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Expediente 2018: Priistas desempleados en Veracruz

El Piñero

Luis Velázquez

Veracruz.- 14 meses después de la yunicidad azul queda comprobado el siguiente hecho: un priista desempleado es más, mucho más peligroso que un guerrillero armado.

Por ejemplo, en menos de un año, el PRI perdió la gubernatura, la mayoría en la LXIV Legislatura y 172 presidencias municipales, y de las 40 ganadas en las urnas solo en tres iba con candidatos propios y con las siglas solitarias del partido.

Ahora, y de cara a la elección del primero de julio, el ánimo rojo anda decaído. Ellos mismos sienten que pueden perder la gubernatura, pero también las diputaciones locales y federales y las senadurías.

Y solo un milagro, rociado de una gran estrategia, levantaría la expectativa.

La peligrosidad de un priista desempleado se calibra por lo siguiente:

Ahora, se está dando el reparto de las candidaturas a diputados locales y federales.

Y las elites tricolores todas, absolutamente todas, sin excepción, tocan las puertas del cielo solicitando dos posiciones inmejorables.

La primera, una candidatura pluri al Congreso de la Unión, y/o de perdis, al Congreso local.

Y la segunda, una delegación federal ahora cuando los cambios se están dando.

Y es obvio: “muchos son los llamados y pocos los elegidos”, porque como dice “Layín”, el ex presidente municipal de San Blas, Nayarit, “robé poquito porque poquito había”.

Es decir, tantos priistas andan desempleados que ni las curules pluris ni las delegaciones alcanzan para tanto.

Así, cuando se sienten rechazadas, las cúpulas llaman ingratos a los jefes de jefes y desertan a MORENA o al PAN.

Incluso, al Movimiento Ciudadano de Dante Delgado Rannauro ahora que tan importante se ha vuelto en el llamado “Frente por México” o “Por México al Frente”.

 

CARNICERÍA HUMANA

 

Lo peor del asunto es que las elites priistas reclamando una curul pluri y/o una delegación federal se creen y sienten merecedoras.

En unos casos, el PRI les ha dado oportunidades y en demasía. Y todavía así, quieren más y más, acostumbrados quizá a que siempre han vivido del presupuesto cumpliendo la enseñanza de César “El tlacuache” Garizurieta, el paisano, por cierto, de Pepe Mancha, el presidente del CDE del PRI que impuso a su esposita Monserrat Ortega Ruiz de candidata pluri al congreso local, ni más ni menos, en la lista número cuatro, pues así entrará…, aunque llueva o relampaguee.

Y en tales circunstancias, los jefes tribales del PRI muestran el puño y hasta amenazan a los jefes de jefes de irse a otros partidos políticos con sus huestes que ellos mismos calculan en miles, desde unos veinte mil hasta cien mil o más de cien mil, cuando, caray, su digamos liderazgo llega a unos cuantos, quizá la familia, los compadres y uno que otro vecino.

Más aún:

La desesperación laboral, mejor dicho, la angustia por estar fuera del presupuesto y/o el deseo ferviente de seguir “ordeñando la vaca” en los escasos cargos públicos que aún conservan, llega a la carnicería humana despiadada, fuera de control, desbordada entre los jefes de las tribus.

Unos, tronando “pestes y centellas” contra los otros ante los jefes máximos.

Todos contra todos, destrozando la poca honra que les resta, exponiendo en el tendedero de la cloaca los peores males de corrupción.

Llamándose traidores entre sí.

Nunca la lengua ha sido tan diabólica y fatídica y ha estado tan ocupada.

“La política es un tragadero de hombres” decía Juan Maldonado Pereda.

 

OBSCENA CODICIA POLÍTICA

 

Unos priistas, incluso ex, tienen los astros a su favor.

Por ejemplo, Ricardo Ahued Bardahuil.

Bajo el PRI fue presidente municipal y diputado local y federal.

Entonces, se le antojó primero la gubernatura y la que perdiera y después el Senado y que también perdiera en la contienda interna.

Y así como camino a Damaso San Pablo tuvo la revelación celestial de salvar a su pueblo, a Ricardo Ahued se le apareció MORENA con AMLO que le cumplió su, digamos, legítima utopía política de la candidatura al Senado.

Ahora, promueve reuniones de empresarios con “El peje” al alimón que el constructor Ricardo Zapata Exsome, el fallido candidato a presidente municipal, candidato a diputado federal, y a quien Javier Duarte quedara a deber cien millones de pesos por la construcción del libramiento de

“La Boticaria”, en Boca del Río, y todavía semanas anteriores seguía tocando las puertas de la yunicidad para que le pagaran.

Ahued se fue del PRI luego que la “Casa Ahued” fue favorita en los dos sexenios anteriores lo exaltaran, además con tres cargos públicos, algunos financiados al máximo por el Fidelismo y el Duartazgo, y se creyó con méritos sobrados para el cargo público siguiente y se lo negaron.

Por eso, y como dice el proverbio de los Llanos de Sotavento, un priista desempleado y/o ambicioso sin límites es más peligroso que cualquier guerrillero armado.

La historia de la codicia priista (y de otros partidos como el PAN y PRD y anexos y conexos) es tan vieja como los dinosaurios, pero resulta indicativo y significativo que en el tiempo de la pluralidad seguía tan fresca y vigente.

En todo caso, la ambición y la egolatría y la vanidad y la soberbia forman parte de la naturaleza humana. Eva, por ejemplo, la Eva del paraíso celestial, convenció al padre Adán de que comiendo la manzana sería igual o mejor que Dios y sucumbió a la tentación narcisista.

 

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