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Expediente 2018: Priistas crucificadas

El Piñero

 

Luis Velázquez

11 de mayo de 2018

 

En el carril femenino del PRI hay llanto y desconsuelo. Las campañas están en camino, falta por cumplirse el tiempo de los candidatos a diputados locales, pero en el Monte de las Cruces quedaron varias crucificadas.

Una, por ejemplo, fue Karla Enríquez Merlín, la hija de Gladys Merlín Alor, ex presidenta municipal de Cosoleacaque y ex diputada local, y nieta del cacique sureño, Helidoro Merlín Alor.

Ella había aceptado la candidatura a diputada. Pero de pronto, el abuelo, hombre sabio, escuchó la voz de su experiencia. Y le dijo:

“Los vientos son huracanados en contra del PRI. Y si vas de candidata, estás muy joven para una derrota”.

Y en nombre del respeto y la dignidad, le dejó en el tinglado la posibilidad de renunciar.

Y la nieta escuchó al patriarca.

Y declinó.

Fue la primera señal concreta y específica para el tricolor. Y más, los vientos arreciando. Tres derrotas consecutivas en menos de un año. La gubernatura, La mayoría en el Congreso local. Y las 173 presidencias municipales.

 

CALAMBRE DE YUNES

 

El segundo ramalazo fue con la ex presidenta municipal de Soledad de Doblado, el pueblo del gobernador Yunes, Martha Utrera Ortega, y quien por cierto, dada su fuerza social heredó la silla edilicia a su hija.

Entonces, ella, se afirma que con el cabildeo y la fuerza del diputado federal, Jorge Carvallo Delfín, “tumbó del caballo a la mitad del río” a Mario Tejeda Tejeda como candidato a diputado federal por el distrito de Huatusco.

Así, entró al relevo y fue nombrada, vía dedazo, como la candidata al Congreso federal.

Un día, el gobernador llegó al pueblo para inaugurar la remodelación de la escuela primaria, José María Morelos, donde había estudiado y en uno de cuyos salones, sentado en el pupitre, escuchando al maestro de Historia, Proceso Ponce Pastián, empezó a soñar con la gubernatura.

Martha Utrera, elegida candidata a la curul federal, ex alcaldesa, se acercó al gobernador, digamos, en nombre de la pluralidad política.

Y cuando se acercó le pareció haberse acercado al fuego, mejor dicho, a un volcán en erupción.

Y es que de acuerdo con las versiones, Yunes Linares le habría dicho que si se lanzaba de candidata entonces le publicaría su expediente negro como presidenta municipal y algo más, y lo entregaría a la Fiscalía para rendir cuentas.

La ex alcaldesa dio marcha atrás y entró como releva la ex edil de Paso de Ovejas, Ana Rosa Valdés, quien con su esposo andaban desesperados por seguir trepados en la silla embrujada del palacio municipal o legislativo, el que sea.

 

PAR DE PRIISTAS DESCARRILADAS

 

El tercer ramalazo para las mujeres priistas fue con Elizabeth Morales, Elmo, delegada federal del ISSSTE, y Anilú Ingram Vallines, delegada federal de la secretaría de Desarrollo Social.

El par soñó con la candidatura al Senado de la República.

Y luego de tantas cacayacas mediáticas, sociales y baños de pueblo, las tumbaron.

Anilú pudo, para su fortuna, levantarse y quedar como candidata a diputada federal por la vía pluri en sexto lugar.

Elmo se reconcentró en el ISSSTE. Por ningún lado pudo levantar. Y más, cuando sus madrinas, Lorena Martínez y Beatriz Paredes Rangel fueron favorecidas con la candidatura pluri al Senado de la República.

Ni modo, Lorena y Beatriz la habrían, digamos, sacrificado, considerando lo que reza el proverbio bíblico de que “la cuerda siempre se rompe por lo más delgado.

Claro, en caso de quedar en el Congreso de la Unión, Lorena y Beatriz harán todo para que Elmo siga trepada en el poder público.

Se necesitan.

 

EL PECADO ORIGINAL

 

El otro ramalazo sucedió el fin de la semana anterior.

Fue con Valeria Arteaga Restrepo, quien renunciara a la candidatura suplente de Sheila Flores Tenorio, candidata propietaria a diputada federal por el distrito IV.

Desde luego, en ningún momento renunció a la suplencia, basado en el proverbio bíblico de Fernando López Arias, 1962/1968, de que “suplente ni de Dios”.

Renunció a la candidatura, dijo, porque para muchos políticos “es un gran pecado” que su padre, Fernando Arteaga Aponte, “El huevo”, renunciara al PRI (que tanto lo favoreció con cargos públicos) para afiliarse a la izquierda radical y delirante de MORENA y aceptar (sorpresas que da la vida) la candidatura a diputado local.

Y ni hablar, causaron más estragos en las neuronas y el corazón de Valeria las habladurías que el botón nuclear de Donald Trump.

La chica olvidó, por ejemplo, lo fundamental.

Desde hace ratito, las ideologías están de más dado el tiempo plural que se vive.

En una familia, por ejemplo, el padre es del PRI, la madre del PAN, un hijo de MORENA, una hija del PVEM, y la tía gimnasta del Panal, etcétera.

Valeria, sin embargo, dijo que renunciaba a la suplencia por dignidad, pues, habría explicado, por encima de todo están su conciencia “y los valores que han formado y forjado mi vida así como mi carrera política”.

Se ignora su carrera política y más el respaldo popular y social que signifique en una zona conurbada donde desde hace ratito, el PRI está noqueado.

Y si fue formada en la cultura priista de su padre, entonces, habría de explorarse la posibilidad pues resulta deshilarante, incongruente, que de pronto, milites en el PRI, partido, digamos, del centro, y al día siguiente aparezcas en la izquierda radical.

Y más, luego de que las elites rojas en tiempos diferentes lo beneficiaron con los cargos públicos que su capacidad merecía.

Con todo, mal fario para la militancia femenina del partido tricolor.

Todavía pasará mucho tiempo para que las mujeres políticas sientan que la revolución les hace justicia, considerando que ellas representan el 60 por ciento de la población.

Y es que para andar en la política se necesita, como “La bamba”, “un poquito de gracia y otras cositas”.

 

 

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