Luis Velázquez
Veracruz.- En la lucha sucesoria de Américo Zúñiga en el CDE del PRI, otra tribu ha levantado la mano. El G-3, Grupo de los 3, postula a una mujer. La exfidelista y exduartista y excamachista (de Carlos Camacho Quiroz), Anilú Ingram Vallines, diputada federal electa.
Sus promotores son los siguientes:
Uno. Juan Carlos Molina Palacios, presidente de la Liga de Comunidades Agrarias, premio internacional de ganado cebú, condecorado en Estados Unidos, aliado en su tiempo de Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte, y diputado local electo por la vía pluri. La CNC a los pies de la ex reinita del carnaval.
Dos. Érika Ayala, lideresa histórica del COBAEV, Colegio de Bachilleres, ex secretaria General del CDE del PRI, senadora suplente de Héctor Yunes Landa (donde tuviera una probadita de gloria senatorial, efímera por cierto) y diputada local electa por la vía pluri. La CNOP con Anilú.
Y tres. Víctor Trujeque, ex diputado local, histórico líder electricista en la región centro, y con una hija secuestrada y que por fortuna, ante tantos plagiados, desaparecidos y asesinados en Veracruz, pudo rescatar. La CTM, a las órdenes de la exduartista.
Ellos tres han formado un frente común para impulsar a la duartista icónica y simbólica, Anilú Ingram, y a quien Duarte llamaba, en son de guasa, Ana Guadalupe, cuando comían tacos parados.
UN PRI NOQUEADO
En el otro lado de la cancha están los promotores de Antonio Benítez Lucho, ex delegado federal del IMSS.
Y Segundo Grajales, promovido por su jefe y patrón, Marcelo Montiel Montiel, dos veces presidente municipal de Coatzacoalcos, diputado local, secretario y delegado federal de Desarrollo Social, y cuya fortuna sus amigos calculan en dos mil millones de pesos.
Y el propio Américo Zúñiga Martínez, cuyos fans aseguran que como ahora se desempeña como presidente interino tiene el legítimo derecho del mundo a soñar con la elección del CDE.
La pelea se está dando en el PRI noqueado, casi casi moribundo en que fue dejado la noche del primero de julio, cuando ninguna tribu roja vislumbrara que se irían al tercer lugar, perdiendo todo, absolutamente nada, la peor derrota en su historia local.
Ellos buscan resucitar al partido ante una MORENA cien por ciento triunfante y triunfalista con un coordinador estatal, Manuel Ladrón de Guevara, perfilado como ultra contra súper delegado de
todas y cada una de las delegaciones federales, a excepción (como es lógico y natural) de las secretarías de la Defensa Nacional y de Marina.
Y competir con un PAN que también quedó hecho añicos y polvo el primero de julio cuando perdieron todo soñando, de manera esencial, con la gubernatura de 6 años.
Pero, bueno, en el caso del PRI y del PAN, las hordas locales saben y están conscientes de que primero ha de darse la renovación del CEN en el altiplano y de acuerdo con los vientos soplando será el rumbo en Veracruz.
EL HOMBRE FUERTE
En el caso del PRI, el gobernador de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas, ya se destapó, blindado por sus padrinos, Manlio Fabio Beltrones y Roberto Madrazo Pintado.
En el otro lado de la cancha está el grupo de Carlos Salinas de Gortari y su sobrina, Claudia Ruiz-Massieu.
Y en el otro, Enrique Peña Nieto y su grupo Atlacomulco, y en donde todavía pertenece Miguel Ángel Osorio Chong, el senador electo y coordinador de la bancada tricolor en el Senado de la República.
En el PAN las tribus están formadas por los ex gobernadores y gobernadores en funciones con un grupo político muy fuerte.
Otra horda está representada por Ricardo Anaya, el candidato presidencial derrotado en las urnas.
Y otra, por Felipe Calderón Hinojosa y su esposa, Margarita Zavala, impulsado al senador Roberto Gil.
El grupo de ellos que gane el liderazgo en el PRI y el PAN incidirá en los vientos soplando en el interior del país, entre ellos, Veracruz.
La vida monolítica, imperial y faraónica, encarnada en un hombre o grupo fuerte será indicativa y significativa.
EN CHINO QUE ANILÚ LLEGUE…
Los vientos están agitados y como dice Jorge Uscanga Escobar, en política “te acuestas candidato y amaneces en el piso”, aun cuando el ex de todo, menos de gobernador de Veracruz, también asegura que “en política no hay hombre muerto”, pues tarde o temprano, muchos, la mayor parte, suelen resucitar.
Anilú Ingram, por ejemplo, fue fidelista y duartista, el último fierro el peor de su corta vida pública, luego de su reinado en el carnaval jarocho.
Ahora, con la bendición de Miguel Ángel Osorio Chong, senador electo, amarró la diputación federal por la vía pluri, pues si hubiera buscado la curul federal por la vía uni era derrota anunciada.
Pero de ahí a que sueñe con la presidencia del CDE del PRI está en chino.
Habría de preguntar, por ejemplo, si ella solita es capaz, digamos, de armar una revolución pacífica, silenciosa y efectiva en una colonia popular, en un pueblo, en un distrito, y mucho se dudaría.
Además, y a diferencia de Molina Palacios (la Liga de Comunidades Agrarias), Érika Ayala (el sindicato del COBAEV, quizá) y Víctor Trujeque (los trabajadores de la Comisión Federal de Electricidad en Orizaba), ninguna fuerza popular la respalda, a menos, claro, que el trío anterior ponga sus huestes a sus pies.
De ser así, de igual modo como en el siglo pasado, en el tricolor se estaría dando un dedazo más cometiendo los mismos errores que muchos años después llevaron al PRI a su domingo electoral sangriento, de hecho y derecho, una masacre jamás imaginada.
Pero, bueno, lo peor en la vida pública es mirar la tempestad sin que nadie se arrodille.