Luis Velázquez
Veracruz.- El primero de julio, Miguel Ángel Yunes Linares sufrió y padeció tres derrotas.
La primera, como gobernador.
La segunda, como jefe nato de su partido, el PAN.
Y la tercera, como padre.
La última habría sido la más dura. Perdió la candidatura a jefe del Poder Ejecutivo Estatal de su hijo. Y nada duelen tanto en la vida como los hijos.
Antes, claro, en el pasado inmediato, había encumbrado al primogénito como presidente municipal en un par de ocasiones, diputado local y coordinador del programa “Oportunidades” de la Sedesol en tiempo de Felipe Calderón.
Pero la silla embrujada del palacio era, digamos, la parte estelar. Falló el operativo.
Todo, sin embargo, lo tenía bien calculado. El hijo obtuvo un millón 452 mil 574 votos. Pero el candidato de AMLO se llevó un millón 665 mil 824 votos.
La operación electoral, todo indica, se salió de las manos cuando de pronto, parte de las elites priistas consideraron que estaba canijo que Pepe Yunes Zorrilla levantara.
Y entonces, movieron el voto con sus gentes a favor de Cuitláhuac García Jiménez como una especie de venganza contra Yunes Linares porque en el año 2016 les quitó la gubernatura.
La ola, mejor dicho, el tsunami AMLO y haberse confianza en demasía, con exceso, resumen la derrota azul.
Y perdieron.
Y perdieron más, porque más que una elección del hijo se trataba de un plebiscito.
Ganaba el hijo, ganaba el padre. Perdía el hijo, perdía el padre.
Una vez más queda confirmado: “al mejor cazador se le va la liebre”.
La gran moraleja universal: nunca, jamás, ha de confiarse en nada ni en nadie… que así, por ejemplo, eran Benito Juárez, Porfirio Díaz Mori y Plutarco Elías Calles.
Y el día cuando Álvaro Obregón y su gente creyeron que León Toral era, en verdad, un dibujante, le disparó a rajatabla y su cabeza cayó sobre el plato con mole y pollo en el comelitón en el restaurante “La bombilla”.
NUNCA PUDO ROZAR EL CIELO
Miguel Ángel también perdió el domingo electoral como gobernador.
Carlos Hank González lo decía de la siguiente manera:
En política, quien tiene el aparato gubernamental a sus órdenes y recursos públicos gana la elección y toca el cielo con los dedos.
Se movió por todos lados.
Por ejemplo, repartió 700 mil despensas. Abrió las puertas del PAN a priistas y morenistas. Apretó tuercas a los presidentes municipales. Pactó con caciques. Anunció gran obra pública. Encarceló a 34 duartistas. Expidió orden de aprehensión contra Karime Macías. Interpuso denuncias penales contra Javier Duarte por desaparición forzada. Detuvo al ex Fiscal Luis Ángel Bravo Contreras por los mismos delitos.
Pero la estrategia contra la inseguridad, la incertidumbre y la zozobra descarriló por completo.
Y de ñapa, entre otras cositas, encumbró sin biografía política y social a Indira Rosales a la Senaduría pluri.
Y permitió que Pepe Mancha impusiera a su esposa de diputada local pluri.
Y, bueno, el primogénito candidato a gobernador, el operativo fue insuficiente, pues en Morelos, por ejemplo, Graco Ramírez también fracasó con su, digamos, “legítimo” sueño de heredar la corona faraónica e imperial a su hijastro.
Y en Puebla, “por un pelito”, Rafael Moreno Valle pierde la gubernatura para su esposa.
Y en Sonora, ni se diga, Manlio Fabio Beltrones perdió la Senaduría para su hija.
Y en Yucatán, Emilio Gamboa Patrón también perdió la Senaduría para un hijo.
DESCARRILADO EL PAN
El primero de julio, Yunes también perdió como jefe político del PAN.
Ex priista durante más de 25 años entró al PAN como un volcán haciendo erupción.
Y en el camino derrumbó a las elites panistas encarnadas, entre otros, en Alejandro Vázquez Cuevas, Gerardo Buganza Salmerón y Juan Bueno Torio.
Y otras cúpulas se disciplinaron, entre ellas, Joaquín Guzmán Avilés, Julen Rementería y Germán Yescas.
También pactó con el PRD de Rogelio Franco Castán y que antes fuera duartista y antes fidelista y que tal pasado condena por completo al partido amarillo.
Su gabinete legal fue un reparto del pastel para las elites panistas y perredistas, aun cuando las mejores posiciones quedaron en su cancha y en la cancha de los hijos.
Y en contraparte, parte de las elites y parte de la militancia que se friega con el lomo en el carril electoral quedó fuera y comenzó la ebullición partidista.
Llegó un momento cuando las voces críticas fueron desoídas sin bajar a la tierra con humildad, escuchando a los demás.
Y si algunas cúpulas partidistas estaban satisfechas con los pedazos del pastel era más el descontento.
Nunca los vientos huracanados fueron olidos en el búnker yunista de Boca del Río.
Y si alguien por ahí comentaba como el topo de Carlos Marx los vientos adversos, el triunfalismo salía ganando, seguros de la victoria total.
Morris West lo dice en “El arlequín”. Los grandes imperios y emporios se desmoronan desde adentro.
Se desdeñó, pues, el principio universal y la enseñanza histórica.
Por eso el día cuando el PAN, PRD, MC, el PRI y el PVEM sufrieron 5 derrotas en Veracruz con la gubernatura, la presidencia de la república, las diputaciones locales y federales y las senadurías, el destino alcanzó a Yunes Linares.
Su Waterloo. El Día D.