Luis Velázquez
Veracruz.- Lucía de los Ángeles Díaz Genao es un símbolo. Ella encarna la lucha por los hijos desaparecidos. Su nombre está lleno de autoridad moral fuerte y resistente. Con ella, todos nos sentimos seguros. Su hijo fue desaparecido en el año 2011. Desde entonces, su búsqueda. Y la búsqueda de tantos otros más.
En su batalla sistemática ha enfrentado a un trío de gobernadores. Javier Duarte, Flavino Ríos Alvarado y Miguel Ángel Yunes Linares.
Y a partir del mes de diciembre, al cuarto.
También se ha confrontado con un trío de Fiscales, Felipe Amadeo Flores Espinoza, “el más perverso entre los perversos”. Luis Ángel Bravo Contreras, “el monstruo”. Y Jorge Wínckler, el campeón del menosprecio, el desprecio y el desdén.
Igual que a las madres de Argentina, y las de Cuba, la vocera del Solecito ha traslapado su lucha a la Ciudad de México. Y a una parte del extranjero.
Sabe que si se reduce a la aldea queda a la deriva. Y por eso, mira la realidad avasallante desde la azotea en vez de la planta baja.
Y nada, claro, la achica. Por más y más que desde el lado oficial la han satanizado. Declarado, incluso, “persona non grata”, digamos, para Wínckler. Y ni se diga, para el Fiscal Eduardo Coronel junior (glorificado por la presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos) con su frasecita diabólica de “¿Cuál prisa si los desaparecidos… desaparecidos están?”.
EL LUGAR EXACTO DEL INFIERNO
El cementerio particular de los malandros y los jefes policiacos y policías de Javier Duarte, “Colinas de Santa Fe”, fue ubicado en agosto del año 2016, cuando en una caminata en el puerto de Veracruz alguien por ahí les entregó un mapa rústico indicando el lugar exacto del infierno.
Desde entonces, han exhumado 295 cráneos y miles de fragmentos de huesos.
En tanto, y con los restos inhumados en el resto de Veracruz de manera clandestina por los grupos criminales, el número llega a 315 personas inhumadas (La Jornada-México, Eirinet Gómez).
Solo, el Solecito, más el trabajo, claro, de los otros Colectivos.
Y en todos casos, el Solecito con sus recursos y que los ha llevado a vender comida rápida en el carnaval y en la playa en Semana Santa y a vender ropa usada en tianguis improvisados en las colonias populares.
Una lucha fermentada entre y por las madres de todos los hijos desaparecidos, arrastrando y enfrentando la indiferencia oficial.
Yo… no me meto en Cardel porque es territorio Zeta, contestó Flores Espinoza, “lavándose las manos” cuando la vocera del Solecito le informó que la camioneta de su hijo, DJ Patas, había sido hallada en el pueblo.
En su lucha, doña Lucía ha merecido el respeto de todos, menos, claro, de los jefes de la Fiscalía que la miran como una enemiga, una adversaria, una persona incómoda e indeseable, y de ñapa, le han lanzado a sus cancerberos.
MADRE CONTESTATARIA
Algunos diputados locales, entre ellas, mujeres legisladores, la rechazan. La desdeñan. Hablan mal de ella. Pretenden salpicar su nombre, su crédito, su honestidad.
Lo hacen, porque ella es una madre, una mujer, contestataria.
Y más, mucho más, porque “Los Señores Justicia”, que así llamaban a los procuradores y fiscales en la vieja Roma, desearían que nadie, absolutamente nadie hablara en Veracruz de narco/cementerios, fosas clandestinas, asesinatos, secuestrados, desaparecidos, feminicidios, infanticidios y viejecidios.
Tampoco, claro, desearían en la Fiscalía que se hablara de gatocidios y de perricidios y de gallocidios.
Es decir sueñan los señores fiscales con un mundo color de rosa cuando está claro que si la secretaría de Seguridad Pública ha fallado con restablecer el llamado Estado de Derecho que ha sido relevado por el Estado Delincuencial, la Fiscalía llegó a su principio de Peter procurando la justicia y quedando atrapada y sin salida en la impunidad.
Y si, digamos, la Fiscalía merece las 8 columnas por la captura de 34 políticos, jefes policiacos y policías acusados de saqueo y desaparición forzada, el grave pendiente de la inseguridad y la impunidad significa una mancha gigantesca en la yunicidad.
El Solecito, con su vocera, una garantía para que algún día los desaparecidos regresaran a casa, o en el peor de los mundos, fueran encontrados para la cristiana sepultura.
EL POZO DEL HORROR
En la búsqueda, el Solecito se ha topado con el horror y el terror.
Por ejemplo, semanas anteriores, la filial de Córdoba detectó pozos artesianos de agua dados de baja en Omealca donde los malandros tiraron doce cráneos, además de “restos humanos sin cabeza”.
Es decir, decapitados.
En el operativo participó la señora Marcela Zurita, de Córdoba, quien en el mes de octubre del año 2012 (el segundo de Javier Duarte) perdió a su hijo Dorian Javier Rivera, secuestrado y desaparecido.
Y ni así, topándose con la muerte, ellas desisten.
Todas se confortan y reconfortan y se dan ánimos para la búsqueda.
Incluso, han tocado puertas en Guatemala y Argentina y cuyas ONG les han ofrecido apoyo singular, incluido equipo forense y brigadas de identificación y rescate de cadáveres.
La vida del Solecito constituye una relación sórdida y siniestra de todos los días con la muerte.
Alientan la esperanza de encontrar a sus hijos con vida. Pero dado el tiempo transcurrido y el estado de cosas en Veracruz y el país, los astros se han acomodado con rispidez.
El Solecito, con su apostolado social. Ellas enfrentan los años más atroces en la historia de Veracruz, pues nunca antes la desaparición forzada.
Y su hermano gemelo, el desdén mesiánico y soberbio de las tres Fiscalías que han pasado por sus vidas.