Luis Velázquez
Veracruz.- Hay un par de hechos de principio de semana como una pesadilla en la vida social y política. Los dos, estremecen y acalambran. Golpetean el diario vivir. Revelan el Estado de Derecho, cierto. Pero también, la calidad de vida.
Y aun cuando se dirá que se trata de un suceso normal en las sociedades del mundo, un hecho está ligado a la pobreza, la miseria, la jodidez y la desesperación social y económica. Y el otro, a la degradación social más terrible y espantosa.
El primero:
El domingo 16 de diciembre, un tractocamión con remolque tipo tolva cargado de sacos de azúcar se volcó. Transportaba toneladas de azúcar. Fue sobre el Km. 13 y medio, allí mismo donde a un lado, el Solecito, integrado con madres con hijos desaparecidos, buscan a los suyos.
El tractocamión quedó tendido como cocodrilo tirado de panza al sol a un ladito de la autopista Veracruz a Cardel a Xalapa. De hecho y derecho, municipio de Veracruz, el Veracruz donde según el INEGI y el CONEVAL, junto con Xalapa y Banderilla, se concentra la mayor parte del medio millón de habitantes de Veracruz que todos los días solo hacen dos comidas al día…, y mal comidas, de tan jodidas que están.
Entonces, como en la película “Los olvidados” de Luis Buñuel y como en la crónica de Ricardo Garibay sobre la miseria en colonias populares de la Ciudad de México y Acapulco, de entre los matorrales y el monte y el caserío de casitas Infonavit comenzaron a salir decenas, decenas, decenas de vecinos transportándose en bicicletas, motocicletas, triciclos, carretas y carretillas, coches y taxis.
Y el único objetivo fue, claro, lógico, obvio, la rapiña.
La rapiña que, de entrada, diría el sociólogo, expresa el grado de jodidez y desesperación que viven y habitan en cada nuevo amanecer.
Un pueblo, con un salario de hambre, el pinche salario mínimo quizá, con hambre y hambriento.
Un Veracruz donde 6 de cada 10 habitantes son pobres y están en la miseria.
Y en donde uno de cada tres jefes de familia lleva el itacate y la torta a casa con el ingreso derivado del changarro en la vía pública.
Y en donde hay un millón de paisanos en Estados Unidos como migrantes sin papeles.
Y confinados en los campos de concentración, campos agrícolas les dicen, del Valle de San Quintín.
Un Veracruz que según la investigadora Patricia Ponce ocupa el primer lugar nacional en producción y exportación de trabajadoras sexuales que han de vender y subastar su cuerpo para garantizar los frijoles y las tortillas en la mesa familiar.
Un Veracruz pródigo en recursos naturales, pero habitado por gente jodida.
Por eso la rapiña con las toneladas de azúcar que transportaba el tractocamión volcado, y en donde hasta los niños llevados por sus padres le entraron al saqueo.
¿Habrá todavía alguna autoridad que los satanice como depredadores sociales?
EL OTRO LADO DEL INFIERNO SOCIAL
Segundo hecho:
El mismo domingo 16 de diciembre cometido en la autopista Acayucan-La Tinaja, la misma Tinajita donde en el duartazgo cinco jóvenes originarios de Playa Vicente fueron levantados por los policías estatales de Arturo Bermúdez Zurita, secretario de Seguridad Pública, entregados a los malandros, y desaparecidos desde entonces, y según versiones, algunos asesinados, destazados, hecho cachitos y pozoleados.
Un agente del Ministerio Público de la Federación, Procuraduría General de la República, PGR, fue asaltado.
Luego, los malandros se lo llevaron al monte.
Y lo ataron de pies y manos.
Y atacaron a golpes.
Y lo violaron.
Y le quitaron su automóvil (Notiver, 17 de diciembre, Sucesos, portada).
Fue la noche del sábado 16. Acababa de cruzar la caseta de peaje de Acayucan. Viajaba de Tabasco a la Ciudad de México.
La barbarie y la saña. El último grado de la degradación moral y social, digamos, como los malandros que secuestraron y asesinaron a Itzel Mar Betancourt, de 24 años de edad, originaria de Naranjos, luego de que su señora madre se declaró incapaz de juntar el dinero millonario del rescate.
Y es que cuando los malosos someten, incluso, a la sevicia a un agente del Ministerio Público Federal significa palabras mayores.
Y más, porque bien lo pudieron hacer en Tabasco, pero esperaron a que estuviera en Veracruz.
Y más, en un Veracruz donde al momento, en la era de MORENA y AMLO en Veracruz, van ochenta muertos, de los cuales, quince son feminicidios, además del asesinato de una niña de doce años en Santa Ana Atzacan.
Y si los carteles se fueron contra un MP, además, Federal, entonces, cada habitante de la tierra jarocha puede esperar lo peor el día menos pensado.
Y más, mucho más, si de plano se expone a viajar de noche, pues la noche es amiga, socia, aliada y cómplice de la delincuencia organizada.
El Veracruz revolcado como el caso del hombre de Córdoba que en un ataque de celos y de ira golpeó a su bebé de un mes de nacida con tanta saña que la envió al hospital donde falleciera el domingo 16 de diciembre.
La vida humana, llevada al extremo, lejos de Dios y cerca del diablo diría el arzobispo Hipólito Reyes Larios.
Pero también llevada al extremo de la desesperación social por el hambre, la pobreza, la miseria y la jodidez como en el caso de la rapiña con las toneladas de cemento a un ladito de la autopista Veracruz a Xalapa.
Es el rostro de un Veracruz inevitable, sórdido y siniestro. Casi casi una película de Luis Buñuel exhibiendo la miseria humana. Pero también, la incapacidad oficial. La “Rosa Blanca” de Bruno Traven. La antropología de la pobreza de Oscar Lewis. El otro lado del infierno social.
