Luis Velázquez y asociados
Veracruz.- De escándalo en escándalo, los Tiburones Rojos de Veracruz, el gran equipo de fútbol que fue en el siglo pasado, incluso giras en Europa, ahora en el último lugar de puntuación, en el último lugar en porcentaje y es el equipo más goleado del Torneo de Apertura 2018.
Según los expertos, para el empresario priista, Fidel Kuri Grajales, socio de Víctor Flores Morales, el dueño del sindicato ferrocarrilero desde hace más de veinte años, reelegido por otro periodo, los Tiburones Rojos significan una especie de juguetito.
Acaso, quizá, porque al ex diputado federal y fallido candidato priista a la presidencia municipal de Veracruz, le sobra el billete y le vale.
Por eso, incluso, en la campaña por la alcaldía jarocha, y a tono con su identidad, acuñó frase bíblica:
“No sean pendejos, de cualquier forma, gane o pierda salgo ganando”.
Fundado el 9 de abril de 1943 por dieciocho jarochos, los Tiburones Rojos tuvieron momento de esplendor con Luis “El Pirata” de la Fuente, un futbolista que entrara a la leyenda, a la fama, a la gloria y a la inmortalidad, pues desde entonces ni un “Pirata” Fuentes más, de su nivel, ha salido en el equipo escualo, de igual manera como tampoco un Beto Ávila en el béisbol ni un Agustín Lara en la música ni una Toña la negra en la interpretación artística.
El último reality-show, quizá el de mayor decibel en la historia negra de los escualos fue cuando trascendiera que un secretario del Ministerio Público, “asegún” con manga ancha en los Tiburones Rojos de Fidel Kuri y Víctor Flores, ofrecía juegos a los jugadores novatos… a cambio de sexo.
Claro, y como siempre ocurre en la faena política, Kuri Grajales lo desmintió, pero sólo falta que la Federación Mexicana de Fútbol (hasta ahora con puro mutis) siga la pista a la denuncia periodística e investigue si son ciertas las denuncias tipo Harvey Weinstein, incluso tipo Donald Trump, el productor cinematográfico de Hollywood acusado de ansiedad y lujuria sexual, fuera de control y desbordada.
OTROS REALITY-SHOWS
El relato bíblico asegura que “Dios castiga el escándalo, nunca el pecado”, y en el caso, caray, nunca los Tiburones Rojos en el Veracruz contemporáneo han estado a la altura de los fanáticos, pero en cambio, lleno de shows, incluso, de la peor estofa.
Por ejemplo:
En jornada futbolística anterior, Fidel Kuri, concesionario de una red de casinos junto con Víctor Flores, agarró a cachetadas a Edgardo Codesal, presidente de la Comisión de Árbitros de la Federación Mexicana de Fútbol.
Según las versiones estaba en trance incróspido, con unos alcoholes de más, pero el hecho le valió para que fuera suspendido durante un año en que le tenían prohibido acercarse, vaya, siquiera a los vestidores de los escualos.
Otro escándalo fue cuando en el Fidelato, Mohamed Morales compró el equipo en 30 millones de pesos y luego, así nomás, se lo quitaron, se ignora si luego de la denuncia de Belinda, la artista preferida del gobernador de Michoacán, el perredista Silvano Aureoles, de malos tratos, olvidando el principio fundamental de que hacia el final de los días y noches un hombre será juzgado por el trato que dispensó a las mujeres.
Con Miguel Alemán Velasco de gobernador hubo otro escándalo con los Tiburones Rojos.
Entonces siempre se comentó en la cancha pública que Alemán había regalado el equipo a Rafael Herrerías, un magnate de toros, a tal grado que Herrerías siempre festinaba con soberbia que “el equipo es mío”, suyo, de su propiedad.
Y más cuando también soltaron en el carril que Herrerías había quitado la vida a un torero y que, bueno, nunca fue confirmado ni menos hubo denuncia penal.
El caso es que Miguel Ángel Yunes Linares, entonces diputado y presidente de la Comisión de Vigilancia del Congreso interpuso una denuncia penal contra Herrerías y demás personas que manejaron el equipo Veracruz por los años 2003 y 2004 por un presunto daño patrimonial de 687 millones de pesos en contra del erario.
HASTA CACHETADAS DE POR MEDIO
El otro show vino cuando Fidel Herrera Beltrán gobernador le quitó el equipo a Herrerías, pero el ex torero se quedó con los diez mejores futbolistas para vender sus cartas ante, digamos, la complacencia del “Tío”, pues Miguel Alemán Velasco pesaba.
Entonces, en los años del fidelato nunca le metió un centavo a los Tiburones Rojos y el equipo cayó en menos de dos años.
Y, lo peor, en una caída estrepitosa de la que nunca se ha podido levantar y que ahora lo tiene en el sótano.
Y más grave: envuelto en líos sexuales, con todo y que Fidel Kuri “se lave las manos”.
Nadie, claro, podrá olvidar cuando en septiembre del año 2014, el hijo de Fidel Herrera Beltrán, Fidel Herrera Borunda, agredió a Fidel Kuri delante de amigos en un restaurante de la Ciudad de México, exigiéndole que dejara de “chingar” a Mohamed Morales.
Este año, la Federación Mexicana de Fútbol pidió auditar a los Tiburones Rojos para verificar sus finanzas.
En el inter, Fidel Kuri Grajales y su hijo, Fidel Kuri Mustieles han tenido al menos un par de desencuentros desde que el equipo está en Primera División, porque el hijo se opuso al regreso de Carlos Reynoso, a tal grado que desde iniciado el torneo de Apertura 2018, el padre ha estado en desacuerdo con los fichajes realizados por el hijo.
FÚTBOL JAROCHO, PATRIMONIO DE VERACRUZ
El fútbol en el puerto jarocho es como “La bamba” y “El tilingo lingo”, una especie de bandera nacional, de Castillo de San Juan de Ulúa, de baluarte de Santiago, de los voladores de Papantla, de los bailadores de la bamba.
Es decir, un patrimonio del pueblo.
Y, bueno, cuando ya estamos así, caray, con el otro deporte favorito, el beisbol, “con la soga al cuello”, y por ahí un tímido fútbol y volibol playero, sólo queda que sigan abriendo cantinas, antros y centros teiboleros, para la terapia social colectiva.
Por fortuna, el góber electo ha jurado y perjurado que el festival de salsa será reanudado en Boca del Río, y lo que significa una garantía para el divertimento del alma y del espíritu, y más, porque a Cuitláhuac le fascinan bailar salsa.
Es más, en un descuido hasta el salón “Villa del Mar” será reabierto para recuperar la vida tradición del siglo pasado.
Más, incluso, que gobernar y ejercer el poder, recordando a Antonio López de Santa Anna que gustoso de las peleas de gallos agarraba a una sabrosa mulata, nombraba un interino en el palacio de gobierno de Xalapa y se iba de pueblo en pueblo a la pachanga.
Así podrán los Tiburones Rojos descender al infierno con el peor descrédito de las pasiones sexuales, pero, bueno, los festivales de salsa levantarán el ánimo social, y más, si por ahí el Instituto de Cultura inventa concursos de parejas con un jurado internacional y transmitida en vivo y a todo color por televisoras nacionales.
Sería, claro, la Cuarta Transformación del País desde Veracruz.