Luis Velázquez
Veracruz.- El miércoles 16 de mayo del año que corre fue otro mal día, pésimo día para Javier Duarte, el político preso en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México más conocido en el país.
La Fiscalía General de Veracruz presentó más de 80 datos como pruebas en su contra acusándolo de tres nuevos delitos, entre otros, el desvío de más de doscientos millones de pesos de la Comisión Estatal de Aguas.
Durante tres horas de audiencia, Duarte estuvo atónito y sorprendido. Pero a diferencia de otros tiempos cuando solía pitorrearse, incluso, lanzar improperios y amenazas, es más, advirtiendo, digamos, al Peñismo que si lo dejaran hablar el mundo priista descarrilaría, asumió una nueva filosofía de vida.
Simple y llanamente, ante cada acusación, Javier Duarte, el político que fue puesto como modelo nacional de la nueva generación política del país según Enrique Peña Nieto, lanzaba la siguiente interrogante:
“¿Qué hice? Quiero que los fiscales me aclaren exactamente qué fue lo que hice?” (El Universal, Diana Lastiri, página 13, sección A).
Caray, señor Duarte, nada hizo usted. Nada. Absolutamente nada.
Más que, digamos, saquear las arcas oficiales. Y segundo, crear empresas fantasmas. Y tercero, desaparecer personas. Y cuarto, desaparecer cadáveres.
Por lo pronto, la Fiscalía de Veracruz le imputa los siguientes otros delitos:
Abuso de autoridad. Incumplimiento del deber legal. Peculado. Tráfico de influencias. Y coalición.
Nada, señor Duarte, nada hizo.
EL POLÍTICO BIPOLAR
En repetidas ocasiones en el carril político, social y mediático han descrito el perfil sicológico de Duarte.
Por ejemplo, que es un hombre bipolar con un carácter cambiante en un dos por tres.
Soberbio ante los humildes y humilde ante los soberbios.
Muy echado para adelante. Sobrado de sí.
Como gobernador, solía decir, “me volví sexy”. Y ni hablar, las barbies le sobraban, si se considera la frase bíblica de Henry Kissinger de que “hay cierto tipo de mujeres en las vidas a quienes encanta y fascina el olor a poder”.
Así, y con todas las acusaciones que la yunicidad le ha integrado, todavía se atreve a preguntar en audiencia penal qué hizo, digamos, como si tuviera amnesia o un Alzhemier demasiado desarrollado.
Con todo, su nuevo abogado, Ricardo Sánchez Reyes Retana, precisó lo siguiente:
“Vamos a combatir todas las imputaciones. No hay una respecto de una conducta que él hubiera realizado”.
Antes, Duarte tenía otro abogado, y ante la falta de resultados, y cuando viera que su colega de Chihuahua, César Duarte, librara las órdenes de aprehensión, despidió a su litigante y contrató a otro.
El Fiscal Jorge Wínckler, en una prueba más de fuego.
“¿QUÉ HICE, QUÉ HICE?”
Antes, Duarte se sulfuró cuando la Fiscalía detuvo al ex director de Servicios Periciales y a la exfiscal de Xalapa y antes, mucho antes, a diecinueve jefes policiacos y policías y antes cuando la yunicidad ofreciera un millón de pesos por la cabeza del ex secretario de Seguridad Pública, José Nabor Nava Olguín, prófugo de la justicia, acusados todos de desaparición forzada de personas y cadáveres.
Incluido, claro, el ex Fiscal Luis Ángel Bravo Contreras, impuesto por Duarte para nueve años de poder y que se achicaron a unos cuantos meses.
Entonces, Duarte, igual que su ex jefe policiaco, Arturo Bermúdez Zurita, levantaron la mano y ganaron un amparo para que la yunicidad se abstuviera de informar a los medios sobre el proceso penal de desaparición forzada, “un delito de lesa humanidad” que como se sabe, nunca, jamás, prescribe.
Fue un aviso más del estado sicológico y el trance esotérico de Duarte derivado de su célebre frase de “¿Qué hice?, quiero que los fiscales me aclaren exactamente qué fue lo que hice”…, y que, bueno, se trataría de un derivado filosófico de Lenin con el título de su libro “¿Qué hacer?” ante la sublevación rusa para acabar con los 303 años de la hegemonía de la familia Romanov y que incluyera a un zar quien cuando a una bailarina de ballet se le desprendiera el corpiño dejando sus senos al desnudo enloqueciera por completo y en nombre del poder político la hiciera su amante.
LA POBLACIÓN YA JUZGÓ A DUARTE
La Fiscalía tiene en proceso más de quinientas denuncias penales por desvío de recursos públicos en contra de igual número de funcionarios interpuestas por la Contraloría, el Órgano de Fiscalización Superior, ORFIS, y varias secretarías del gabinete legal y ampliado de la yunicidad.
Y en las 500 denuncias penales el nombre de Javier Duarte permea hasta el tuétano.
Y, bueno, cuando cada una siga consumándose hasta el final, de seguro Duarte seguirá preguntando qué cosa hizo de malo para que el gobernador Yunes lo enlode tanto.
Por lo pronto, el Juez de Control de la Ciudad de México, Júpiter (el dios Júpiter) López, le otorgó un plazo hasta el 20 de mayo a las diez horas para que Javier Duarte y sus abogados recaben pruebas en su defensa y preparen la continuación de la diligencia.
En contraparte, el ex gobernador tuitero enfrenta varios juicios penales. Pero la población de Veracruz ya lo juzgó desde hace tiempo.
Y como decía Fernando Gutiérrez Barrios, “cuando es medianoche y el pueblo dice que es media mañana es hora de prender las farolas”.