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Expediente 2018: Veracruz, muy enojado

El Piñero

Luis Velázquez

Veracruz.- La población en Veracruz, igual que en el resto del país, está muy enojada. Más que desencantada de los políticos, molesta. Irritada. Encabritada.

Nada desean saber de los partidos políticos y de sus candidatos a diputados locales y federales, senadores, gobernador y presidente de la república.

La inseguridad y la impunidad. El desempleo, el subempleo y los salarios de hambre. La migración y la prostitución como fuente de ingresos. Pensiones miserables. Pésima calidad de vida. Peor calidad de educación. Mucha peor calidad de salud.

Primero, se desengañaron de las elites priistas. Luego, de las panistas el llamado “gobierno del cambio”. Y ninguna posibilidad concreta y específica, fundamentada, racional, hay que MORENA es, sería la esperanza. “Rayito de esperanza” han llamado a AMLO.

Desde luego, el PRI es el partido peor librado.

En Xalapa, hay un grupo de veinticinco amigos que todos los días, a las 7 horas, salen a caminar, correr y trotar. Y en un receso alguien lanzó la pregunta sobre las elecciones del primero de julio.

Veintiún aseguraron que votarían en contra del tricolor, dos se abstuvieron y sólo dos confesaron que sufragarían por el partido rojo.

En la ciudad de Veracruz hay diez mujeres amigas que dos veces a la semana van a la manualidad. En la plática, tejiendo y destejiendo, una preguntó a las nueve restantes el nombre del partido por el cual votarán.

Las nueve al mismo tiempo contestaron de la siguiente:

“¡Por cualquier partido, menos por el PRI!”.

 

INSEGURIDAD E IMPUNIDAD

 

La irritación social tiene varios orígenes. Pero quizá la lumbre más intensa y frenética viene de la inseguridad. La inseguridad con Javier Duarte, cierto. Pero también con Miguel Ángel Yunes Linares.

La desaparición de un hijo. El secuestro de una hija. El asesinato de un familiar. La muerte de un niño y de unas mujeres. De unas edecanes.

Y lo peor, una cosita trágica es la incertidumbre y la zozobra en el diario vivir, y otra, peor, jinete del Apocalipsis, mal de la caja de Pandora, la impunidad.

Y como dicen los teóricos, y también siente y presidente la población, los carteles y cartelitos se crecen ante la impunidad.

Simple y llanamente, saben que nada pasa, con todo y que en el lado oficial, digamos, se esfuerzan.

Y aún así, pareciera, parece, los malandros siguen ganando la batalla, mejor escrito, la guerra.

Si tu hijo es músico y toca en un grupito en un bar, de pronto, zas, un par de pistoleros entran y rafaguean a todos y lo matan, como en Xalapa.

Si tus cuatro hijos juegan en el patio de la colonia popular, de pronto, zas, llegan los malandros y matan a los cuatro, y de paso, a sus padres, como en Coatzacoalcos.

Si eres una mujer sola que vive sola en un departamento y trabajas de casa en casa en el servicio doméstico, de pronto, zas, llega un malandro o varios, sabrá la policía, y te matan, como en Papantla.

Por eso, la gente está enojada. Molesta. Irritada. Encabritada.

 

NADIE CREE A LOS PRECANDIDATOS

 

Los inminentes candidatos a gobernador de Veracruz andan en precampaña.

Tres de ellos (la mujer, Miriam González Sheridan, del Panal, ninguna jornada cívica efectúa), “bajan las estrellas del cielo” ofreciendo, prometiendo, garantizando, según ellos, el mejor de los mundos.

Seguridad, justicia, empleo, educación y salud para todos.

Nadie les cree.

El hartazgo social está por encima de cualquier discurso por más encendido que sea y por más que alardeen del municipio exitoso y de la felicidad que cacarean y de la honestidad pregonada, incluso, en nombre de la república amorosa.

Y más porque cada gobierno aparecen nuestros ricos, más fortunas familiares, en tanto el millón de indígenas y los dos millones de campesinos y los tres millones de obreros de norte a sur y de este a oeste siguen igual de jodidos.

Los campesinos y sus hijos, si bien les va, migrando a los campos agrícolas del Valle de San Quintín y a Estados Unidos soñando con el paraíso.

Las universidades, convertidas en fábricas de desempleos y/ de empleados con salarios mezquinos y sin las prestaciones establecidas en la Ley Federal del Trabajo.

Las cúpulas políticas repartiéndose el botín, sin ningún escrúpulo entre ellos, pues la profecía de José López Portillo de que el país se convertiría “en un país de cínicos” se ha cumplido “al pie de la letra.

Por eso, la gente está molesta.

 

ENCONO SOCIAL

 

Y más, mucho más encabritada cuando mira que los políticos heredan el cargo público a los hijos, en tanto ellos, incluso, brincan de un puesto a otro, con toda la desfachatez del mundo, como si fueran dueños de la función pública y/o como si el gobierno fuera una hacienda porfirista manejada con sentido gerencial.

Y más cuando como en el caso, cuando la LXIV Legislatura aprobó la reelección (que Francisco I. Madero se estará revolcando) en tres ocasiones seguiditas para los diputados locales y una para los presidentes municipales.

Hay encono social. Un encono con justa razón cuando, además, la gente comprueba la soberbia y la arrogancia y el desdén y el menosprecio con que los políticos tratan a la población electoral.

Sólo el chamán con su bolita de cristal podría quizá vislumbrar el futuro.

Pero el dicho ranchero lo deja bien claro: “Ni hay enfermedad que dure cien años ni enfermo que los aguante”.

Y como dice un proverbio indígena, “cuando la mula se enmula, se detiene, se sacude y tira la carga y nadie la mueve ni para atrás ni para adelante”.

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