Luis Velázquez
24 de febrero de 2018
Marcos Evens nació para triunfar. A los 58 años, superado por completo el mal de la próstata (tan común a partir de cierta edad), funcionario público en el duartazgo, adueñado de las neuronas del Fiscal Jorge Wínckler, está listo para la Fiscalía Anticorrupción. Casi casi, el Fernando López Arias de Adolfo López Mateos. O el Amador Toca Cangas de López Arias. El procurador General de la República de hierro. Implacable. Impoluto.
En el sexenio anterior, Carlos Sosa junior, director del Instituto del Deporte, le dijo:
–Mi padre me dijo que usted sería un buen jefe jurídico del Instituto del Deporte. Le ofrezco 8 mil pesos de sueldo mensual.
Evens le reviró:
–¡No me ofendas!
Luego, vendrían los Juegos Centroamericanos y Carlos Sosa junior insistió:
–Te ofrezco 50 mil pesos de sueldo mensual.
Y Evens se trepó al arca de Noé de Duarte. Le fue tan bien que en su oficina montó un ejército de barbies. Secretarias y abogadas al mismo tiempo. Todas de piel blanca, güeritas, el mismo color tan preferido de Fidel Herrera Beltrán, Nicole Kidman, su utopía.
PROFESOR SUERTUDO
Ya nadie lo para. Será “El (gran) Señor Justicia” de Veracruz. El ministro de la pureza política, combatiendo el peor mal de la caja de Pandora, como es la corrupción.
Su sueño, claro, es despachar como magistrado del Tribunal Superior de Justicia. Pero ahí va, ahí parece ir.
Ahora, es visitador de la Fiscalía y asesor jurídico del Fiscal Jorge Wínckler, su antiguo discípulo en la Universidad Villa Rica, ahora UVM.
Entonces, maestro de la materia “Amparo”, creó y recreó un grupo afín, hijo, digamos, de la vocación jurídica.
Ahí estaba, en primerísimo lugar, Jorge Wínckler, a quien luego nombrara maestro adjunto, maestro adscrito, en la cátedra en la Escuela Libre de Derecho.
Gustavo Vázquez, director de Investigaciones Ministeriales en la Fiscalía.
Y el abogado general de la Fiscalía, antes en el DIF, y antes, mucho antes, acomodado por Wínckler en la PROFEPA.
Era el tiempo cuando el profe Marcos Evens los invitaba a desayunar una vez a la semana en el restaurante “El gaucho” y una vez al mes a comer en “El veneciano”, en el puerto jarocho.
El cuarteto, que ahora está junto, soñaba. Desde la época estudiantil, Wínckler comenzó en el despacho de Evens, un abogado civilista y de bancos, con cuatro hijos del primer, casado en segundas nupcias, y con vacaciones en Canadá el año anterior.
Y con una gran ascendencia sobre otros abogados, las puertas de los tribunales estatales y federales abiertas de par en par, a través de sus amigos, uno de ellos, su compadre, el magistrado federal, José Saturnino Suero Alva, su operador en el Poder Judicial Federal.
Y tal plus, fuera de serie, influyó en Wínckler, quien ahora, dichoso de que la embajadora de Estados Unidos, la embajadora de Donald Trump, lo felicitara por la captura de 19 jefes policiacos y policías acusados de desaparición forzada, se ha vuelto el dueño del día y de la noche para, entre otras cositas, seguir guisando paella para los amigos el fin de semana y retribuir a su maestro Evens la generosidad con que lo ha tratado.
Suertudo el profe.
“AL MAESTRO CON CARIÑO”
Más allá de la petulancia y soberbia, quizá por su juventud (la vejez, ya se sabe, suele domeñar el corazón y las neuronas), Wínckler es un jurista con suerte.
Y generoso, claro, porque suele pagar favor con favor.
Muchos años desayunaba con Carlos Gutiérrez de Velasco, tesorero del gobernador Agustín Acosta Lagunes, en “El gaucho”, y según su biógrafo, le ayudó a pagar su casita en el Frac. Costa de Oro.
Su padre, abogado en Oaxaca, le abrió la puerta con Valentín Ruiz Ortiz, qepd, el Carlos Slim del Golfo de México, y hasta logró un despacho con sala de juntas frente a la Casa Hogar del Niño en Boca del Río.
Además, Valentín Ruiz lo acercó con Miguel Ángel Yunes Linares como el mejor abogado del Golfo de México y el mundo se volvió color de rosa con vientos favorables.
Abogado que con Marcos Evens también fue la diputada Marijose Gamboa en el tiempo duartiano, ahora Wínckler encumbrará más, mucho más, a su antiguo profesor.
Mi profesor de primaria, decía Albert Camus, salvó mi vida y por eso, incluso, le dedicó el discurso oficial cuando el Premio Nobel de Literatura.
Justicia divina de Wínckler con Marco Even Torres.
“Al maestro, con cariño”, la famosa película de Sidney Poitier.
EN EL DUARTAZGO LE FUE BIEN. AHORA, MEJOR
En la Fiscalía duraría Evens unos 9 años, igual que el Fiscal Winckler.
Pero de acuerdo con la nueva Ley Orgánica del Poder Judicial aprobada por la LXIV Legislatura, iniciativa del gobernador Yunes (ley para jubilar a los magistrados jurásicos, incorporar a los amigos y achicar el tiempo, que antes era vitalicio), un magistrado durará diez años.
Y si Evens se acerca a los sesenta, 60 y más, entonces en el Poder Judicial llegaría a los 70, con chance de alcanzar el más elevado sueño como es la presidencia del Tribunal Superior de Justicia.
En el duartazgo le fue bien. Mejor, en la yunicidad.
Evens es el hombre que ha agigantado a Wínckler, cuyos pasados, cuenta Antón Chéjov, eran cirqueros en Rusia y andaban de pueblo en pueblo exhibiendo al enano más enano del mundo.