Luis Velázquez
Veracruz.- El presidente del CDE del PRI, Américo Zúñiga, ha tronado. Explotó. Perdió la mesura y la prudencia política. Se lanzó a la yugular de a quienes llama los traidores. Incluso, deshonestos. Políticos, les dijo, equivocados. Llenos de errores… que, bueno, de errores está construida la naturaleza humana.
También dijo que quienes han desertado del tricolor, antes, mucho antes, partido invencible, rechazan participar en el bienestar social de los 8 millones de habitantes de Veracruz.
Sólo le faltó profetizar la forma de su muerte.
Y dadas las circunstancias ha deseado enviar un mensaje claro, más que a la militancia, más que a las elites, a la asociación política “Vía Veracruzana”, conocida como “Los viagras”, que renunciaron al tricolor y se afiliaron, en masa parece, al partido Acción Nacional, mejor dicho, al PAN del gobernador Yunes.
Y es que antes, mucho antes, también desertaron unos diputados locales, caciquitos en sus pueblos, “señoritos de horca y cuchillo”, como Basilio Picazo en la sierra de Papantla y las hermanas Regina y Fabiola Vázquez Saut, en Acayucan.
Más, mucho más, el caso de Regina, quien era secretaria General del CDE del PRI, ratificada, incluso, ahora con Américo Zúñiga.
Ni hablar.
La sicosis política está canija. El derrotismo cabalga, desbocado, en las filas del tricolor.
Pocas, excepcionales, cúpulas rojas creen que ganarán en las urnas la gubernatura, las senadurías, las diputaciones locales y federales y la presidencia de la república.
Y “el miedo al miedo” de quedar desempleados 6 años más, pero también, la exclusión que han experimentado (luego, incluso, de tantos cargos públicos desempeñados con anterioridad) ha originado la deserción.
Zúñiga Martínez, reducido a satanizar a los prófugos del partido.
SE FUERON MUY RESENTIDOS
Festina el presidente que el partido que dirige “es el que más estructura tiene y que mejor ha atendido las causas de la sociedad y que tiene en sus filas a los mejores profesionistas”.
Okey.
Sólo que en menos de un año perdió la gubernatura del bienio, perdió la mayoría en el Congreso local y perdió, como nunca antes en su historia, 173 presidencias municipales.
Todo, claro, en su mayor parte, digamos, por culpa de Javier Duarte y los duartistas con el funesto saqueo y la desaparición forzada cometida en contra de la población civil.
Incluso, con tantos méritos del PRI, Duarte fue un huracán tormentoso que arrasó con su partido, a tal grado que a destiempo fue expulsado, y a destiempo porque el daño político, social, económico, educativo, de salud, de seguridad y democrático a la población estaba asestado.
Y lo peor, en su caída libre de la corrupción, nadie, absolutamente ningún priista supo defender el buen gobierno con fuerza y vigor, con entereza y firmeza, con denuncias penales “hasta las últimas consecuencias” para detener el pillaje.
Ahora, una de las consecuencias es la desbandada de las elites priistas y que de paso se llevaron a la militancia.
En el caso de “Los Viagras”, por ejemplo, se fueron su dirigente fundador, Felipe Amadeo Flores Espinoza, y su presidente en turno, Mario Tejeda Tejeda, y sus huestes.
Es más de nada ha valido que en las redes sociales les estén dando y tupido reproduciendo el mismo discurso de Américo Zúñiga.
Ellos ya nunca, jamás, regresarán al redil, con todo y que el relato bíblico habla del hijo pródigo.
Simple y llanamente, se fueron muy resentidos.
EXCESIVO MENOSPRECIO
El presidente del CDE habló de “hacer una política de altura, una buena política… para honrar el servicio público”.
Veinte y las malas que su homilía partidista por los desertores tenía un objetivo concreto y específico cuyas iniciales son la F de Felipe, la A de Amadeo, la F de Flores y la E de Espinoza.
FAFE, por sus siglas.
Y, bueno, “la política de altura” de FAFE incluye en su biografía los siguientes cargos públicos:
Agente del Ministerio Público, director de la Policía Judicial, director de Seguridad Pública, secretario General de Gobierno, diputado local y federal y presidente del CDE del PRI.
Una historia pública que sólo tienen unos cuantos y que por tanto honró, y demasiado, a su expartido.
Y si FAFE decidió cerrar el capítulo rojo de su vida se debe, entre otras cositas, al desdén con que las elites en el poder trataron a los militantes de “Vía Veracruzana” hasta llegar un momento en que el menosprecio fue excesivo.
Y cerradas las puertas, ni modo, el ranchero de “Cara Dura”, se fue…, con los suyos.
Ahora, el presidente del CDE proclama que una “elección en un Estado democrático debe ofrecer piso pareja para todas las opciones políticas”.
Nunca, al parecer, la expresó con hechos concretos y específicos hacia el interior de su partido.
Por eso, la salida de “Los Viagras”.
RECUPERAR LOS IDEALES, AJÁ
La renuncia de FAFE es un golpazo a la yugular roja.
Nunca, por ejemplo, Flores Espinoza ha sido acusado de enriquecimiento ilícito.
Tampoco de traficar influencias a favor de un pariente o una barbie.
Menos de desaparición forzada.
Jamás envuelto en un escándalo público.
Y si en el año 2016 perdió la gubernatura y los diputados locales como presidente del CDE, es otro cantar, pues de por medio está la vorágine llamada Javier Duarte.
Por eso, la deserción del PRI ha pesado.
Y porque, además, se fue al PAN de Yunes, aun cuando en el tiempo huracanado se ignora si tendrá el mismo significado de alta traición, como dice Américo Zúñiga, desertar al PAN que a MORENA.
Y de ñapa, llevarse a sus huestes.
“Hay que trabajar, asegura el dirigente pepista, para mantener la unidad y recuperar los ideales y principios”.
Ta´güeno.