Luis Velázquez
Veracruz.- Hay en Veracruz un presidente municipal que con un bajo perfil, lejos de las candilejas, más lejos de los más de seis mil programas sociales de los gobiernos federal y estatal, está combatiendo la pobreza y la miseria, el talón de Aquiles de las elites políticas.
Como nunca antes en la historia de Veracruz, en el primer año de su tiempo edilicio, Fernando Yunes Márquez tiene en proceso un plan de obra (casi mil seiscientos millones de pesos) que al terminarse significarán un parteaguas en la administración pública de norte a sur y de este a oeste de la tierra jarocha.
Y más por el siguiente hecho y circunstancia:
La mayor parte de la obra pública está canalizada a las colonias marginadas y a las marginadas del puerto jarocho que el año entrante cumplirá 500 años de la fundación del primer Ayuntamiento de América Latina por Hernán Cortés en tierra firme.
El programa de infraestructura es ambicioso. Y aterrizable.
Drenaje, pavimentaciones, apertura de calles y avenidas.
Mejor aún si se considera lo siguiente:
Parte de la periferia municipal ha estado de por siempre abandonada, y por añadidura, espacios suburbanos destrozados por completo, a tal grado que, por ejemplo, el servicio del transporte urbano, que es una concesión oficial, decidió suspender sus corridas y ni siquiera, vaya, querían entrar a dejar a la gente, porque las calles parecían cráteres lunares, estragos causados por un volcán erupcionando en forma perpetua, todas, la mayor parte, como bombardeadas en una guerra nuclear.
El proyecto, que poco a poco va aterrizando, incluye, entre otras cositas, el rescate de espacios públicos importantes.
Insólito:
De acuerdo con el proyecto, habrá ejes urbanos pavimentados con concreto hidráulico y que antes, y más antes, significaban un privilegio única y exclusivamente para las zonas urbanas, allí donde, dice la conseja popular, la obra de infraestructura sí se ve y sirve para el incienso al político en turno.
Hay obra, cierto, en la zona urbana, pero más, mucho más, en los espacios suburbanos y rurales.
En la campaña electoral del año anterior, Fernando Yunes así lo ofreció y garantizó.
Es justo que ahora cumpla.
ORFANDAD SOCIAL
El otro grave pendiente social en el municipio porteño, considerado la sala grande del estado de Veracruz, son, como en todas las demarcaciones del país, quizá de América Latina, los fraccionamientos residenciales construidos sin los servicios públicos básicos y elementales.
Y que ahora el edil enfrenta.
Son aprox. unos veintitrés, habitados por unas cincuenta mil personas.
Todos ellos adolecen del agua, el recurso fundamental para vivir.
La pavimentación es deficiente.
Y en casos extremos, suelen darse hasta deslaves, digamos, como sucede en las regiones indígenas de Veracruz apenas, apenitas, llueve de manera intensa.
Por eso, hay una revisión escrupulosa, con lupa, para checar el estado técnico y jurídico, y aun cuando, todo indica, algunos ex presidentes municipales se fueron cabezones tolerando trastupijes de las compañías constructoras, incluso hasta en los asentamientos humanos auspiciados con recursos del Infonavit, el Ayuntamiento de Fernando Yunes inspecciona y revisa el estado de cosas.
Unos fraccionamientos, por ejemplo, están a punto de ser recibidos por la Comuna para formalizar la dotación de servicios tal como la ley lo establece.
Se trata de un servicio más para una población, digamos, en la orfandad social.
Los pobres.
“Los pobres entre los pobres”.
UN DÍA DILUVIANO
En el otro lado de la mesa está el perpetuo asunto de la ciudad inundada.
Días anteriores, por ejemplo, se registró una lluvia inusual.
En menos de tres horas cayeron casi 73 mm de agua.
Y los colectores pluviales colapsaron.
Y unos quedaron, como ha sucedido de manera histórica, taponeados, a pesar de que el Ayuntamiento ha aplicado de manera puntual el trabajo de limpieza de canales y alcantarillas.
De hecho y derecho, se reprodujo la inundación aquella cuando la priista Carolina Gudiño Corro era alcaldesa y llovió tanto que el agua levantó hasta un mes de altura en el edificio del palacio municipal, con tanta desventura que el obispo Luis Felipe Gallardo Martín del Campo se trepó a una columna del palacio y la abrazó por completo hasta donde las manos le alcanzaban y miraba con angustia el agua que seguía trepando furiosa, pero gracias a un Ser Superior, el cronista Ignacio Carvajal García pasaba por ahí en misión reporteril y quiso ganar indulgencias en el cielo y se lo echó a “pilonche” y se lo llevó cargando del palacio hasta la oficina obispal donde lo entregó sano y salvo, listo para seguir bendiciendo a los feligreses.
Por eso, el alcalde Fernando Yunes se ha puesto como tarea superior la limpieza permanente de los canales y el equipo técnico lleva más de veintiún kilómetros asistidos, de tal manera que, en efecto, parte de la ciudad quedó inundada, pero muchas colonias (Amapolas, López Mateos, Carranza, El Jobo, etcétera) quedaron ilesas.
Se inundó, claro, y por millonésima ocasión, el fraccionamiento Floresta, pero se trata de un viejo, antiguo, histórico y legendario problema estructural que data desde el origen del mundo.
POLÍTICOS APARTIDISTAS
Un joven alcalde está frente a la historia.
Por delante le restan tres años y cacho.
Ex diputado local y ex senador de la república, Yunes Márquez trabajará ahora con el primer gobernador en la historia de Veracruz militante de la izquierda.
Y, bueno, cuando un político se encumbra en el poder público en automático se vuelve un servidor más de la población y en nombre de la institucionalidad, las siglas partidistas quedan fuera.
Así, digamos, habrá de ser.
Un político, establece la regla universal, gobierna absolutamente para todos, sin importar ideologías ni pasiones sulfurosas.