará al fin del bienio han quedado como los yunistas más yunistas.
CRÍMENES IMPUNES Y EL SILENCIO DE LA CEAPP
De nada sirve que en cada columna publicada, la presidenta de la CEAPP “se corte las venas” diciendo que escribe “en memoria de los reporteros caídos en cumplimiento de su deber”.
Y más, porque se trata de crímenes impunes.
Y más impunes, porque luego de 19 reporteros ejecutados en el duartazgo y 5 en la yunicidad, más tres desaparecidos, nadie conoce a los asesinos físicos, y menos, mucho menos, a los homicidas intelectuales.
Claro, veinte millones de presupuesto anual con sueldos elevados, más viáticos y canonjías, explican el homenaje, ajá.
Y más, cuando la Comisión se pasó los años de Duarte y los años de Miguel Ángel Yunes Linares organizando tareas que de acuerdo con la Ley Federal del Trabajo corresponden a los patrones de los medios, a los magnates periodísticos, y que según el ex gobernador preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México sumaban ocho mil trabajadores de la información en quinientos medios.
Por ejemplo:
Ellos se la han pasado organizando cursitos de 8 horas el día sábado para los reporteros cuando, según la ley, capacitar a los trabajadores es obligación de los dueños de la prensa escrita, hablada y digital.
Es decir, solo sirven para “hacer el caldo gordo” a los empresarios, muchos de ellos beneficiados con el reparto de las mieles públicas de Duarte y que en el sexenio anterior significaran el reparto de trece mil millones de pesos en convenios a cambio, claro, de tirar incienso al “gordito”.
“A SUS ÓRDENES, SEÑOR”
El periodismo, digamos, institucionalizado de la CEAPP, en el peor momento de la vida local y nacional.
Y más, cuando la carga moral y ética, social y reporteril, se levanta como un dinosaurio con tantos crímenes impunes.
Pero lo peor, por el vasallaje y la sumisión.
En todo caso, ellos, representándose a sí mismo.
El frente periodístico, loando al poder público.
“A sus órdenes, señores”.
La fuerza de la palabra, sucumbiendo a los olores y favores y sabores de la generación política en el poder.
A partir de la fecha, los condecorados podrán colgar, digamos, su diplomita en la oficina, en el estudio en casa, o en la sala.
Un orgullo, claro. La prensa, mejor dicho, parte de la prensa, poniéndose de alfombra para que los políticos caminen y pasen.
Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez quedaron con ganas de que algún grupo de reporteros les otorgaran diplomas luego de la matanza del 2 de octubre.
Todavía es tiempo de que algún grupito reporteril entregue un diplomita a Enrique Peña Nieto, digamos, por “La Casita Blanca”, Odebrecht y el grupo Higa, además, claro, por Ayotzinapa, Tanhauato, Nochixtlán y Tlatlaya.
Y si Veracruz es modelo nacional (aquí se refugiaron Benito Juárez y Venustiano Carranza y expidieron las leyes del Registro Civil, la ley agraria y la primera ley sobre la libertad de prensa), entonces, ojalá y que el resto de las Comisiones de Periodistas en los estados federativas también otorgue medallitas y diplomitas a los funcionarios de los gabinetes estatales a punto de entregar el timón sexenal.
De Veracruz… para el mundo, pues.
Gracias, muchas gracias a los titulares de las secretarías de Salud, Trabajo y Seguridad Pública y de la UV, ISSSTE y DIF… “por colaborar con el gremio periodístico”, tan necesitado de llevar hasta cinco notas diarias a sus medios a cambio de un salario mezquino.
¡Pobres los secretarios excluidos! Quizá la noche patria serán recompensados con otros diplomitas. Mientras, amor y paz. La Cuarta Transformación del País está en marcha.